Sujétame el cubata: Una 'Zorra' en Eurovisión
benidorm fest 2024
El dúo Nebulossa rompe muchos moldes y le otorga un sentido del humor consciente, inteligente y reivindicativo a los 62 años de participación española en el certamen europeo
Por si no lo sabías, hay una canción que se llama 'Zorra' y va por España a Eurovisión
España en Eurovisión: del suspenso a la matrícula de honor
El presente análisis de lo sucedido en la tercera edición del Benidorm Fest podría titularse de múltiples maneras. Por ejemplo Dos extraños, el precioso bolero casi ganador del concurso e interpretado por st. Pedro, que resume como nada la relación que ha llevado España con Eurovisión en sus hasta ahora 62 participaciones: la de una pareja que se conoce de toda la vida pero no termina de pillarse el punto, mas que la convivencia sea tolerable entre ambos porque el roce hace el cariño.
O bien podría denominarse Buscando a Chanel desesperadamente, ya que desde aquel oasis en el permanente desierto de hace dos años, muchos desean otro SloMo, el santo grial, la piedra filosofal, una propuesta con la que arañar un triunfo que siempre se nos escapa, sin ser conscientes de que precisamente en la singularidad de la misma radicaba su talante ganador, el de tomársela con profesionalidad, una intención que España no ha tenido en cuenta en los últimos 20 años. Lo paradójico del fenómeno es que tampoco haya buscado deliberadamente no exactamente lo contrario, sino lo complementario, lo que viene a ser uno de los fuertes de nuestra idiosincrasia, con más de una y de dos candidaturas no hace tantísimo en esta tesitura y que aún se recuerdan (Las Supremas de Móstoles o La Casa Azul) con muchísimo cariño. Un rasgo de personalidad casi nunca aprovechado de manera correcta o consciente. Hablamos del sentido del humor, que siempre alivia y, en ocasiones, cura.
Si lo de 2023 fue demasiado rompedor, incluso para los oídos patrios, con la mejor propuesta escénica española de la historia en forma de pequeña obra maestra de tres minutos llamada Eaea, de Blanca Paloma, y lo que les cayó encima a la ilicitana y a su predecesora Chanel por, justamente, pasar de cero a cien, de la mediocridad a la excelencia en apenas 24 meses, por ser más que buenas en lo suyo, a la victoria de este pasado sábado solo le cabía transitar por el camino de en medio, ese que se nos da tan bien a los españoles y que nos ha permitido sobrevivir durante siglos de desabrida convivencia, pero al que en demasiadas ocasiones no sabemos sacar jugo, por lo menos en un espacio tan divertido como Eurovisión. El equivalente a hacer un alto en el camino, sentarnos en la barra del bar, compartir un combinado, contarnos varios chistes para destensar y pensar que, a pesar de todo, hay que aprender a tolerarse aunque existan asperezas. A retarnos desde el compadreo y la camaradería, en definitiva.
Así que el mejor titular para la victoria de la canción Zorra, del dúo Nebulossa, en Benidorm Fest es eso tan typical spanish de "¡no hay huevos! ¿Que no? Sujétame el cubata". Lo que decíamos, una concepción inteligente del sentido del humor de la que el país que exportó Macarena o Aserejé parece avergonzarse sin saberse muy bien por qué. Hasta que, por fin y para delirio de eurofanes, que querían su particular Frankenstein entre Nochentera y Ay mamá, se obró el milagro en la ciudad alicantina en una ajustadísima final donde sonaban fuertes el mencionado st. Pedro, Jorge González o Angy.
