Domecq, Cartagena y Hernández, a hombros por la puerta grande
Apenas un cuarto de entrada en la Plaza Real portuense para presenciar una corrida para rejones de Jódar y Ruchena, descastada y de escasa movilidad
Ganadería. Seis toros de Jódar y Ruchena, reglamentariamente despuntados para rejones y buena presencia. Mansos, descastados y parados. Solamente el tercero de la suelta tuvo algo de movilidad. REJONEADORES: Antonio Domecq, rejón (DOS OREJAS) y pinchazo y rejón (OVACIÓN Y SALUDOS). Andy Cartagena, rejón bajo (OREJA) y pinchazo y rejón (DOS OREJAS). Leonardo Hernández, rejón trasero (DOS OREJAS) y rejón (OREJA). Incidencias. No se llegó al cuarto de entrada en noche de calor. Presidió Ana Alonso.
Lluvia de orejas en la tradicional corrida nocturna de rejones. Pero la abundancia de trofeos no se corresponde exactamente con lo ocurrido en la noche del viernes sobre el albero portuense, donde la calidad de los rejoneadores y sus excelentes cuadras de caballos no tuvieron enfrente enemigos dignos de tal nombre.
El rejoneo, como el toreo, exige un mínimo de riesgo y que la pelea esté algo igualada.
Pero las corridas de rejones parecen deslizarse en estos últimos tiempos por una peligrosa pendiente, en la que únicamente importa el caballo y sus alardes y filigranas. Los toros, como en la noche del pasado viernes, han pasado a ser un mero pretexto para el lucimiento de unas largas y preparadas cuadras de caballos.
Si al toro para rejones, además de quitarles las puntas, le quitamos casta y movilidad podemos convertir estas corridas en una exhibición de doma vaquera muy alejada de lo que debe ser el clásico rejoneo.
Algo de lo que hablamos ocurrió en la noche del pasado viernes. Extraordinaria exhibición de tres rejoneadores y sus poderosos caballos frente a unos toros muy parados y que no querían pelea de ninguna clase.
Antonio Domecq estuvo mucho más entonado en el primero de la noche que frente a su segundo toro. Ante el que abría plaza estuvo en su línea habitual de sobriedad y elegancia. Los mejores momentos llegaron con Zahareño, colocando banderillas cortas dejando llegar al toro hasta el estribo y clavando en todo lo alto. Una meritoria labor que culminó con un buen rejonazo y que fue premiada con dos orejas.
Frente al cuarto de la noche, un toro parado y que embestía a arreones, estuvo algo más deslucido. Encontró muchas dificultades para colocar el rejón de muerte ya que el toro buscaba el refugio de las tablas.
El primer toro que correspondió a Andy Cartagena tal vez fuera el peor de la suelta. Manso, huyó desde el principio eludiendo la pelea y siendo necesario la continua intervención de los peones. A pesar de ello, el rejoneador, sobre todo montando a Fandi, alcanzó momentos muy brillantes.
Mucho mejor estuvo Cartagena frente a su segundo enemigo. Hizo las delicias del público montando a Pericalvo, con el que colocó banderillas con auténtica maestría dejando llegar mucho al toro. Posteriormente colocó un par de banderillas a dos manos de mucha calidad con Bisbal.
Leonardo Hernández tuvo como primer enemigos al mejor toro de la suelta. El único que tuvo algo de movilidad. Y no lo desaprovechó el joven rejoneador. Con Verdi protagonizó un espectacular tercio de banderillas, citando de lejos y quebrando en la cara del toro. Más tarde llegarían las banderillas cortas y al violín con Charope. Mató de un rejonazo algo trasero pero el público pidió con fuerza los trofeos.
El toro que cerró plaza fue otro marmolillo. Hernández tuvo que insistir una y otra vez para poder colocarlo en suerte. Todo tuvo que ponerlo de su parte el rejoneador que vio recompensada su labor saliendo a hombros junto a sus compañeros de terna.
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