David de Miranda indulta un excelente ejemplar de Lagunajanda en Utrera
Corrida de la Virgen de Consolación
El matador onubense, que salió en hombros en unión de la rejoneadora Lea Vicens, volvió a encontrarse con un toro de altísima nota que mereció el perdón de su vida gracias a su entrega, codicia y capacidad de ir a más
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Utrera/No había sido fácil poner en pie el festejo ferial en la llamada cuna del toro bravo -hubo sus más y sus menos en la gestación del evento- pero la empresa comandada por los hermanos Durán, finalmente, pudo anunciar a la rejoneadora Lea Vicens y a dos toreros jóvenes en trance de reivindicación como David de Miranda, gran triunfador de las Colombinas, y el diestro local Curro Durán que se había doctorado en este mismo coso el pasado mes de mayo después de una larga trayectoria como novillero. El día de Consolación no podía quedarse sin toros.
Miranda, que se presentaba en el coso utrerano, tuvo que contemplar como devolvían al primero de su lote después de perder el pitón derecho al estrellarse en un burladero. En su lugar salió un sobrero del mismo hierro, pegajoso de salida, que se desplazaría más en un ceñido quite por tafalleras. Muleta en mano, el choquero iba a hilar su faena mejor por el lado derecho que por el izquierdo. Fue un animal desigual pero exigente que pareció entregarse en el primer tramo de una labor que encontraría mejor compromiso y expresión en su tramo final, con el torero metido en ese terreno en el que se encuentra más cómodo. El contudente y fulminante estoconazo iba a validar las orejas.
Había que refrendar el asunto con el quinto, al que recibió de capa a pies juntos. Y a pies juntos, por estatuarios, iba a empezar la faena, ligada a una ronda diestra algo más desigual en la que el toro, con brío y fijeza, se entregó en la muleta. Los muletazos, ligados, se sucedían sin terminar de bajar la mano y compactar la faena. Pero el animal iba a mantener esa prontitud por el lado izquierdo y no se cansó de embestir en la muleta del diestro de Trigueros que se suele encontrar más a sus anchas en las cercanías y el toreo de alarde. Hay que cantarle la suerte en los sorteos: este quinto, llamado Malandrín, se sumaba a las excelencias de Tabarro, de Santiago Domecq, y Barbaverde, de José Luis Pereda, los dos animales que han condicionado su campaña en 2024. Fuera como fuese, se hartó de torear, más o menos acoplado según, cómo y cuando, especialmente en el tramo final de la larga faena mientras el amimal seguía embistiendo sin descanso mostrando su excelente fondo. Con esos mimbres el indulto estaba cantado mientras Miranda seguía toreando y aparecía el pañuelo naranja que decretaba el perdón de su vida. Su criador, Salvador de la Puerta Domecq, daría la vuelta al ruedo con el diestro triunfador, que había vuelto a jugar con una bola premiada. Que sea enhorabuena.
Curro Durán iba a brillar con el capote parando al tercero, un astado de condición noble por el pitón derecho con el que el joven diestro utrerano mostró su buen corte de torero y la capacidad necesaria para administrar sus bríos en las alturas y las distancias. Fue una faena en la que las formas envolvieron el fondo aunque encontró más dificultades por el lado izquierdo y estuvo condicionada en ocasiones por el viento. La espada, eso sí, entraría tarde y mal enfriando cualquier entusiasmo. Curro iba a entregarse a tope saludando al sexto, que le pondría en algunos apuros en el quite. Iba a resultar un animal molesto en la muleta que iba a plantear demasiadas dificultades, protestando en todos los embroques y negándose a ir hacia delante. El bicho frenaba, reponía los viajes y se quedaba siempre corto en la muleta del utrerano que pasaría un quinario para entrar a matar y no podría acompañar en triunfo a sus compañeros.
Había abierto el cartel de este festejo mixto la rejoneadora Lea Vicens que se las vio con sendos ejemplares de Murube -excesivamente desmochados- que colaboraron con las monturas en distinta medida. Con el noble pero remiso primero tuvo que emplearse a fondo en una entonada actuación, rematada de medio rejonazo, que le sirvió para cortar una oreja. El cuarto, más pronto y entregado, le iba a permitir torear a otro nivel, reuniéndose con el animal en una monta ceñida que caló en el público utrerano, especialmente a lomos de Diluvio. Había que amarrar el asunto con el rejón de muerte y aunque el acero entró al tercer intento no le impidió llevarse dos trofeos y abrir la puerta grande en unión de David de Miranda.
FICHA DEL FESTEJO
PLAZA DE TOROS DE UTRERA
GANADERÍA: Dos toros de Murube en la lidia ecuestre, noble el primero y muy bueno el cuarto. A pie se lidiaron cuatro ejemplares de Lagunajanda, incluyendo el sobrero que hizo segundo, muy desigual pero exigente. El tercero sirvió por el pitón derecho y el quinto, excelente por bravo, pronto y siempre a más fue indultado. El sexto fue el más deslucido.
ACTUANTES: Lea Vicens, oreja y dos orejas. David de Miranda, de azul rey y oro, dos orejas y dos orejas y rabo simbólicos. Curro Durán, de corinto y oro, ovación tras un aviso y silencio.
INCIDENCIAS: la plaza registró un tercio de entrada en tarde de temperatura agradable. El Lili saludó tras banderillear al sexto.
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