Carlos Crivell: "La de Espartaco es una historia de superación"
El veterano informador taurino sevillano ha escrito la biografía de Juan Antonio Ruiz Román, editada po El Paseíllo, realzando la trascendencia taurina y los valores humanos de una gran figura del toreo.
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La historia taurina de Espartaco ya estaba escrita en el ruedo. Pero había que ponerla en letra impresa, dentro de la valiosa colección del sello editorial El Paseíllo bajo el título Espartaco, gran maestro del toreo. Ha sido el reto asumido por Carlos Crivell Charneco, un veteranísimo periodista taurino que ha vivido en primera línea la eclosión profesional, el auge y hasta la inevitable decadencia de un torero fundamental que firmó una lección inolvidable el Domingo de Resurrección de 2015. Crivell, apoyado en un exhaustivo repaso estadístico y en la memoria gráfica de los Arjona, Jesús Martín Cartaya y Rafemo, realza los valores humanos y la trascendencia taurina de una de las figuras más importantes del último cuarto del siglo XX. Recientemente ha sido galardonado con el Premio Taurino del propio Ayuntamiento de Sevilla. Espartaco, uno de los penúltimos toreros realmente famosos, ya forma parte de la memoria doméstica de todo un país.
- ¿Por qué un libro de Espartaco?
- Hay tres motivos: uno es un reto personal porque aficionados y compañeros me lo habían pedido. Mi trayectoria como informador taurino es paralela a la vida profesional de Espartaco y he asistido a toda su carrera. Segundo, por el propio torero. Había un libro escrito por su apoderado Rafael Moreno pero estaba hecho desde un plano más intimista y personal. Le faltaba esa visión objetiva, vista más desde fuera. Y tercero, hay que destacar la excelencia de un torero que dominó la escena taurina en las últimas décadas del siglo XX y fue una figura del toreo incontestable. Esa vida merecía un repaso. Es un homenaje a Espartaco desde la admiración y por algo que todos sabemos también. Trasciende al propio oficio. Es una persona tan extraordinaria que da gusto escribir o leer de él. Por todos esos motivos decidí que merecía la pena hacer el esfuerzo.
- Hay que reivindicar esa condición de primera figura.
- Fueron años en los que hubo muchos toreros buenos. Una de las características de la vida taurina de Espartaco es que le soltaron y le inventaron multitud de competidores. Los superó a todos. Había que poner en su sitio esa trascendencia. Su figura va un poco a la inversa de otros toreros. Otros comienzan toreando muy bien y luego, a lo mejor, adquieren la necesaria capacidad técnica. Espartaco fue un prodigio técnico pero toda su vida estuvo marcada por la obsesión de torear mejor. Fue al revés. En realidad es el padre natural de mucho de lo que ocurre ahora mismo –con la aportación de Ojeda- en sitios, en terrenos, en distancias, en alturas… En todo eso es un genio que logra torear a un altísimo porcentaje de toros a los que acaba cortando las orejas.
- Espartaco sigue siendo un hombre de hoy, vigente, pero pertenece a una época en la que los toreros aún nacían de un estrato humilde. Pertenece a un mundo ya perdido.
- Tenía en su casa a un personaje como su padre. Todos sabemos lo que significó para él en lo bueno y en lo malo. Antonio, el padre, se fue a Madrid como modestísimo banderillero y allí pasó la familia muchas fatigas. Es una historia de superación, como la de todos los toreros que llegan arriba, de torear mucho casi sin repercusión en la época de los Lozano y los Choperitas, de estar a punto de quitarse de los toros… Lo he discutido con él, aunque siempre ha sostenido que estaba a punto de retirarse cuando salió el toro Facultades que le cambió la vida. Ya había sido primero del escalafón, había abierto la Puerta del Príncipe… ¿Cómo pretendía meterse a banderillero? Decía que no había ganado ni un duro…
- Ese afán de superación vuelve a hacerse presente a raíz de la lesión de rodilla que le quitó del toreo en 1995. Era un volver a empezar…
- Su meta y su obsesión pasaban por no quitarse de los toros por culpa de una lesión. Y lo consiguió en el 99 después de cuatro años parado. Tenía que demostrarse a sí mismo y a los aficionados que aquello no podía quitarlo del toreo.
- La de Espartaco es la última –o la penúltima- generación de toreros famosos.
