Pendientes de la salud de Curro Romero
EL REPASO
El Faraón de Camas, que ya rebasa las nueve décadas, será intervenido el próximo miércoles. Mientras tanto continúa la larga isidrada sin que falten noticias taurinas en esta orilla del Guadalquivir
Curro Romero se rompe la cadera en un accidente doméstico
Dos orejas y casi tres horas
La semana taurina que se fue iba a concluir con una noticia alarmante que se fue propagando a la vez que concluía la larguísima novillada de abono en la plaza de la Maestranza: Curro Romero se había fracturado la cabeza del fémur derecho en un percance doméstico. Ahora aguarda en el hospital Virgen Macarena –sus problemas circulatorios han aconsejado esperar- para ser intervenido quirúrgicamente este mismo miércoles. El Faraón de Camas, uno de los escasos mitos vivos del toreo, ya cuenta con 90 años. Su mala salud de hierro se completa con un rosario largo de achaques y la fortísima cornada de aquel cáncer de laringe que pasó casi inadvertido mientras el país sorteaba la pandemia y acabaría siendo un inevitable punto de inflexión.
A pesar de esas limitaciones evidentes y la progresiva pérdida de visión, que han subrayado una peculiar venerabilidad, el camero no ha renunciado a estar en todo tipo de eventos en los que ha sido requerida su presencia evidenciando su fragilidad. Estrenó los Premios Andalucía de Tauromaquia que consagran la vocación taurina del gobierno andaluz; estuvo en los Puerta del Príncipe entregando el trofeo que lleva su nombre a Pablo Aguado y hace muy pocos días no faltó al debate de la PNL a favor de la tauromaquia en el Parlamento de Andalucía junto a algunos colegas del gremio de coleta. La votación, ya se lo contamos, se ganó por mayoría abrumadora. Se desea salud, paciencia y fuerza al muy querido Curro. La preocupación es evidente. Estaremos pendientes de su evolución.
El efecto Galván.
Pero la semana, marcada por los vaivenes de la larga isidrada, ha dado para más. En Las Ventas hay que anotar, por encima de todo, esa faena original y refrescante de David Galván. El diestro de San Fernando –fue el protagonista del cartel de las Fiestas de Primavera de Sevilla sin torear en su Feria- tomó bien la medida al público venteño y rompió cualquier esquema para firmar el trasteo más recordable de un ciclo que ya ha rebasado su ecuador. Permitan la petulancia: a algunos no nos extrañó que fuera así…
Tampoco sorprende ya la excelsa naturalidad de Juan Ortega, apoyada en una creciente capacidad y un espíritu de ambición que le lleva a encontrar toro en todas partes. No hace falta recordar la faena de Sevilla –la mejor de todo el ciclo sin la farfolla cargante de la Puerta del Príncipe-, la armonía de Córdoba o la cadencia madrileña, bálsamo de cadencia tras una espantosa voltereta que se resolvió con una paliza y algunos puntazos. Ya lo decíamos hace algunas semanas: es un torero para seguirlo. Apunten también la salida a hombros del novillero debutante Jarocho, la cara y la cruz de Roca Rey… Aún queda mecha.
Alternativa y retirada en Utrera
Más cositas: Curro Durán, hijo del cuerpo, se convirtió en matador de toros el pasado domingo en la plaza de su tierra, ese enorme y desabrido embudo de La Mulata –prácticamente imposible de llenar- que nunca debió sustituir al añorado y bizarro coso del Arrecife, un recinto singular que pertenecía a la propia historia doméstica de la ciudad del mostachón. Fue derribado en la apoteosis del ladrillo, ayuno del necesario blindaje urbanístico. Ya habrá tiempo de hablar de ello… El caso es que Curro, que llevó bordados los exvotos de la Virgen de Consolación en su chaquetilla, cumplió su sueño a medias. La alternativa no había podido ser en Sevilla, por abril, pero se acabó verificando delante de sus paisanos y a la altura de un excelente ejemplar de Algarra para el que algún novelero llegó a pedir el indulto. La espada dejó al toricantano sin salida a hombros. El camino comienza de nuevo.
Pero el festejo de Utrera ocultó otra noticia que estuvo a punto de pasar desapercibida. Los amigos de la Asociación Cultural Taurina Curro Guillén se encargaron de resaltar a través de Twitter –llámenle X- la retirada de un gran subalterno a caballo. Cristóbal Cruz, el prestigioso picador utrerano, decía adiós a la profesión de forma discreta, lejos de la despedida que habría merecido su larga trayectoria. Lo hizo a órdenes de Curro Durán y en la plaza de su tierra. Pero conviene recordar que el veterano varilarguero había acompañado a Morante desde sus inicios hasta la temporada 2022. Fueron 28 temporadas en las filas del diestro de La Puebla aunque en la última se produjeron distintas desavenencias personales y profesionales que iban a cambiar el fin de su carrera profesional. Un escueto mensaje de whatsapp fue el colofón de esa simbiosis. Cosas del toreo…
Homenaje a los Peralta
El festejo maestrante también se iba a solapar con otro acto que subrayaba la trascendencia taurina y social de dos centauros. En la calle Larga de La Puebla del Río, se descubría un azulejo en la fachada del edificio donde estuvo la casa en la que nacieron los hermanos Ángel y Rafael Peralta. Ha sido promovido por profesionales del toro y aficionados en su homenaje, coincidiendo con el día en el que se tomó la decisión de nombrarlos hijos predilectos de La Puebla. El reconocimiento es más que merecido. Enhorabuena a Rafael y todos los suyos.
Nos vamos marchando: este jueves se vuelven a abrir las puertas de la plaza de la Maestranza para el tradicional festejo del Corpus. Será el último en horario vespertino antes de pasar a las noches de los jueves 13 y 20 de junio. Después, en julio, llegarán las novilladas promocionales con su ambiente relajado y esas neveras que le otorgan carácter y atractivo. Que nunca falten. Más lejos, en el estreno del otoño, aguarda la Feria de San Miguel y con el día del Pilar el festival consagrado a las bolsas de caridad de las hermandades. Este año le toca a la cofradía de los Gitanos, en amor y compaña con la Asociación Nuevo Futuro. Es lo que queda de temporada en Sevilla.
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