Segunda de San Miguel: piques de toreros

contracrónica

El argumento previo del festejo giraba en torno a la competencia entre Talavante y Roca Rey pero el que se llevó el gato al agua –presunto convidado de piedra- fue Castella

Castella abre la Puerta del Príncipe

El triunfo de Castella en imágenes
El triunfo de Castella en imágenes / Juan Carlos Muñoz

Si había alguna sal en el cartel de bisagra de este corto pero intenso ciclo de San Miguel era la rivalidad personal entre Talavante y Roca Rey. El asunto ya tiene algún recorrido y arrancó tras unas prescindibles declaraciones del extremeño en los micrófonos de la COPE antes de comparecer en la Feria de Julio de Valencia, en la que estaba anunciado junto al limeño. Salva Ferrer preguntó al Tala por sus sensaciones antes de torear con el as de oros de la baraja taurina. “¿Motiva torear con un torero tan importante, con la hierba en la boca, tan capaz, tan regular, tan apabullante como el peruano…?”

“Me es indiferente” fue su contestación. Pero a la respuesta aún le quedaban otros adornos. Después de alabar a Morante –se le reconoce el buen gusto- reconoció que el peruano ha acercado a mucha gente joven a las plazas de toros; pero en la miel había más hiel dirigida a la muchachada que abarrota los tendidos cuando se anuncia el Cóndor. “Necesitan una educación taurina”, fue la apostilla del diestro pacense que acababa de abrir la caja de truenos.

La primera coincidencia de ambos –antes del fielato ché- fue en la plaza de La Línea. El peruano interpeló al extremeño y le brindó un toro con cara de póquer. A saber qué le diría. Un brindis trajo otro cuando volvieron a cruzarse en la capital levantina. En esta ocasión fue Alejandro el que requirió a su rival para el correspondiente monterazo. ¿Qué se dijeron de torero a torero? Para ellos se queda… Ese mismo día, después de atender a sus jóvenes seguidores –que se acercaron a él con tanto entusiasmo como respeto a la salida de la plaza- Roca iba a terminar de adornarse delante de otros micrófonos, los de OneToro TV: “Es una barbaridad ver a tanta afición joven… y tienen mucha educación”.

El último lance del culebrón llegó hace muy pocos días. Fue en la plaza de Logroño, por un quítame allá ese quite… Roca entró en su turno y a Talavante le hirvió el agua, replicando al limeño que, como le va la marcha, colgó una foto de su tarde en la capital riojana con una canción –Las cuatro lunas, de Vicente Amigo- dedicada a su entrañable enemigo. La respuesta de Talavante en las redes sociales no se hizo esperar: publicó otra imagen de uno de sus quites en Logroño, con Roca contemplando los lances como una estatua de la isla de Pascua…

Es una rivalidad que, visto lo visto, espolea a ambos. Pero la que mantiene el mismo Roca con Daniel Luque –anunciado este domingo junto a Morante para despedir a El Juli- tiene otro cariz bien distinto. Se dice, se cuenta y se rumorea que algún exceso de locuacidad en torno a la vida privada del paladín peruano habría jugado una mala pasada al diestro de Gerena.

Roces larvados y los inevitables correveidiles habrían hecho el resto. Roca Rey no quiere ver ni en pintura a su vecino, ni siquiera en el ruedo de una plaza de toros, que siempre fue el escenario más apasionante para dirimir las diferencias entre toreros. Que le pregunten al Cordobés con Camino y a éste con Palomo Linares…

Las cuotas de fontanería taurina –Castella escogió la seguridad de los Matilla para su reaparición- habían propiciado el encaje del diestro francés en los casilleros sanmiguelinos.

Le Coq llegaba como convidado de piedra de los coletudos picados que, con los lotes en contra, no consiguieron el triunfo ansiado. Fue el francés, cosas de la suerte, el que se llevó la bolita premiada que le pasaportó a hombros camino del Guadalquivir. Aunque la Puerta del Príncipe, eso también, tiene demasiados matices…

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