Borja Jiménez, un segundo que cambió una vida
El joven diestro de Espartinas, definitiva revelación de la temporada 2023, comienza esta tarde la campaña toreando en Castellón. Será con ‘victorinos’, la ganadería que cambió su vida
Festival en Pineda: toreando en Lancastershire
¿Quién ocupara el trono del toreo en Sevilla?
El clarín está a punto de sonar. Borja Jiménez hará esta tarde el paseíllo en Castellón para lidiar la corrida de Victorino Martín, mano a mano con Paco Ramos. El viejo hierro de Albaserrada y la repercusión de la plaza de Las Ventas cambiaron su vida el pasado otoño después de varios años de forja silenciosa y una férrea fe en sí mismo. El concurso de un peculiar Pigmalión –el ´singular taurino charro Julián Guerra- ha sido fundamental para extraer los mejores registros del torero de Espartinas. En Sevilla le esperan tres funciones. La guerra sigue…
Si el año pasado le hubieran contado –tal día como hoy- todo lo que estaba por pasar…
Hay veces que lo pienso en frío y no termino de creérmelo. El año pasado, a estas alturas del año no teníamos casi nada, sólo una corrida en Cantillana y la Copa Chenel… ¡Cómo ha cambiado todo! Tenemos hechas más de veinte corridas de toros ahora mismo.
Pero Borja Jiménez ha cambiado poco…
Yo sigo siendo el mismo, con el mismo ritmo de entrenamiento y de campo. Lo que sí ha cambiado este invierno es que he ido a muchos actos, he asistido a más de cuarenta entre premios y tertulias pero por lo demás he mantenido el mismo ritmo.
La suerte siempre puede intervenir en la vida y en el toreo más pero las cosas no son casuales. Lo que le ha pasado obedece a otras motivaciones.
Han sido muchos años de trabajo sin esperar recompensa, de torear muy poco y entrenar muy fuerte. No dejaba de prepararme pero apenas toreaba una o dos corridas en estos últimos siete años. Esto ha llegado gracias a ese trabajo pero también hay que tener ese punto, ese día clave en el que las cosas te salen bien.
En ese tiempo… ¿Ha habido un momento, una vaca o un toro clave que revelara lo que podía pasar?
A raíz de la pandemia comencé a torear muchos toros en el campo. Eran toros fuertes, de plaza de primera, y ahí empecé a cruzar la línea. Hubo un toro definitivo que me abrió los ojos, en lo de Julio de la Puerta. Salió bueno y me dio la motivación para saber que podía hacer en la plaza lo mismo que había logrado en el campo.
Ese toro pertenece a la intimidad del torero pero para el gran público hay uno –o tres- toros de Victorino que lo lanzan todo, que dan la vuelta a una vida entera.
Esa corrida de Victorino es la que me ha puesto en el circuito de las ferias. No fue una corrida fácil pero tenía un fondo buenísimo y ese día estaba dispuesto a todo. Tiré la moneda al aire pensando que era la última bala que tenía para cambiarlo todo. Que fuera lo que Dios quiera… Me entregué con cada uno de los animales y me devolvieron esa entrega con buenas embestidas. Gracias a esa ganadería, a ese día, pude salir de la situación que tenía. Pero todo aquello esconde una bonita historia: el primer toro de Victorino, que me iba a cambiar la carrera, se llamaba Paquecreas y al final era un reflejo de mi propia carrera que se ha basado en creer en mí mismo.
Hay un muletazo al natural que marcó un antes y un después. Ahí se volvió la plaza del revés…
Las dos primeras tandas habían sido por el lado derecho y no me lo puso fácil. Cuando cogí la mano izquierda, en el segundo muletazo, se la dejé muerta pensando que fuera lo que Dios quiera. Y ahí el toro empezó a romper y fue cuando la faena cogió fuerza con las dos tandas al natural que le pegué.
Son segundos que cambian una vida…
Segundos que pueden cambiarlo todo. Si en vez de dejársela muerta le hubiera pegado un toque fuerte a lo mejor el toro no hubiese roto para adelante y no habría pasado nada. Hay momentos clave en las faenas y en la vida de un torero en los que hay que tirar la moneda… Gracias a Dios salió cara.
