Sebastián Castella malogra una faena de rabo en la plaza México
La puerta grande fue para el tlaxcalteca Rafael Ortega, que obtiene dos orejas, mientras que el matador francés no corona con la espada una labor de impacto
Ganadería. Siete toros, uno de regalo, de Teófilo Gómez, justos de presencia. El quinto fue protestado, primero y segundo, ovacionados en el arrastre lento de sus despojos. TOREROS: Rafael Ortega, dos orejas y silencio. Sebastián Castella, vuelta, silencio y ovación tras aviso. Fermín Spínola, palmas y silencio. Incidencias. 13.000 espectadores.
El diestro francés Sebastián Castella perdió un rabo por culpa de la espada en una gran faena y el mexicano Rafael Ortega cortó dos orejas en otra magnífica faena, en la décima corrida de la temporada celebrada el domingo en la Monumental Plaza México.
El también mexicano Fermín Spínola no corrió con la misma suerte, tuvo destellos pero se fue de vacío.
En líneas generales, al encierro le faltó un gramo de raza, para dar más sensación de peligro. Los toros primero y segundo, con buena clase, fueron premiados con la vuelta al ruedo en el arrastre, éste último con algunas protestas.
Ortega ha tenido una de sus mejores actuaciones en México. Al primero lo toreó con templanza con el capote, lucido con las banderillas y faena bien estructurada, con un trazo limpio y de torería y lo mató de estocada saliendo rebotado en el encuentro. Dos orejas, una de ellas protestada sin mucha fuerza.
En el cuarto hizo lo mismo que en el anterior, pero concluyó con una estocada muy baja. Aplausos.
Castella reapareció y cuajó al segundo. El galo ofreció una cátedra de bien torear, al extraerle al toro todo lo que llevaba dentro. Faena de gran impacto por todo el contenido que reunió, lo pulcro del trazo y su calidad. Lástima que pinchó tres veces y malogró una faena de rabo. Vuelta al ruedo entre aclamaciones.
El quinto, que fue protestado, Castella le hizo una interesante labor pese a todo y fue ovacionado. Regaló un séptimo, que no ayudó mucho y Sebastián le sacó todo. También por no estar fino con el acero, perdió como mínimo una oreja. Gran ovación.
Spínola cargó con el lote menos propicio. Voluntarioso, con deseos, tuvo destellos con el capote, mejor con los palos en sus dos toros, y faena con la muleta sin terminar por romper y para colmo tampoco estuvo certero con el acero. Silencio y aplausos.
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