David Galván, herido en Arnedo y Conchi Ríos abre la puerta grande
El novillero afincado en Los Barrios recibe una cornada en el glúteo y el escroto
El novillero David Galván resultó cogido ayer cuando toreaba al tercero de la tarde en Arnedo. El novillo le izó por los aires espectacularmente en mitad de un pase natural. Al caer Galván quedó conmocionado en el ruedo por una fuerte contusión en la cabeza, momento en el que el utrero le hirió en el glúteo, en el escroto y en el abductor. El ejemplar de Valdefresno llevaba ensangrentada la pala del pitón izquierdo. De manera inmediata el novillero ha sido llevado a la enfermería, donde, una vez estabilizado, fue trasladado al Hospital de Calahorra para estudio radiológico. Se hizo cargo del novillo Conchi Ríos que pasaportó con dificultades a un ejemplar complicado y con peligro.
En una tarde donde destacó una faena de Conchi Ríos que bien puede valer un 'Zapato de Oro'. La novillero murciana cortó dos orejas, que sirven, más allá de para lograr un importante triunfo, para ratificar los buenos argumentos de que dispone: toreo templado, estético y emocionante, todo ello con el común elemento de llegar con fuerza al público. Ella fue la protagonista positiva en una tarde que tuvo su lado amargo en el percance de David Galván, herido en el glúteo y escroto. Víctor Barrio sólo ha podido dejar retazos de su concepto.
Conchi Ríos logró una gran obra por su profundidad y transmisión al importante primero de Valdefresno, con motor y humillación. Comenzó la faena con buen aire, citando con el compás abierto, muy cruzada y dando mucho sitio. Lo llevó muy enganchado al utrero y le bajó la mano en varias tandas largas ejemplares por su temple y ritmo. Al natural construyó una serie de mucha estética, adornada en las postrimerías con desplantes. Mató de estocada fulminante y paseó el doble trofeo. Decoró su labor en el cuarto, con una vuelta al ruedo. Se fue a los medios, donde consiguió enganchar al novillo, manejable aunque muy ofensivo por delante. No le volvió la cara y mostró su asentamiento. Al entrar a matar sufrió una voltereta aparatosa por la que tuvo que ser atendida del labio.
Víctor Barrio fue silenciado con el playero que hizo segundo. Comenzó con estatuarios una faena que poco a poco fue perdiendo interés. Al quinto le instrumentó muletazos muy expresivos, aunque la faena no terminó de redondearse, quizá porque el novillo se apagó. En el sexto brindó en la puerta de la enfermería, en gesto a Galván. Tuvo un buen inicio, acoplándose al ritmo del de Valdefresno, algo soso. Barrio dejó atisbos de su expresivo concepto pero su esfuerzo no terminó de prender.
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