Zulueta y Mariscal: dos apellidos en un cartel… de hace 32 años
Los jóvenes paladines de la cantera sevillana se verán las caras el próximo domingo en la plaza de la Maestranza.
Sus propios padres ya habían alternado juntos en la feria septembrina de La Algaba en 1992
Los finalistas del circuito andaluz de novilladas se dan un baño institucional
La entrada de Mariscal Ruiz pone al rojo la final del Circuito de Novilladas de Andalucía
La suerte está echada. Este domingo concluye ese reñido Circuito Andaluz de Novilladas de Andalucía que, dejando atrás las fases eliminatorias, ha colocado en la gran final a Sergio Domínguez El Mella junto a Javier Zulueta y Mariscal Ruiz para estoquear el encierro de Fermín Bohórquez que se ha reseñado para la ocasión. El extremeño Mella, que se destapó para el gran público en la pasada feria de Olivenza, no le pondrá las cosas fáciles a los sevillanos. Pero a nadie se le escapa que, más allá del veredicto del jurado, por encima incluso de la victoria del ciclo, está la pugna más o menos velada que sostienen Zulueta y Mariscal desde que pasaron por el ciclo de promoción de nuevos valores celebrado el pasado verano en la plaza de la Maestranza.
Entonces ya coincidieron en la final. La memoria rescata las formas y el concepto de uno; la gran capacidad y la proyección del otro. La victoria fue para Zulueta y con ella el traje de torear que regala la Real Maestranza de Sevilla, un rosa palo y oro que el novillero sevillano estrenará este mismo domingo. Mariscal, por su parte, quedó como segundo clasificado y fue premiado con un capote de paseo que recibió, como el vestido de luces de su rival, en la solemne entrega de premios taurinos y universitarios que organiza en cuerpo nobiliario antes del comienzo de la temporada.
De una final a otra: Zulueta y Mariscal volverán a coincidir en la plaza de la Maestranza para dirimir la victoria –con permiso de El Mella- de este V Circuito Andaluz de Novilladas de Andalucía que ha vuelto a otorgar una oportunidad de oro al escalafón menor, ha propiciado la lidia de seis encierros de hierros andaluces y ha favorecido la apertura de otras tantas plazas del circuito rural. Toca sudar la camiseta…
De padres a hijos…
Pero los apellidos Zulueta y Mariscal ya se habían cruzado en un mismo cartel hace un buen puñado de años. El riquísimo archivo y, sobre todo, la memoria del incansable investigador y recopilador taurino Luis Rufino Charlo nos permite rescatar una pequeña joya de la trastienda del toreo que, más allá de la casualidad de ver impresos esos apellidos en otro lugar y en otras circunstancias, hace un retrato fiel de la cantera del toreo sevillano en el año de la Expo.
Fue en La Algaba, el 18 de septiembre de aquel lejano 92. El singular coso de la localidad había sido estrenado el año anterior pero se reinauguraría, con el aspecto actual, cuatro años después. Se lidiaron reses de una ganadería casi desconocida, la de José Paredes y de la Caseta. El cartel anunciaba a Javier Zulueta, Armando López Azuquita, Santiago Escudero y a Luis Mariscal -con una D por delante- en el segundo festejo de las fiestas populares de la localidad ribereña. Pero esos Zulueta y Mariscal eran los padres de los novilleros que se enfrentarán el próximo domingo en Sevilla.
Luis Mariscal, el padre del actual novillero, es hijo del cuerpo. Su padre, también Luis, fue un gran banderillero, como su tío Pedro. Matador es su hermano Salvador y rehiletero también su primo Pedro… Luis ya sabía lo que era enfrentarse a un público cuando hizo el paseíllo en La Algaba. Se había puesto su primer traje de luces ese mismo año, el 27 de junio, en la placita del Castillo de las Guardas. Llegaría a gozar de un excelente ambiente como novillero con picadores y hasta mató seis novillos en solitario en la plaza de la Maestranza, escenario de su alternativa el 23 de abril de 1998 de manos de Finito de Córdoba y con Morante de testigo. Los vericuetos de la vida y el toreo le hicieron tomar los palos aunque su carrera como hombre de plata quedaría congelada a raíz de la gravísima cornada sufrida en Sevilla en la noche del 15 de agosto de 2010. Estuvo a punto de costarle la vida…
El Javier Zulueta del cartel también hizo sus pinitos como novillero. También llegó a torear como banderillero, incluyendo alguna incursión en la plaza de la Maestranza en la que ha hecho innumerables paseíllos como alguacil junto a su hermano José Joaquín, su sobrino Pablo Rojas y hasta su hija Macarena, que ha roto algunos moldes. Ya lo había hecho su padre, el muy recordado Quini. Pero Javier Zulueta, tocado con la teja de plumas granas y blancas y vestido con el jubón negro de su cargo, le cupo la dicha de entregar a su propio hijo las orejas que cortó en el ciclo de promoción del pasado año.
Un cartel revelador
El cartel de 1992 rescatado por Rufino permite ahondar en otras claves. No deja de ser una radiografía fiel de la cantera taurina sevillana del momento y enseña nombres que, aunque no alcanzaron la gloria, siguen resonando en el recuerdo del aficionado delatando el arraigo que tenían entonces las bases del toreo en la propia vida doméstica. Pepe Luis García –que era primo de los Mariscales-, Javier Campuzano, Miguel Ángel Veracuz, Azuquita, Juan Montoro, Joselu –que aún no se anunciaba como de la Macarena- o Andana tuvieron sus propios minutos de gloria en la profesión. De todos ellos sólo uno se consolidó como matador de ferias. No es otro que Eduardo Dávila Miura, que tomaría la alternativa en Sevilla en 1997 de manos de Emilio Muñoz y toreó su última corrida de luces, de forma puntual y excepcional, el 27 de julio de 2022 en Santander para conmemorar sus Bodas de Plata como matador.
Hay un dato más: un repaso al cartel también revela la procedencia de los chavales que se anunciaron en La Algaba en aquel lejano septiembre del año de la Expo. Sólo hay uno, del Puerto, que no es de Sevilla. El resto traza la riquísima geografía taurina de una provincia que aún era un impresionante vivero de hombres de oro y plata: Santiponce, Gerena, Camas, La Algaba, la propia capital, Villanueva del Ariscal, Dos Hermanas, Alcalá del Río, Alcalá de Guadaíra… El cartel no ha podido dar más de sí.
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