PROVINCIA
El pueblo de Sevilla aislado por una carretera con 365 curvas y cada vez más peligrosa

Faenas eternas y ricas en avisos

14ª de abono de Las Ventas

Infumable encierro de La Ventana del Puerto

El chiclanero Christian Parejo y su forma de estar en la plaza fue lo más destacado

Castella y Luque quisieron pero jamás pudieron

Con Roca Rey en el epicentro

Proyecto de pase de pecho del toricantano Christian Parejo a ‘Huracán, el semoviente de La Ventana que cerró el festejo. / Borja Sánchez-Trillo

Ficha de la corrida

Plaza de toros de Las Ventas de Madrid GANADERÍA: Cinco toros de la Ventana del Puerto y uno de Puerto de San Lorenzo corrido en cuarto lugar. Mejor la presentación que el juego, abundando la falta de raza. TOREROS: Sebastián Castella, de blanco y plata, aviso en ambos. Daniel Luque, de tabaco y oro, silencio en ambos con aviso en el quinto. Christian Parejo, de blanco y oro, que confirmaba alternativa, silencio en ambos con aviso en el sexto. CUADRILLAS: Saludaron en banderillas José Chacón, Iván García, Antonio Chacón y Vicente Herrera. A caballo lucieron El Patilla y José Palomares. INCIDENCIAS: Decimocuarto festejo de Feria de San Isidro en tarde templada y ventosa. Se colgó el cartel de ‘no hay billetes’.

DECÍAMOS con alborozo antier que San Isidro navegaba viento en popa y a toda vela, pero como por ensalmo ha cambiado el viento y las dos últimas tardes han discurrido para no recordarlas. Este sábado llegaban los toros de La Ventana con el remiendo de un toro del Puerto y tras dos horas y cuarto de duración, concierto de avisos incluido dominando sobre la tarde, la cosa derivó a suplicio. Toros aparentes en cuanto a presentación si exceptuamos el segundo, que fue muy protestado por su cara lavada, pero nuevamente hubo más continente que contenido. Lo mejor de la tarde fue que Las Ventas registró un nuevo llenazo, señal inequívoca de que los ataques que recibe de gente del otro lado del muro han vitaminizado a la Fiesta.

Tocaba también ceremonia de confirmación de alternativa y se trataba de un chiclanero afrancesado que fue la única nota agradable de la tarde. Christian Parejo dio una imagen de frescura, saber estar y desparpajo que mueven a esperarlo. Cartas de presentación inmediatas en el recibo a Bonoloto, un toro castaño de 581 kilos que cuajó con el capote en un recibo de delantales y chicuelinas que remató con una media sensacional. La tarjeta de visita abrió un compás expectante, pero es que a renglón seguido dio unas templadas tafalleras nuevamente rematadas con media de lujo. La plaza estaba con el toricantano y éste se mostraba dispuesto a tirar la moneda al aire. Y tiró la moneda, pero de poco iba a servirle, ya que el toro iba vertiginosamente a menos. Puso en liza todo lo que pudo, desde los iniciales pases cambiados a una serie de redondos con el punto y seguido de un muy buen pase de pecho. Muy tranquilo y sabiendo lo que hacía intentó el natural de frente, pero para entonces no había toro. Le pegó una estocada, sonó un aviso, descabelló y saludó desde el tercio.

El toro, noble y sin chispa, sería premonitorio para cuanto iban a dar de sí sus hermanos. Su segundo se lo brindó a José Ortega Cano tras unos detalles capoteros que otra vez abrillantó con la media. Valentísimo y entregado con la cabeza en su sitio, Christian se fajó con el mulato Huracán, otra mole. Y se metió en un laberinto de faena larga, muy voluntariosa, pero que no encontraba respuesta en el semoviente de turno. Y como la moda es alargar hasta aburrir, arrimón incluido, pues nota final para ese concierto de avisos que cada tarde de mayo se da en Las Ventas. De todos modos, Christian Parejo dejó su imagen muy bien parada y habrá que seguirlo.

Sebastián Castella siempre y Daniel Luque de tres años acá tienen a Las Ventas como si fuese el patio de sus casas. Son esperados con afecto, pues sus triunfos han sido muy importantes en plaza tan principal. Al francés le tocó para abrir boca un zaíno llamado Zamarrero que fue muy protestado de salida y que blandeó en las dobladas de Sebastián tras mansear en el caballo. Destacable una tanda de naturales, pero el toro, muy noble, adolecía de falta de empuje, Sebastián se metió entre los pitones, pero todo quedó en ovación y saludos tras el correspondiente aviso. En el cuarto brindó incomprensiblemente a la plaza. ¿Qué le vería Sebastián? Craso error, pues aquello no tenía futuro y el público le apremió a que abreviara, pero ya era tarde y sonó el aviso de turno.

Esperadísimo por Madrid Daniel Luque, el poderoso torero de Gerena se topó con un muro en forma de dos toros sin nada dentro. Inspector, un cinqueño negro, era una máquina de dar cabezazos en los engaños y Acedía, el toro más armónico del encierro, se alió con unas rachas de viento que contribuyeron a impedir el éxito que Daniel iba buscando. Nadie duda de la capacidad de este torero para sacarle a cada toro lo que lleva dentro, pero con esos toros... También brindó a la plaza, incluso tuvo un inicio bastante brillante con unos redondos desmayados, pero entre el viento y ese morlaco que dijo hasta aquí hemos llegado, nada de nada y con el adobo de más avisos, que fueron cinco en toda la tarde. Y es que la moda imperante de las faenas interminables da lugar a tantos recados.

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