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Borja Jiménez confirma este domingo en la México
Toros en Morón
La alegría de un día de toros regresó a Morón de la Frontera en una tarde de pocas nubes, algo de viento y mucho ambiente. Los bares que rodean a la plaza estaban colmados de expectación. Los tendidos, en los que había hasta polacos futboleros, sirvieron de punto de reencuentro entre aficionados y profesionales del toro. Todos brindaron a los tres toreros una calurosa ovación, que salieron al ruedo desmonterados a recoger el cariño del público, que casi agotó el aforo reducido.
Diego Urdiales abrió plaza y el apetito de los presentes, provocando con el capote los primeros oles. Su rival, que iba justo de fuerza, colaboró mientras pudo con el riojano. Un voluntarioso Urdiales no consiguió ligar pases con fluidez y ni la música de la Banda Municipal de Morón pudo animar el arranque del festejo. Palmas para él y pitos para el toro tras una estocada excelente. El cuarto, reservón y con malas condiciones, tuvo aún menos vitalidad que el primero. Sólo respondió a las banderillas, momento en que El Víctor resucitó a los espectadores con un celebrado par rojigualda. Un espejismo, ya que la faena se apagó mientras se encendían los focos del coso moronense. Pocos pases después, Urdiales le apagó el interruptor al astado con un magistral espadazo y un certero descabello.
Juan Ortega también empezó entonado con el capote. Alteró los tendidos antes de que hiciera lo mismo el Murube con el caballo de picar, tumbándolo y enzarzándose contra el peto. Su batalla contra el binomio le restó potencia. Y la faena decayó hasta que el sevillano se resignó, cogió la espada y sentenció al animal con una estocada levemente caída. En su regreso al redondel Ortega se encontró con un morlaco que fue de menos a más, permitiendo un aplaudido tercio de banderillas en el que se desmonteró Andrés Revuelta. Los primeros pases se convirtieron en compases de pasodoble. La armonía pasó del tendido al albero y Ortega lo aprovechó con la muleta, avivando el festejo con buenas tandas por ambos pitones y cortando una trabajada oreja.
Pablo Aguado no comenzó como protagonista su tarde. Lo fueron el silbado y astillado pitón derecho del primer juanpedro y el banderillero Diego Ramón Jiménez, que pisó mal sobre el albero corónense y se lesionó. Luego tomó sin suerte el joven diestro las riendas de la faena, pues el toro, falto de virtudes, no permitió sacar ningún rédito. El cierre lo puso Aguado, que conectó con los tendidos cuando cogió descalzo la muleta. Consiguió exprimir al Murube y encender a los presentes. La noche se apoderaba de Morón al tiempo que el sevillano lo hacía con Diferente. Un toro negro bragado que permitió, tras una media estocada de Aguado con la tizona y varios descabellos, poner el colofón a una variada tarde de toros en la Sierra Sur de Sevilla.
Ganaderías: Tres toros de Murube (primero, segundo y sexto) y otros tres de Juan Pedro Domecq (tercero, cuarto y quinto). Resultó blando el primero; manso el segundo; deslucido el tercero; un mulo el cuarto; se dejó a medias el quinto y tampoco sirvió el basto sexto.
Diego Urdiales, de pizarra y oro, ovación y silencio.
Juan Ortega, de verde tapete y azabache, ovación y oreja.
Pablo Aguado, de geranio y oro, silencio y silencio tras dos avisos.
Incidencias: Tres cuartos de entrada sobre el aforo permitido, reducido por la restricciones de la pandemia.
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