José Tomás, torería, drama y épica

'El Gran Capitán de la torería', heroico, corta tres orejas y conquista nuevamente Granada Cerro, dos trofeos, y Finito, en blanco.

Foto: Pepe Villoslada
Foto: Pepe Villoslada
Luis Nieto Granada

20 de junio 2014 - 09:00

Llegó José Tomás a Granada como Gran Capitán de la coletería actual y retomó su plaza de toros en el día en el que habían coronado en Madrid a Felipe VI. En la capital del antiguo reino nazarí impactó de nuevo, con otro triunfo heróico, conjugando maestría, valor, temple y enardeciendo al público tras una gran actuación en su segundo al que cortó las dos orejas tras una cogida dramática.

Las huestes que le siguen fielmente a José Tomás arroparon a este diestro singular dinamizando desde la mañana la capital en hoteles, bares, taxis, etcétera, que lo notaron extraordinariamente. Día grande en Granada para el retorno tras dos años de ausencia de este José Tomás que ha elevado a 8.000 el número de abonados y que colgó desde el primer día que se anunció el cartel de 'No hay billetes'. No cabía un alfiler en la Monumental de Frascuelo donde el de Galapagar ha salido a hombros en varias ocasiones.

El primer toro de José Tomás fue devuelto por su carencia de fuerzas. Saltó un sobrero de Juan Pedro Domecq, jabonero, precioso y bien presentado, noble y al que le faltó poder. Verónicas templadas casi en los medios con unas chicuelinas tan ceñidas que levantaron ¡uyyy! en los tendidos. La faena se desarrolló en los medios, con torería, temple, muletazos suaves y dando tiempo al toro para que se refrescara. Con la diestra brilló especialmente en una serie de mano baja y en otra en la que relantizó los muletazos. Con la izquierda bordó el toreo con unos naturales barriendo la arena y que abrocho con un farol. Tras una estocada y un descabello ganó un trofeo.

Con el quinto astado, un astado de Victoriano del Río, bravo y exigente, jugó bien los brazos en los lances de recibo a la verónica. La faena, que brindó al público, fue coreada por el mismo desde su comienzo en el mismo platillo, en unos estatuarios en los que las dagas del toro le rozaron las femorales. Muy bien técnicamente, le tapó la cara en cada muletazo, llevando al toro embebido hasta que el animal se desentendió. Hubo mando en el trasteo. Cuando cerró tras unos naturales sueltos de bella factura, salió andando y el toro, de 580 kilos, como una locomotora, lo arrolló por la espalda, lo encunó. Voló José Tomás por los aires y al caer en la arena quedó conmocionado. Un grito angustioso invadió la plaza. Las asistencias se lo llevaron en volandas. Cuando Finito, tras un pinchazo, intentaba matar al astado, salió de la enfermería José Tomás, envuelto en una ovación estruendosa. Del drama a la épica. El diestro de Galapagar cuadró al toro y tras un pinchazo arriba, aplaudido, se entregó en una estocada y remató con un descabello. Para entonces el público gritaba ¡Torero, torero, torero!. Una especie de nevada cayó sobre los tendidos de la monumental granadina. Eran los miles de pañuelos solicitando las dos orejas que concedió de inmediato la presidencia. El diestro paseó despacio los trofeos en una de las vueltas al ruedo más clamorosas que se hayan vivido en una plaza.

Finito de Córdoba no estuvo fino. Con su noble primero, que humilló por el pitón derecho, extrajo algunos muletazos de buen corte en una faena que no llegó a romper del todo. Con el cuarto, un manso de libro, Finito logró varios muletazos con empaque hasta que anduvo tras el astado recorriendo el anillo. El joven extremeño Rafael Cerro estuvo voluntarioso ante su lote. Ante su primero, un astado con el hierro de Domingo Hernández, con un buen pitón derecho, se lució a la verónica. Su faena, que brindó a sus compañeros, tuvo la virtud de la ligazón con la diestra y caló en el público. Deslució el trasteo con la zurda, debido a varios enganchones.

Con el que cerró plaza, brilló con la capa, con varieadad en los lances, recibiendo al toro con dos largas cambiadas de rodillas junto a tablas. Tarde histórica con la toma de Granada a cargo de ese Gran Capitán de la torería que es José Tomás. Consquistador de la Maestranza granadina por una entrega total, con valor, temple y vergüenza torera. Un José Tomás que arrasó por su torería y que enloqueció al respetable tras sobreponerse de una cogida dramática en un triunfo que se cerró por la vía épica.

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