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El Cid sustituye a Morante de la Puebla en el festival del 12 de octubre en Sevilla

CLAUSURA DE TEMPORADA

El diestro de La Puebla, que permanece inmerso en la recuperación de sus problemas psquiátricos, ha comunicado a la empresa Pagés la imposibilidad de actuar en el festejo

El festival del 12 de octubre ya tiene ganaderías

El Cid será el sustituto de Morante. / Juan Carlos Muñoz

Morante de la Puebla ha comunicado a la empresa Pagés que no podrá actuar finalmente en el festival de este sábado, 12 de octubre, en la plaza de la Maestranza de Sevilla. La empresa y el coordinador del festival, Juan Antonio Ruiz Espartaco, han decidido que Manuel Jesús El Cid sea quien le sustituya, por lo que Diego Urdiales abrirá un cartel que completan el propio Cid, Daniel Luque, Alfonso Oliva Soto, Pablo Aguado y el novillero Javier Zulueta que actuarán en homenaje a Curro Romero y a beneficio de las obras sociales y asistenciales de la Hermandad de Los Gitanos y la asociación Nuevo Futuro. Las reses reseñadas para la ocasión pertenecen, respectivamente, a los hierros de Núñez del Cuvillo, Fuente Ymbro, Zacarías Moreno, El Parralejo, El Vellosino y Jandilla. El festejo comenzará a las 17.30 horas.

Morante tampoco había podido actuar en la tercera corrida de la Feria de San Miguel y fue sustituido por Pablo Aguado que, con Juan Ortega, ampararon la despedida sevillana de Pablo Hermoso de Mendoza. Mientras tanto, el matador cigarrero permanecía anunciado como cabeza de cartel del festival del sábado aunque las dudas sobre su presencia eran cada vez más elocuentes.

Esta truncada actuación tendría que haber supuesto el cierre definivo a una temporada dictada en dientes de sierra en la que casi nada ha salido como se había planeado. Los recurrentes problemas de salud mental que atormentan al diestro de La Puebla desde hace más de dos décadas se habían recrudecido en los últimos tiempos convirtiendo su agenda en un ir y venir idéntico al de la campaña de 2023. El propio torero había confesado a finales de julio en una entrevista exclusiva para los periódicos del grupo Joly que esos trastornos psiquiátricos ya le cercaban el 26 de abril del pasado año, día que paseó el rabo de Ligerito, el toro de Domingo Hernández que marcó la cima de su carrera sin que en ese momento feliz se pudiera atisbar que comenzaba una angustiosa cuesta abajo.

Desde aquella fecha Morante ya no pudo ser el mismo. El torero y su entorno justificaron con la recurrente y molesta lesión de muñeca las idas y venidas de la temporada anterior, truncada definitivamente tras un sinfín de eclipses parciales después de cumplir su primer compromiso de la feria de San Miguel, en la que había ajustado dos contratos. Entonces tampoco pudo estar en el festival del 12 de octubre, organizado para el Rocío de Sevilla y la Fundación Alalá.

Un año después se ha reproducido un panorama muy parecido, con la temporada interrumpida definitivamente después de la fugaz, feliz y lluviosa actuación de Palencia el pasado 31 de agosto. Desde entonces no ha vuelto a vestirse de luces anunciando –o filtrando- el pasado 11 de septiembre que cortaba indefinidamente con la esperanza de poder estar listo, al menos, para torear la corrida de San Miguel de Sevilla y el festival de Los Gitanos en homenaje a Curro Romero. Ha habido que rendirse a las evidencias.

En realidad no cabía otra decisión: el diestro cigarrero ya había comenzado el año envuelto en los peores augurios mientras arreciaban los rumores sobre el recrudecimiento de ese trastorno de personalidad a raíz de su comparecencia en los flamantes Premios Andalucía de Tauromaquia, el pasado mes de febrero. Morante no estaba e incluso se vería obligado a parar antes de levantar el telón de la temporada sevillana el pasado Domingo de Resurrección. Pero el rostro del torero y su rendimiento en el ruedo seguían delatando el sufrimiento interior, forzando un segundo y largo parón entre el primero de junio y el 23 de julio, fecha en la que reapareció en Santander mostrando una absoluta plenitud artística y profesional. 

Había vuelto el mejor Morante pero la procesión iba por dentro. Hubo un definitivo punto de inflexión a raíz de la sonora y polémica espantada de Linares por unos supuestos desencuentros con la autoridad gubernativa y los equipos veterinarios de la plaza. Fue el 28 de agosto pero estaba claro que había algo más. A raíz de ahí se sucedieron las caídas de los distintos carteles mientras se barruntaba lo inevitable. Ya lo hemos dicho: volvió fugazmente el 31 en Palencia y el 11 de septiembre anunció que cortaba. No sabemos cuánto durará este nuevo eclipse.

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