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Julián López 'El Juli' se reivindica en Jerez con una gran actuación

El diestro madrileño sale a hombros junto a David Fandila 'El Fandi' y José María Manzanares · Buen encierro de la ganadería de Núñez del Cuvillo

El Fandi, Manzanares y El Juli salen a hombros en Jerez.
Francisco Orgambides / Jerez

12 de mayo 2012 - 01:00

GANADERÍA: Toros de Núñez del Cuvillo, correctos de presentación y de buen juego en conjunto; el cuarto fue premiado con la vuelta al ruedo. TOREROS: El Juli, dos orejas y dos orejas y rabo. El Fandi, dos orejas y saludos. José María Manzanares, oreja y oreja. INCIDENCIAS: Plaza de toros de Jerez. Tres cuartos de entrada. Levante.

Se había quedado fuera de Valencia, de Sevilla de Madrid... Pero El Juli dio ayer un golpe en la mesa y argumento muy seriamente en Jerez que con él hay que contar y ha dejado una gran tarde en su feudo jerezano. Fue una fiera. Se le vio en la actitud, la seguridad, la firmeza. Como encaró la tarde ventosa con madurez y fuerza. El Juli se creció con su lote y asombró en Jerez. Una tarde que comenzó con el minuto de silencio en recuerdo del ganadero Salvador Cebada Gago, uno de los grandes de la fiesta. Hace veintiséis años y dos días le indultaron en esta plaza a un Pregonero, último toro que salió con vida de una corrida concurso. Y le pusieron pegas porque en el cuarto puyazo -ha leído bien: el cuarto- volvió la cara.

Se pidió el indulto del cuarto, un Pocarropa que tomó un puyazo y no tuvo fijeza ni se entregó hasta que El Juli, literalmente, lo embebió en el quite, y rompió el toro de modo extraordinario en la muleta. Un gran toro, de vuelta al ruedo de ley. Ahí estoy con el presidente. Aparte de que el presidente se dejara el reló en la mesilla de noche, hubo muchas cosas y muy buenas en una tarde que, de salida, puso muy cara El Juli: abrió plaza con tal decisión que no parecía ni que le molestara el viento. Su primera faena fue de dos orejas por disposición, por capacidad lidiadora y por estética: bueno, bonito y caro.

Había atacado mucho a ese primer toro, con mucho sentido y superioridad, eso que llaman sitio y cerrando con un arrimón seco. Pero si con el primero estuvo extraordinario, a su segundo lo sublimó. No se puede estar mejor. con amplísimo repertorio: ahora cargando la suerte, ahora dejando marcada en la arena la huella de la zapatilla. Templaba la tela y arrastraba media muleta por el albero, dando profundidad al trasteo. Aquel Quemarropa ofrecía excelentes embestidas y El Juli le ponía la tela con mucha verdad, seriedad y aplomo. El toro se crecía a la vez que se agigantaba torero, la plaza botaba y el aficionado paladeaba ese toreo cerebral, casi científico, que El Juli rubricaba con remates torerísimos. La mano muy baja, la muleta arrastrada, los molinetes profundos de tanto como el torero extenuaban la calidad de la humillada embestida del toro. Un torero que parecía que no tenía cuerpo, pero que sumó a esa capacidad lidiadora una limpia estética.

El Fandi lo dio todo y al que todo la entrega nada se le puede reprochar. Su oferta torera en la fiesta es otra diferente, más festera, pero no menos honrada. Con su primero estuvo muy bien en todos los tercios, variado y de sensación con los palos ante otro toro noble. Su segundo tuvo fases: mejor en los primeros tercios y mejor en la primera fase de la faena de muleta, pero aquello no cobró vuelo.

Manzanares estuvo muy bien en su primero, toro con peligro que medía al torero, mirando y buscando el bulto, una seria amenaza en tres ocasiones.Muy bien el de Alicante, impávido ante el peligro porfiando y embarcando por los dos pitones. El público se enfadó por la segunda oreja, denegada. El cuarto vino a menos en la muleta y le espació la faena dejándolo respirar, aprovechando lo que tenía el noble animal de un encierro más que propicio.

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