- Espartaco es un torero popular y con carisma. Tenía recursos muy válidos: era un hombre de sonrisa abierta que le hacía conectar con los públicos. Pero sobre todo era un torero accesible, no era como otras figuras de estos tiempos que son inalcanzables. No tenía jefe de prensa; le llamabas a su móvil y se ponía. Ahora hay muchas barreras pero él no ponía ninguna para atender desde el medio más modesto al más encopetado. Vivió siempre cerca del pueblo y sí, ha sido uno de los penúltimos toreros que ha tenido vigencia en la sociedad más allá del ruedo. Ha conseguido un tremendo respeto sin perder la popularidad.
- Hablamos de un torero de Sevilla y por Sevilla más allá de sus propios tópicos, de cualquier almibaramiento.
- Rompe el tópico del sevillanismo, del ombligismo de Sevilla con sus toreros. Es una cosa perfectamente lógica, lícita y entendible. Estamos viviendo otro momento en el que volvemos a mirarnos el ombligo pero Espartaco rompe la marca habitual de lo que es el toreo sevillano para ser un torero de Sevilla y queridísimo por Sevilla no sólo por sus triunfos repetidos sino por las ganas, los llenos… Salvando las primeras tardes, a partir de 1985 prácticamente todas sus corridas en la plaza de la Maestranza se cuentan por llenos.
- El reflejo estadístico, precisamente, tiene una gran importancia en el libro.
- Lo primero que hice fue conseguir una buena documentación aunque de la etapa de novillero me resultó imposible. A partir de su alternativa en Huelva pude ir consultando y contrastando toda la documentación a mi alcance. Era muy importante para mí porque yo me había fijado en otros libros de toros que me habían marcado que incluían un apéndice con todas las corridas que habían toreado otros toreros. Era la ocasión ideal de hacerlo con Espartaco, poniendo en pie las 1350 corridas en las que había participado. A partir de ahí me animé a escribir el libro. No quería que saliera sin ese estudio estadístico. Ahí está para el que quiera consultarlo.
- Hay que ir al comienzo del libro que en realidad es el final. La figura de Espartaco se redondea, se revaloriza y adquiere su definitivo valor con aquella reaparición puntual de 2015 que, a la postre, fue una lección de gran maestro en medio de la asonada de las figuras.
- Es la gran guinda de su vida. Después de la retirada de 2001 había vuelto a torear de modo anecdótico pero aquella corrida de despedida, con Ortega Cano y Ponce en el cartel, resultó desgraciada: por la lluvia, por los toros… Se fue de la profesión con la amargura de ese adiós. En 1991 también había sufrido por toda la polémica que rodeó la suspensión de la corrida de la Expo. Aquello se frustró y dejó muy mal sabor de boca. Se culpó, en parte con razón, a Espartaco y Rincón que acabaron quitándose de la corrida por el cambio de ganado. Aquello fue un escándalo… Hay otro detalle, nada despreciable, y era la ilusión de que su hijo Juan le viera vestido de luces en Sevilla. Todo confluye para algo que de momento pareció una pequeña locura… Venía a darle una lección a unos señores que habían dado la espalda a una plaza a la que tanto le debían. Dio un paso adelante. Primero porque se lo piden pero sobre todo porque soñaba con olvidar esos malos recuerdos. Dios ayuda a los buenos y aquella corrida ya está en la pequeña historia de nuestras vidas. Al margen de como estuviera, que estuvo bien, queda la imagen de ese tío vestido de luces, de la alternativa de un torero revalorizado como Borja Jiménez… La gente volvía a vitorear a Espartaco.
- Y todo ello en medio de las circunstancias que rodearon aquel gesto.
- En el libro no me duelen prendas en señalar públicamente a los toreros que hicieron el boicot a la plaza de Sevilla. Porque lo hicieron. Quede constancia de que hubo cinco señores que luego fueron cuatro que no quisieron venir a torear a Sevilla en 2014 y 2015. Espartaco dio el paso para eso.
- Los vaivenes políticos han desterrado el toreo de Espartinas, un pueblo que muchos colocan en el mapa gracias a su torero.
- Algunos me han preguntado que si iba a presentar el libro en Espartinas. Desde luego no será con el apadrinamiento del Ayuntamiento actual pero si alguien se atreve sería bonito. A lo mejor no le hacía falta que Espartaco pusiera su pueblo en el mapa pero le dio algún espaldarazo. Ahí está su monumento, abandonado junto a esa plaza de toros vandalizada, cada día más triste y más pobre.
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