Esquema similar para una cartelería irreconocible
Opinión
Mutismo en la rueda de prensa cuando se preguntó por las ausencias de los diestros del G-5. Sin Morante, El Juli, Manzanares, Perera y Talavante, por el archiconocido litigio con la empresa Pagés, en el que allá por noviembre Eduardo Canorea encendió la mecha y no intervino la Maestranza –propiedad de la plaza–, todo el mundo sabía que la cartelería no iba a contar con el brillo habitual de los nombres estelares que acuden recientemente a la plaza de Sevilla. En mi opinión, era el momento para no repetir el esquema habitual, en el que un alto número de puestos quedaba en pocas manos. Al contar con otros mimbres, era un año para aprovechar la coyuntura y abrir los carteles. De hecho, el abono comienza ya con un mano a mano –el año pasado no llegó a romper el que se hizo con El Cid y Luque, con victorinos– y se pierde un puesto en la corrida de Miura, que lidiarán Luque, que se estrena con esta divisa y Escribano, éste último por derecho propio tras su triunfo incontestable del año pasado ante esta divisa.
Con un par de toreros –El Cid y Escribano– que torearán cuatro tardes (tres en la Feria de Abril y una más en San Miguel)– y el nutrido grupo de diestros que hará doblete en la denominada feria abrileña que se celebrará en mayo, se ha perdido la oportunidad de que entraran en Sevilla varios matadores de toros interesantes. Aquí, cada aficionado tiene sus preferencias: veteranos como Mora, Finito o Aparicio; de corte artístico, como Curro Díaz, Leandro, Morenito de Aranda o Paulita o lidiadores como Urdiales, Aguilar, Rafaelillo, Uceda, Robleño o Pinar;andaluces como Vega, Jiménez Fortes, Pérez Mota, Caro Gil, Lamelas, Venegas o Torrecera... Sin repeticiones, al menos caben otras tres combinaciones con toreros interesantes. Pero el grave problema llega para los sevillanos excluidos, ya que si no torean en su plaza, difícilmente contarán con oportunidades en otros cosos. Por eso, este año, con una feria más abierta, quizás hubiera podido entrar algún otro torero más de la tierra. Con situaciones totalmente distintas, ahí están Luis Vilches, Salvador Cortés, Miguel Ángel Delgado, Bejarano o Carbonell, quien no ha debutado todavía como matador en este coso. La exclusión que ha despertado polémica ha sido la de Oliva Soto –ayer aparecieron los antidisturbios, a las puertas de la plaza, cuando querían manifestarse, por segunda vez, los partidarios del torero camero, a quien el alcalde de su pueblo, Rafael Recio, muestra su apoyo públicamente a través de un comunicado.
En Sevilla, donde el público siempre ha valorado positivamente esos carteles redondos con los que se encuentran en la cima, que faltan este año, es probable que descienda el abono nuevamente ¿Cabe una respuesta positiva ante toreros menos vistos? En este sentido será interesante conocer la respuesta del público y si considera que, con estos carteles, una rebaja de sólo el 15,52% es suficiente para renovar en una plaza que siempre se ha distinguido por los precios más elevados de España. En cuanto a las entradas sueltas, no habrá rebaja alguna.
Tras los hechos consumados en este litigio entre la empresa y el G-5, cabe preguntarse si estos toreros seguirán unidos como hasta ahora o el grupo se desmembrará como sucedió con el G-10 –ya hay algún torero, como Manzanares, que ha apuntado públicamente su actitud hacia un acercamiento, con la posibilidad de volver a torear en Sevilla lo antes posible–.
El resultado de todo este lío monumental es que la empresa pueda perder a corto plazo un determinado número de abonos; pero entra como variable una cartelería con un presupuesto infinitamente menor en comparación con las últimas ediciones. La incógnita la despejarán los clientes en breve. Lo que está claro, a día de hoy, es que ante esta atípica programación quien sale perdiendo es el aficionado, espectador y, fundamentalmente, el partidario que tiene como ídolos a esos primeros espadas que no están anunciados en una programación irreconocible para Sevilla.
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