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Así afecta la DANA a Sevilla hoy

Sorprende Daniel Menes, que corta una oreja en su debut en Las Ventas

Daniel Menes, en un derechazo al novillo al que cortó una oreja.
Javier López (Efe) / Madrid

04 de julio 2016 - 01:00

PLAZA DE LAS VENTAS Ganadería: Seis novillos de Sepúlveda de Yeltes, bien presentados, nobles, blandos y apagados. Destacó la dulzura del noble tercero y también la movilidad del sexto. TOREROS: José Manuel, que hacía su presentación en esta plaza. Dos pinchazos (palmas), y cuatro pinchazos y siete descabellos (silencio tras dos avisos). Curro Durán. Estocada baja (silencio), y estocada baja (silencio). Daniel Menes. Estocada desprendida (oreja), y pinchazo y bajonazo (ovación). INCIDENCIAS: Las Ventas. Menos de un cuarto de entrada en tarde muy calurosa. En cuadrillas, Christopher Fourcart saludó tras banderillear al segundo, y Felipe Peña y Niño de Aravaca destacaron en la brega al segundo y tercero, respectivamente.

El novillero madrileño Daniel Menes causó ayer una grata sorpresa en la tarde de su debut en Las Ventas, donde cortó una merecida oreja. Qué gusto da ver a chavales dispuestos a todo por alcanzar el sueño. Es lo que se dice estar en novillero, es decir, andar con actitud, disposición y entrega absoluta para resolver con dignidad el siempre difícil compromiso de Madrid. Así estuvo Daniel Menes, hijo del subalterno Iluminado Menes, que cortó una merecida oreja, protagonizando así un debut de altura en la primera plaza del mundo.

Menes se echó el capote a la espalda para recibir de rodillas a su primero desde casi la misma boca de riego. Hubo también improvisación en las verónicas y chicuelinas posteriores, y vistosidad en un quite por crinolinas, replicado con otro por zapopinas de José Manuel, al que respondió nuevamente Menes por faroles como broche a un bonito tercio de capa. En corto y de rodillas, arruzina incluida, inició Menes una labor de muleta muy dispuesta y reposada a derechas. Lástima que le faltara gas al noble y bonancible novillo para que aquello hubiera tomado más vuelo, ya que la actitud del madrileño fue encomiable y sus maneras, de lo más interesantes. Demostró también valor Menes en un final de cercanías, con broche por manoletinas, antes de manejar también con acierto la tizona, lo que le granjeó una merecida oreja. Con tres largas de rodillas y cinco gaoneras recibió Menes al que cerró plaza, al que galleó por chicuelinas y quitó por verónicas de muy buena factura. No se guardó nada con el percal el madrileño. El brindis al cielo dio paso a otra afanosa labor en la que intercaló estimables pasajes con otros menos limpios. Posiblemente, le pudieron los nervios de verse tan cerca de la gloria, pero, quede dicho, dejó muy buen sabor de boca en el conjunto de la tarde este Menes.

La vida le dio ayer la ocasión a José Manuel, antes el Suresteño, de debutar en Madrid después de nueve años con los del castoreño. Su lucha reivindicativa le llevó hasta a tirarse de espontáneo en su Murcia natal en pos de una oportunidad que, después de tanto tiempo, por fin le llegó. En su primero anduvo animoso de capote: larga cambiada, delantales y media de rodillas, galleo por chicuelinas, y quite por tafalleras. Puso los palos con idéntica voluntad y, muleta en mano, brindó al público una faena tesonera y solvente ante un novillo en el límite de todo, tanto que terminó echándose sin que le llegaran a meter la espada. En el cuarto volvió brillar José Manuel con los rehiletes, sobre todo en un quiebro de rodillas con dos cortas que él mismo se preparó. Con el cartucho del pescao inició la faena el murciano, otra vez presidida por las ganas de agradar, aunque la actitud protestona del novillo propiciara que aquello no llegara a despegar. El sainete con los aceros fue fenomenal.

Volvía Curro Durán a Madrid por segunda vez este año. El saludo a portagayola a su primero estuvo precedido por unas arrebatados y bonitas verónicas. El novillo apuntó muy pocas fuerzas ya de salida, de ahí que aguantara únicamente los tres pendulazos con los que el utrerano inició un largo y plomizo trasteo de muleta que, aunque voluntarioso, no llegó a nada por lo poco que aportó el astado. El quinto, berreón y sin clase, remataba sus cortos y tardos viajes por encima del estaquillador. Difícil papeleta para Durán, que quiso pero no pudo resolver nada.

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