Porque mira que hemos visto cuadros sobre el escenario de Eurovisión. El matiz es que siempre los pintaban los otros y nunca lograban herirnos esa realidad abstracta y manoseada llamada "orgullo nacional". La intentona ya contó con un precedente con pobre resultado -y no precisamente por la puntuación que recibió-, en aquella broma verdaderamente sin gracia que trajo Rodolfo Chikilicuatre en 2008. Lo que diferencia aquella torpe propuesta del triunfo del matrimonio formado por María Bas y Mark Dasousa es justamente el calculado sentido del humor con el que se ha gestado, un caramelito musical que, presentado con indisimulada retranca, envoltura y mensaje, sabe a gloria y es más que necesario en estos tiempos de odios enconados que nos gobiernan. Y es que, además, se ha convertido en un pequeño gran éxito que ni en sus mejores sueños tuvieron sus protagonistas. Nebulossa viaja a Malmö presumiendo de la España luminosa, abierta, tolerante, exótica a ojos foráneos pero siempre disfrutable y disfrutona, a pesar de nuestras oscuridades actuales y pasadas. Somos más zorras y zorros de lo que pensamos y ya es hora de gritarlo a los cuatro vientos.
De la candidatura de Nebulossa pueden decirse muchas cosas pero nunca, nunca que exhibe mal gusto, como se está leyendo en ese tribunal de inquisición pública online llamado X (antes Twitter). Mal gusto es ponerte a conversar con tu prima en el cine mientras el resto de espectadores intentan disfrutar de la película, los discursos de Ayuso, los lloriqueos del independentismo catalán, los pseudoperiodistas que campan sin ton ni son por la fachosfera o que Andy (el amigo de Lucas) llame "tontos" a los periodistas de este grupo de comunicación por hacer su trabajo cubriendo el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas del Carnaval de Cádiz. Y, sin embargo, hay que convivir también con esa parte de la realidad aunque no nos guste, porque en ese difícil equilibro reside la verdadera libertad. En oír lo que no quieres escuchar y en expresar lo que no toleras de los demás.
Lo de Nebulossa se llama oportunidad y falta de prejuicios, se denomina saber reírse de sí mismos y convertir la música en una catarsis colectiva, lo que al fin y al cabo es Eurovisión; una fiesta diversa para celebrar que con estar vivos para bailar, cantar y emocionarnos juntos, podemos darnos con un canto en los dientes sin importar las fronteras físicas o culturales.
Y se llama también romper moldes. Si ya lo hizo en 2022 por Serbia Konstrakta con el tema In corpore sano, una canción protesta singular donde la artista se lavaba las manos como crítica al sistema de salud en su país y que además terminó quinta en la clasificación, ¿por qué no puede hacerlo Nebulossa con sus bailarines con corpiños y la resignificación del misógino insulto de Zorra? Como contábamos, lo hicieron otros antes. Pero la paja en el ojo propio escuece todavía más.
Nebulossa ha ganado ya mil batallas antes de comenzar la verdadera contienda de aquí a mayo. Por hacerle un corte de mangas al edadismo, por su estética kitsch que enerva aún a los señoros que pueblan nuestras realidades circundantes, por su intencionalidad reivindicativa y -a la vista de algunos comentarios en redes sociales- más que nunca necesaria y porque, y de nuevo paradójicamente, parece que molesta que seamos capaces de pasárnoslo bien más allá de los mantras de "esto es una vergüenza" o "no nos representa", ideas tan subjetivas como los criterios para elegir al supremo vencedor en cualquier competición que se precie.
Que Eurovisión siga dando que hablar más de medio siglo después es un hito del que pocos formatos televisivos pueden presumir. Y que lo haga con un desprejuiciado electropop como Zorra y con Benidorm Fest como buque insignia, con sus altos y bajos, supone un acierto brutal de Televisión Española, una apuesta por descubrir otras músicas, diversidad, públicos, por traer un entretenimiento bien hecho al prime time que nos alegra la vida, aunque sea una vez al año Es indudablemente una muy buena noticia porque estamos muy faltos de las mismas, de sonrisas, de interesantes artistas que se arriesguen con sus propias creaciones ante tanto programa con cantante de covers. Por todo ello, el pasaje de avión de Nebulossa a Suecia, a la LXVII edición del Festival de Eurovisión, cuando además se cumplen 50 años del mítico Waterloo de Abba, es una oportunidad maravillosa para entregarnos al entretenimiento sin pensar más allá, sin competitividad tóxica. Sujetadnos el cubata amigos, que lo vamos a dar todo aunque la recompensa sea un bottom place. María Bas y Mark Dasousa seguro que se lo pasarán teta. Nosotros, también. Va por ti Rigoberta.
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