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Temple y gusto de El Manriqueño

El Manriqueño, con el trofeo conseguido en la nocturna celebrada en la plaza de Sevilla.
Luis Nieto

13 de julio 2013 - 01:00

La tercera novillada de promoción en la plaza de Sevilla registró tres datos positivos: una buena entrada, con tres cuartos del aforo cubierto; un nivel más elevado por parte de la terna con respecto a las dos funciones anteriores -excesivamente bajo- y el triunfo de Juan Solís El Manriqueño, quien cortó una oreja y hubiera conseguido un segundo trofeo tras su segunda faena de no haber fallado con la espada. Sus compañeros, Samuel Rodríguez y Fran Trillo, que se enfrentó al peor lote, se marcharon de vacío en un espectáculo en el que se jugaron erales de Cayetano Muñoz, bien presentados y en su conjunto manejables.

El Manriqueño -debe su apodo al gentilicio de su localidad natal, Villamanrique de la Condesa-, pertenece a la Escuela Taurina de Camas y sorprendió por el temple y el buen gusto con el que mueve las telas. Evidentemente, calibrando todo ello dentro de las capacidades de un torero en ciernes, bisoño y que está dando sus primeros pasos. Con el astado que abrió plaza, que desarrolló muy buen comportamiento a lo largo de la lidia, lanceó con buen aire. Con la muleta primó la ligazón, gracias a la cual llegó con fuerza al público, que acompañó su actuación con fuertes ovaciones. Comenzó con unos doblones por bajo. Dibujó bellos muletazos por ambos pitones, especialmente naturales. Y brilló en un cierre de oro con unos ayudados preciosos y sentidos. Mató de media eficaz y cobró el único trofeo de la noche.

Con el manejable cuarto, El Manriqueño, tras ganar terreno a la verónica, concretó una faena con altibajos, que inició con una torera apertura y transcurrió con muletazos de buen trazo y algún desarme. Labor muy meritoria, camino de ser premiada. Pero el torero perdió premio por el fallo con la espada.

El murciano Samuel Rodríguez, nacido en Cieza, contaba ya con el inconveniente de su elevadísima estatura. Su lote parecía chico. Y, para más inri, se le vio bastante inseguro. Lo mejor: su entrega. Recibió al manejable segundo con una larga cambiada de rodillas. Luego, con la muleta, se mostró fácil, aunque sin profundidad en su toreo, siendo enganchado, sin más consecuencias, cuando manejaba la izquierda. Mató al primer envite y fue ovacionado.

También contó con buen material para su segunda faena; al igual que la anterior, marcada por el constante cambio de terrenos. La labor, larga, resultó insulsa para el público.

Fran Trillo, hijo del torero castellonense Curro Trillo y que reside desde su niñez en Los Palacios, apuntó buenas maneras ante el peor lote. El tercero fue un manso de libro, carpintero desde su salida, que buscó tablas a lo largo de la lidia. El incipiente torero consiguió en algunos pasajes retener al eral, hilando algunos pases meritorios, especialmente naturales. Fue enganchado cuando toreaba con la izquierda, afortunadamente sin consecuencias.

Al sexto, con problemas físicos desde el primer tercio, lo mantuvo la presidencia pese a las protestas por sus reiteradas caídas. La res, derrengada, embistió con distintas velocidades. Trillo ganó terreno a la verónica. Y con la franela le resultó difícil templar las embestidas de la desacompasada res.

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