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'Cobradiezmos', un toro para la historia de la Maestranza

Historias taurinas

Un azulejo colocado en el corral de manifiesto de la plaza de toros perpetúa el recuerdo de su bravura.  

Manuel Escribano, artífice del indulto, donó el traje que vestía aquel día al museo taurino que podría recibir también al célebre ejemplar disecado 

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El toro 'Cobradiezmos', en la finca cacereña de Victorino Martín. / M.G.

La historia es conocida: Cobradiezmos, del hierro de Victorino Martín, estaba marcado con el número 37 y pesó 562 kilos en la báscula de la plaza. Era hijo de la vaca Cobradiezma y del semental Jaquetón. Cárdeno, tocado de pitones y según comentaban las cuadrillas, no podía tener mejores hechuras. Se dejaría el morro por el suelo embistiendo como un tejón a la muleta de Manuel Escribano que supo lucir aquella embestida –que no estaba exenta de teclas que tocar- hasta lograr el perdón de su vida. Era el segundo toro que lograba el indulto en la época contemporánea en la plaza de la Maestranza, noveno de la historia según el trabajo documentado del investigador Luis Rufino Charlo. Fue el 16 de abril de 2016. Ya han pasado más de ocho años y con ellos, una extensa y fundamental simiente en la ganadería cacereña que ahora lamenta su muerte.Cobradiezmos, del guarismo 2, ya había rebasado los doce años y ha amanecido muerto este martes después de sucumbir a una pelea con el toro y los novillos con los que compartía el cerrado. Ya tiene su propio sitio en el olimpo del toreo. 

Aquel indulto marcaría el hilo argumental de la temporada 2016 en la plaza de la Maestranza. Fue la primera que organizó Ramón Valencia como gerente único consiguiendo, después de firmar la paz con Morante, finiquitar los restos de aquel G-5 que boicoteó y condenó la excelencia de las programaciones de 2014 y 2015 en coincidencia con el definitivo desplome del abono y la mudanza del mapa humano de la propia plaza de Sevilla. Imperceptiblemente, se estaba inaugurando una nueva etapa. 

Derechazo de Escribano a Cobradiezmos en la Maestranza. / Juan Carlos Muñoz

Fue el año, también, de la gran faena del propio Morante a un ejemplar de Núñez del Cuvillo, octavo y último ejemplar que mataba en aquella Feria de la reconciliación. Había sido el trasteo de mayor calado artístico del ciclo abrileño aunque el acontecimiento que marcó aquellos días de primavera y toda la temporada 2016 fue el indulto del famoso toro de Victorino que, ojo, sólo fue posible gracias a la capacidad profesional de Manuel Escribano, que acabaría saliendo abruptamente de la guerra de la temporada después de la tremenda cornada de Alicante, una de las más graves de su carrera profesional. 

Del corral de manifiesto al museo 

Un año después, el 17 de abril de 2017, se iba a descubrir un azulejo en el corral de manifiesto de la plaza de toros de la Maestranza para recordar aquel indulto. Era la tercera placa cerámica que se colocaba en el mismo lugar junto a las que conmemoran el perdón de la vida del novillo Laborioso de la ganadería del Marqués de Albaserrada -lidiado por Rafael Astola el 12 de octubre de 1965- y el que recuerda la lidia del toro Arrojado de la divisa de Núñez del Cuvillo, indultado por José María Manzanares el 30 de abril de 2011. Aún no había llegado el momento de Orgullito, el boyante ejemplar de Garcigrande perdonado por El Juli en 2018. 

Escribano y Victorino, dando la vuelta al ruedo tras el indulto de 'Cobradiezmos'. / Juan Carlos Muñoz

Allí estaba Javier Benjumea, teniente de Hermano Mayor de la Maestranza del momento, el matador y su cuadrilla, el presidente que sacó el pañuelo naranja –José Luque Teruel- y sobre todo el ganadero que sería el encargado de descubrir el azulejo. “Sevilla ha entrado en nuestras vidas y formar parte de esta plaza es algo importantísimo que jamás pensamos que podía llegar” proclamó entonces Victorino declarándose orgulloso “de criar toros bravos, de pertenecer a la cultura que pertenecemos…” 

Manuel Escribano, cuatro años después, reforzaría el carácter histórico de su hazaña entregando el vestido de torear que lucía aquella tarde abrileña de 2016 al Museo Taurino de la Real Maestranza de Sevilla. Volvían a concurrir en pleno todos los protagonistas del acontecimiento y por supuesto sus hombres, reforzando el carácter coral de la lidia de un toro bravo. No faltaba el banderillero Juan Sierra, que seis años antes había sido el encargado de sacar la menuda bolita de papel que, en el sorteo matinal, puso en las manos del diestro de Gerena la posibilidad de hacer historia.  

La cesión de la prenda –un original terno de terciopelo color nazareno bordado en azabaches, cosido y bordado en la sastrería madrileña de Santos- fue refrendada por Santiago León, teniente de Hermano Mayor del cuerpo nobiliario. “Es un día que recordaré toda mi vida”, explicó entonces el torero visiblemente emocionado. Cuando pudo recuperar la palabra y el resuello definió la prenda que estaba a punto de entregar como “un pedacito” de sí mismo. “Pude tropezarme con un toro único y eso ya forma parte de mi vida, de mi carrera, de la historia de esta plaza y de la propia historia del toreo” añadió Manuel que tuvo unas palabras de especial cariño, recuerdo y reconocimiento a los hombres de su cuadrilla –Sierra, Punta y Padilla- que, tal y como explicó, “permitieron que la bravura de ese toro fuera hacia delante y se mostrara como se mostró”. “Los trajes de luces son nuestra segunda piel y éste ya está en su sitio, en su templo, para que todo el mundo lo pueda disfrutar como yo pude disfrutar de ese toro con la plaza de la Maestranza por testigo”, zanjó el torero aquel 4 de febrero de 2022. Victorino Martín desveló ese día que la Maestranza había puesto interés en que el gran ejemplar fuera disecado tras su muerte para ser expuesto en el museo de la plaza. 

Con el quinto de la tarde, ‘Patatero’ de nombre, pareció que Manuel Escribano se reencontraba con aquel ‘Cobradiezmos’ que indultó y que lanzó al de Gerena. Dos orejas fueron el merecido premio. / Juan Carlos Muñoz

Sea como sea, el toro ya ha dejado una simiente fundamental en la ganadería cacereña. El propio Escribano tuvo la suerte de comprobarlo, como un regalo del destino, lidiando a otro toro de nota llamado Patatero que era hijo del gran Cobradiezmos. Fue en la Feria de Abril de 2022. Había heredado sus hechuras pero sobre todo esa excelente carga genética que permitieron que el diestro de Gerena cincelara otro de sus grandes trasteos en el coso del Baratillo, premiado con dos orejas rotundas. La memoria y la amplia rastra del padre ya forman parte de la historia del toreo. Su mejor herencia son las ocho camadas cubiertas, sus hijos y las vacas que ya le dieron nietos... 

 

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