Vísperas de mucho, días de nada

Corrida del Domingo de Resurrección en Sevilla

Morante hizo un gran esfuerzo por no faltar a la cita con Sevilla, pero se estrelló en la sosería de los toros de Juan Pedro Domecq

Ortega no tuvo opciones y Aguado estuvo por encima del lote que le cupo en desgracia

Morante de la Puebla, Pablo Aguado y Juan Ortega comienzan el paseíllo.
Morante de la Puebla, Pablo Aguado y Juan Ortega comienzan el paseíllo. / Juan Carlos Muñoz
Luis Carlos Peris

17 de abril 2022 - 22:25

Dice el viejo refranero que vísperas de mucho, días de nada; también viene al pelo lo de corrida de expectación, corrida de decepción. Y la verdad es que no se sabe si esta corrida tan esperada empezó a gafarse el día que la terna se comprometió a torear un día antes en La Línea. Era el cartel más esperado por Sevilla, ya que los tres comulgan con la idea que del toreo se tiene a la vera de la Giralda, pero nuestro gozo en un pozo, ya que el envío que vino de Lo Álvaro no sólo no cumplió las expectativas, sino que arruinó literalmente la tarde.

Desde que se supo que a Morante le había pegado una voltereta un toro junto al Peñón, todo fue un runrún que no presagiaba nada bueno. Y eso que las circunstancias ayudaban al éxito, ya que consistían en tarde sin una pizca de viento, los tendidos a reventar y los ánimo por las nubes demostrándose cuando se rompió el paseíllo y Sevilla le dedicaba una ovación fuerte, muy sostenida, a la terna más deseada, pero sólo eran presagios.

Las vueltas verdes del capote de Morante de la Puebla fue uno de los detalles de la tarde.
Las vueltas verdes del capote de Morante de la Puebla fue uno de los detalles de la tarde. / Juan Carlos Muñoz

Loable esfuerzo el de Morante por no faltar a la cita, pero a las primeras de cambio le sale Terciopelo, un toro que no hace honor a su nombre. Tan poco ayuda que ese poderoso capotero que es el de La Puebla no puede darle un solo lance. Con la muleta hace una faena como de salón, perfecta en todo, pero sin la mínima transmisión que se le presume a un toro bravo. El cuarto juampedro es devuelto al partirse una mano y sale en su lugar un cornalón y astifino toro de Virgen María que brinda a la Infanta Elena, imagino que más por cortesía que por las posibilidades que ofrecía el morlaco. Pero cuando surge de verdad Morante es un quite de cante grande al toro que cerraba plaza. Verónicas excelsas que contestó Aguado por delantales más voluntariosos que lucidos.

Otra víctima del envío de Juan Pedro Domecq fue Juan Ortega que sólo pudo lucirse en el recibo a su primero. Verónicas de manos bajas y con las que logra que la velocidad del toro se atempere a los brazos del torero. Pero el toro no vale nada y ya en la muleta no surge la compenetración en ningún momento. Ya a esas alturas, segundo toro de la tarde, el respetable empieza a mosquearse y surgen las protestas extemporáneas que ya no pararán hasta el final. Juan Ortega lo intenta también en el quinto, pero la tarde se ha ido por los desagües de la decepción.

Juan Ortega durante la faena de su primer toro.
Juan Ortega durante la faena de su primer toro. / Juan Carlos Muñoz

Pablo Aguado da un recital de verónicas al castaño Mofador desde el tercio hasta la boca de riego y parece haberle visto posibilidades al enemigo, pues le brinda su muerte a la plaza. Pero lo que tiene delante es otro borrico con cuernos que embiste sin clase y eso sólo cuando le da por embestir. Y cuando embiste no se sale de los engaños y Pablo está por encima, pero sin posibilidad alguna de éxito. En el sexto surgió lo mejor de la tarde y fue el quite de Morante como respuesta a cómo Pablo recibió y llevó al caballo a Rataplán. Las verónicas del genio cigarrero fueron la cumbre de una tarde que pasará a la historia como la de la tarde más esperada y que resultó decepcionante a más no poder. Y ya en ese toro último Sevilla estallaba contra todo porque no podía ser que nada se correspondiese con el grado de expectación que había por ver a los mejores intérpretes del toreo según Sevilla.

Pablo Aguado consiguió meritorios capotazos en la tarde de ayer.
Pablo Aguado consiguió meritorios capotazos en la tarde de ayer. / Juan Carlos Muñoz

Ficha del festejo

GANADERÍA: Se lidiaron cinco toros de Juan Pedro Domecq y uno de Virgen María, corrido en cuarto lugar como sustituto de un juampedro que se partió una mano. Todos pitados en el arrastre.

TOREROS: Morante de La Puebla, de añil y oro, pinchazo y estocada y media estocada (ovación y saludos y división de opiniones). Juan Ortega, de celeste y oro, estocada tendida y estocada (palmas y silencio). Pablo Aguado, de verde y oro. Dos pinchazos y estocada y pinchazo y estocada. Estocada (Silencio y silencio).

CUADRILLAS: Destacaron en banderillas Abraham Neiro, Iván García y Juan José Trujillo. A caballo, Óscar Bernal.

INCIDENCIAS: Corrida del Domingo de Resurrección, se colgó el “no hay billetes”. Tras el paseíllo sonó la Marcha Real. Morante brindó su segundo toro a la Infanta Elena.

stats