"Ir a la puerta de chiqueros era una declaración de intenciones "

Tarde soporífera en la Plaza de Toros de la Real Maestranza en la duodécima corrida de abono. La terna de matadores, Sebastián Castella, Cayetano Rivera Ordóñez y Daniel Luque, no tuvo suerte con sus toros. La corrida del hierro de Daniel Ruiz no dio apenas opciones para el lucimiento. Tampoco los dos sobreros, uno de Parladé para Castella y otro de Montealto para Luque, posibilitaron el triunfo.

Uno de los momentos de más emoción de todo el encierro lo protagonizó Cayetano cuando se dirigió a recibir a su primer astado, segundo de la tarde, Conde de nombre, a portagayola. El torero mostró su satisfacción por llevar a cabo este gesto con el que se quiso acordar de su padre, Paquirri; y de su hermano, Francisco Rivera Ordóñez: "Me ha llenado de satisfacción haberme ido a la puerta de chiqueros en una plaza en la que tantas veces lo hicieron mi padre y mi hermano".

Cayetano pudo disfrutar, quizás, del lote más manejable de la corrida. De su primero, resaltó que le había faltado pegar ese último tirón para transmitir: "El toro ha sido noble pero carente de raza. Le ha faltado repetir para que la emoción hubiera llegado a los tendidos". Cayetano recalcó la predisposición y la ilusión con la que venía a Sevilla. "Ir a la puerta de chiqueros era una declaración de intenciones. Sevilla merece el esfuerzo. Es una plaza en la que nos gusta disfrutar del toro y su gente". Del quinto, con el que recibió un aviso, explicó que se había venido a menos y se había desinflado.

Sebastián Castella, que abría plaza, no tuvo suerte con su lote. El primero que le tocó lidiar, sobrero de Parladé de nombre Arisco, no transmitía; el segundo, Rebujano, tuvo calidad pero las fuerzas justas. Así valoró el francés su actuacion: "El único que me ha dejado ha sido el cuarto. Poquito, pero bueno. La lástima es que lo haya pinchado, porque no sé si le hubiera cortado la oreja".