El Cid y 'Ostrero' culminan una tarde bonita

PLAZA DE TOROS DE ZALAMEA Ganadería: Un novillo para rejones de Fermín Bohórquez, cumplidor en su lidia. Tres ejemplares de Las Monjas, con romana pero de poco juego en el tercio final, con un tercer ejemplar que manseó. En cuarto lugar se jugó un toro de Salvador Domecq, bravo y venido a más en su lidia. ACTUANTES: Juan Quinta: dos orejas en el que abrió plaza. Manuel Jesús 'El Cid': saludos; dos orejas y rabo. David Fandila 'El Fandi': oreja; oreja. INCIDENCIAS: Lleno. El quinto del festejo de nombre Ostrero y del hierro de Salvador Domecq, obtuvo el indulto.

FUE un buen toro y enfrente tuvo a un buen torero. Para quienes se columpien en exquisiteces, probablemente al indulto de ayer en Zalamea le encuentren algún resquicio de duda.

A mí no me cabe ninguna. Fue un extraordinario toro, se creció como bravo en la muleta, recibió el castigo en varas que suele emplearse hoy en la mayoría de las plazas, pero además tuvo nobleza y sacó a flote su raza de bravo para que las reservas no se le agotaran de tanto embestir como embistió a la muleta de Manuel Jesús El Cid, a quien la empresa trajo en sustitución de El Cordobés.

Y El Cid, empeñado en hacer histórica la tarde de ayer en Zalamea, le dio fiesta por los dos pitones. Si bien metía la cara por el derecho, por donde el de Salteras le plantó la muleta de forma amigable para no quebrantar de inicio, mejor lo hizo por el izquierdo, por donde la muleta de El Cid arrastró suave y templada por el albero hasta emborrachar a la plaza de toreo.

Era el quinto acto de una tarde que había traído como sobrero a este Ostrero, del hierro de Salvador Domecq, como sustituto de un titular de Las Monjas.

Entipado en la línea de la casa, El Cid le adivinó pronto la calidad que voceaba cada vez que metía los pitones en la muleta en ese ritmo pausado, pero importante que tienen los toros bravos. Repetía con nobleza y la lidia, que no había tenido comienzo esperanzador en el primer tercio, comenzó a brotar a borbotones de buen toreo, con ligazón y temple hasta que la plaza se contagió de tanto bueno en el ruedo y se juntaron a esa voz de indulto. Así que nada de rasgarse las vestiduras con purismos y entelequias rancias. De los más merecidos de los últimos tiempos ese de ayer en Zalamea.

Los tres de Las Monjas aportaron kilos y poca raza. Muy parados durante toda su lidia, se vinieron abajo después de salir del caballo. Un castigo para la tarde donde se estrellaron las voluntades de El Fandi con un lote de lo menos potable que ayer se despachó en toro. Muy rajado y sin interés en la lidia, su primero terminó aquerenciado en toriles después de no tomarse en serio el esfuerzo del granadino por mantenerlo en la faena. Solventados con éxito los rehiletes, la virtud de El Fandi estuvo en no aburrirse de tanto buey y le acabó arrancando una oreja a este su primero, mientras que los rehiletes, esta vez mejor la ejecución, y una rotunda estocada marcaron otra oreja frente a ese sexto del festejo, otro toro que se quedó hecho un marmolillo en los primeros compases de la faena. El Fandi, con oficio y sin perder la compostura, defendió su tarde.

En cuanto al debutante Quinta, no les voy a cantar ahora los elogios de quien tiene una cuadra cortita y además le falta oficio, pero en la tarde de Zalamea suena a honesta su puesta en escena frente al buen novillo de Bohorquez. Honesta y de intenciones sanas porque siempre buscó la forma de clavar arriba los palos. Le falta acoplar muchas cosas, pero joder, ¡es un debutante!, y no es mala cosa andar en la fortuna, y también el acierto, que tuvo a la hora de meter un fulminante rejón de muerte.