Pero hay otras claves y una de ellas es la trascendencia. Recordaba a otros toreros y a otros tiempos.
Lo de Madrid esotra cosa. La corrida de Victorino, las tres orejas que no se cortaban desde hace tiempo… Todo eso le ha dado una trascendencia brutal. Creo que también ha calado mucho la situación de haber estado prácticamente parado y seguir en la lucha sin aburrirme, en el camino que creía correcto. No toreaba casi nada pero me daba a respetar, enseñando mi verdad fuera de la plaza.
Era uno de esos días en los que se junta todo, en los que hay una predisposición especial. La comunión con el público fue fundamental.
Veníamos de una temporada llena de toques de atención. El más fuerte, a mitad de temporada, fue el de Pamplona con la corrida de Escolar. A raíz de esa tarde los profesionales empezaron a mirarme de otra forma. Fue una corrida muy dura en la que hubo que tirar para adelante por la cornada del maestro Robleño. Ése fue el definitivo punto de inflexión, unido a la Copa Chenel… todo eso fue creando un buen ambiente para que en Madrid pasara lo que pasó.
Los carteles de Sevilla ya llevan varios días en la calle. Ha pasado de buscar un hueco en la corrida de la oportunidad a ser uno de los toreros base del abono.
Es muchísima responsabilidad. Toreé en Sevilla en 2016 y no pude volver hasta estos dos años con la corrida de seis toros. Me había llevado cinco temporadas sin que me pusieran y ahora estoy colocado tres tardes. En una sola tarde puede cambiar una carrera entera pero ahora hay que mantenerse y seguir golpeando. Esto no puede quedarse en un triunfo de un solo día. Me queda una buena…
La corrida de Victorino Martín era irrenunciable en Sevilla.
Victorino es la ganadería que me ha puesto en el camino y es un acierto que la mate pero debe ser en plazas resonantes. No creo que nos vayamos a encasillar. Vamos a matar también otro tipo de ganaderías. Habrá tardes con figuras…
El cartel de Sevilla es redondo.
Es de los carteles fuertes de Sevilla con la primera tarde de Roca Rey anunciado con los victorinos; con Escribano, que cuenta con tantos triunfos con esa ganadería… Yo también vengo de triunfar con ellos en Madrid. Se reúnen muchas circunstancias y además a Victorino le embisten muchos toros en Sevilla. La tarde es de máxima expectación.
Aún no he preguntado por Julián Guerra.
Nos hemos conocido muy bien. Nada más mirarnos sabemos perfectamente que es lo que está faltando y que es lo que estamos haciendo bien. Todo el mundo dice que es muy exigente pero es que yo vengo de la casa Espartaco padre y esto no me coge de nuevas. Cuando de verdad quieres ser alguien en el toreo, tener alguien al lado que no te pase ni una en el momento de aflojar, que te apriete, que te corrija… Eso no está pagado. Julián tiene el toreo metido en la cabeza y lo sabe transmitir muy bien. Y yo se lo estoy sabiendo captar. Me dio la posibilidad de marcharme a Salamanca y no lo dudé. Sabía que esa podía ser mi escapatoria y el tiempo nos está dando la razón. Allí estoy metido, entrenando mañana y tarde y no hago nada más.
Pues esto está aquí ya…
Este domingo empezamos en Castellón, en un mano a mano con Paco Ramos y toros de Victorino Martín. La cosa empieza fuerte.
Un peculiar código
Contemplar un entrenamiento de Borja Jiménez es un auténtico ejercicio de concentración. La impresionante comunión con Julián Guerra -que emplea una peculiar codificación para guiar a su pupilo- permite descubrir resortes insospechados en las embestidas de las vacas. Días atrás, en la ganadería de Gabriel Rojas, los cabales que asistieron al tentadero pudieron comprobar el virtuosismo del taurino charro, un auténtico erudito de las embestidas y el toreo que ha sabido sacar lo mejor del torero de Espartinas.
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