Importante dimensión de Diéguez y Gerpe y cornada grave a Fausto
Los novilleros Mario Diéguez y Luis Gerpe volvieron a destacar en Las Ventas, por la actitud y buen gusto mostrado por ambos, aunque fue el segundo de ellos el que se llevó al gato al agua con una oreja, en una tarde en la que el mexicano Santiago Fausto resultó herido.
Estar bien dos veces en Madrid tiene significado importantísimo, pues quiere decir que hay algo ahí, un concepto, una actitud, un valor, un querer ser que hace entrever futuro en alguien que puede empezar a llamar perfectamente a las puertas de las plazas y ferias importantes.
Así debería empezar a tenerse en cuenta desde ya al sevillano Mario Diéguez, que volvía a Las Ventas tras su grato debut en julio, y, nuevamente, gustó y convenció; y también Luis Gerpe, triunfador el año pasado, y que aprovechó con creces la transmisión del sexto para cortar otro apéndice. Fausto, en cambio, fue el peor parado, pues aparte de pasar de puntillas, acabó herido a última hora.
El primero de Diéguez tuvo genio en el primer tercio y empezó a orientarse en banderillas, esperando y cortando el viaje. Difícil papeleta para Diéguez con un animal con el que no valían confianzas: gazapón, mironcete y reponiendo las embestidas. Pero, lo que son las cosas, a base de aguante, firmeza y tragar también lo suyo, consiguió el sevillano solventar la situación con creces. En el quinto brilló de forma extraordinaria con las verónicas de recibo, con temple y embrujo, amorantadas, y qué decir de la media a pies juntos... de cartel. Con la muleta también esbozó naturales templadísimos, de muy buen trazo y exquisita expresión, pero, eso sí, fueron pases sueltos, pues el novillo, muy informal, ora embestía, ora se frenaba y punteaba.
Santiago Fausto cumplió en su primero. Ante el cuarto, trasteo tan correcto como frío.
Gerpe apenas pudo hacer nada con su primero, novillo sin fuerza ni empuje. El que cerró plaza, remiendo de El Montecillo, le pegó una cornada a Santiago Fausto en su turno de quites. Gerpe anduvo a muy buen nivel, con muletazos con relajo, gusto y aroma, muy de verdad. Como toda su faena. Fue arrollado también Gerpe a la hora de entrar a matar, por fortuna sin consecuencias, y acabó cortando una oreja de ley.
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