Juan Ortega paró los relojes

9ª de abono de la Maestranza | Crónica

El trianero le cortó las dos orejas a un toro brindado a Pepe Luis Vázquez

Daniel Luque levantó en el quinto una tarde que se despeñaba

Morante, sin opciones una tarde más

Natural inmenso de Juan Ortega a ‘Florentino’, el toro castaño que se fue al desolladero sin sus orejas.
Natural inmenso de Juan Ortega a ‘Florentino’, el toro castaño que se fue al desolladero sin sus orejas. / Juan Carlos Muñoz

Ficha del festejo

Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla

Ganadería: Cuatro toros de Domingo Hernández y dos de Garcigrande. El corrido en cuarto lugar, de Garcigrande, se partió el pitón izquierdo en el caballo y fue sustituido por uno de Hermanos García Jiménez que tampoco fue un dechado de presentación y bravura.

TOREROS: Morante de La Puebla, de plomo y oro, silencio tras aviso y pitos después de recibir un recado presidencial. Daniel Luque, de tabaco y oro, saludos y oreja. Juan Ortega, de caña y oro, silencio y dos orejas.

CUADRILLAS: Destacó por encima de los demás Curro Javier, sensacional con el capote en el primero. Saludaron en banderillas Joao Ferreira y Alberto Zayas.

INCIDENCIAS: Novena corrida de abono en tarde muy calurosa. Se colgó el cartel de ‘no hay billetes’.

APARECÍA el cartel más esperado por el aficionado sevillano. Era el cartel que ya cuando Ramón Valencia hace dos meses anunciaba la programación, suscitó la admiración unánime y ciertamente elogioso sobre esta terna del lunes de Feria. Y con el no hay billetes colocado de ni se sabe cuándo arrancó la tarde para que una vez más nos echásemos a temblar pensando en eso de vísperas de mucho, días de nada. Iban apareciendo toros y aquello no salía del marasmo, nos quedábamos sin ver a Morante y ni siquiera Luque fue capaz de levantar la tarde con el segundo. Luego Juan Ortega más de lo mismo, Morante estrellado contra el semoviente de Matilla que sustituía al garcigrande que se partió el pitón, pero quedaban dos toros en chiqueros y aquello dio un vuelco fantástico para que la gente saliese a la luz del Paseo Colón toreando con el recuerdo intacto de lo recién visto.

Estocada plena de sinceridad de Daniel Luque a ‘Fantasmón’.
Estocada plena de sinceridad de Daniel Luque a ‘Fantasmón’. / Juan Carlos Muñoz

Pero mejor será que vayamos por partes y empecemos por el principio, que no es mala cosa. Por lo pronto aparece Morante vestido más clásico de lo habitual en él, con un precioso terno plomo y mucho oro. Al primero, que se llama Brazalete, le endosó un lance a guisa de cartel de toros, una verónica por el pitón derecho que no se nos olvidará en mucho tiempo. Y aquí surgirá la figura de Curro Javier, gigantesco en la brega con capotazos largos que levantan un clamor. Un par de trincheras nos hacen soñar, pero el toro no tira hacia delante, no se entrega y Morante abrevia, o eso pretendía, pues se eterniza con los aceros y suena un aviso. También será avisado en el cuarto bis, el toro de Matilla que atendía por Estéreo y que se negaría a colaborar con el cigarrero. Era el sexto toro de Morante en esta Feria y tampoco nada de casi nada. Le queda la de Alcurrucén el viernes, vamos a ponernos en lo mejor.

Estocada plena de sinceridad de Daniel Luque a ‘Fantasmón’.
Estocada plena de sinceridad de Daniel Luque a ‘Fantasmón’. / Juan Carlos Muñoz

Quien sí atraviesa un momento extraordinario es Daniel Luque, capaz de pegarle pases a un mulo. A Fantasmón, su primero, le formó un lío a la verónica, Ortega respondió con unas tafalleras que sonaron a cante grande y replicó Luque por chicuelinas en un tercio de quites fantástico. Todo anunciaba triunfo, pero el toro duró poco y Daniel lo despenó de estocada tras pinchazo a toro arrancado. Y cuando la tarde parecía despeñarse, el gerenense volvió a decir aquí estoy yo con el quinto, un colorado llamado Treintaitrés, en el límite en cuanto a presentación. No está por la labor, pero Daniel le coge las vueltas, lo mete en el canasto y le cuaja una faena de mucho mérito en la que ni siquiera faltarán esas luquecinas sin la ayuda que tanto llegan al tendido. Daniel Luque en estado puro y la Maestranza rendida a quien ya considera uno de los suyos. La forma en que levantó la tarde lo hacen ya como aspirante principal a ocupar ese trono que tanto se publicita.

Cómo maneja los tiempos Daniel Luque, que hasta mandó parar a la banda considerando que lo mejor estaba por llegar. Lo mató por arriba y otra oreja para su esportón.

Juan Ortega remata de rodillas una tanda de redondos al toro de su gran triunfo, el castaño que cerró plaza.
Juan Ortega remata de rodillas una tanda de redondos al toro de su gran triunfo, el castaño que cerró plaza. / Juan Carlos Muñoz

...y Juan Ortega. Está Sevilla pendiente de lo que hace y andaba deseosa de que, al fin, diese un puñetazo en la mesa del toreo. Tiene Juan todo lo que le gusta al buen aficionado y, sobre todo, una cualidad que rara vez se da. Es la forma de detener el paso del tiempo con el capote y también con la muleta, que vaya cómo movió la franela en unos naturales eternos. En suprimero, un toro muy deslucido, no pasó nada, algún muletazo suelto, pero nada que contar. Y comentando lo bien que había estado Luque salió de toriles un castaño llamado Florentino, cortito de fuerza y que se pegó una gran costalada. Pero algo le vería Juan cuando se fue derechito a brindarle a Pepe Luis Vázquez para que a tal señor, tal honor. Mayestáticos ayudados por alto y la banda que ataca con Manolete para que el templo se haga más templo todavía y los tendidos leviten ante una obra de arte. Ladrillo a ladrillo, Juan fue levantando una catedral mientras los relojes quedaban parados en esas nueve menos diez gloriosa del lunes 15 de abril de 2024. Lío estratosférico, la faena indudable de la Feria y Juan Ortega como una realidad tras una faena onírica y con un cartucho todavía por gastar. Eso será el sábado.

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