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"Cuando voy a la charcutería siempre me regalan el salami"

pablo chiapella. 'el paisano'

El actor que da vida a Amador en 'La que se avecina' comienza a grabar para La 2 un programa en el que convivirá con los vecinos de pueblos de menos de mil habitantes

Pablo Chiapella en la presentación de 'El paisano' en el reciente FesTVal de Vitoria. / Rtve
Francisco Andrés Gallardo

16 de septiembre 2017 - 21:36

-podríamos calcular que un 99% de los españoles conocen a Amador Rivas ¿qué porcentaje diría que saben el nombre del actor, Pablo Chiapella?

-Pues debe de ser el 1% restante. Entiendo que me llamen por Amador y que él me haya tapado. Pero no me lo tomo a mal. A raíz de la popularidad de Amador, al cabo de diez años, hay muchas personas que se han interesado por mí, acuden a verme a los monólogos. Los adolescentes me buscan porque me conocen desde que niños . Soy como de la familia. Yo no voy a renegar de Amador...

Mis hijos en la ficción son mi familia, son mis colegas, porque siempre planteamos la serie como un juego"

Pablo Chiapella se va a desquitar algo de la ficción siendo él mismo en El paisano, un programa para La 2 que ha comenzado a grabar. Producido por Brutal Media, adaptando un formato belga que ha tenido repercusión en TV3 como El foraster, el actor de La que se avecina, presentó este programa en el FesTVal de Vitoria. Tenía ganas de un proyecto semejante.

-¿Lo de ser actor y lo de llegar a ser Amador vino todo por casualidad?

-Yo soy profesor de Educación Física y siempre me gustó la interpretación. Todo ha tenido algo de casualidad, junto a Joaquín Reyes y los demás. Hice varias series antes de mi oportunidad en Aquí no hay quien viva. Cuando creía que tenía serie para rato, con esa estabilidad que buscamos los actores, a los seis episodios concluyó porque la productora cambió de cadena. Me presentaron un día a Amador, para La que se avecina, y nadie se imaginaba que años después iba a ser tan popular. Mis amigos maestros me odian porque sus alumnos se llevan todo el día con mis expresiones.

-De todos los personajes de su comedia es el que más frases hechas tiene acuñadas ¿Cuándo comprobó que esto se había ido de las manos?

-Comprendí hasta dónde estaba llegando mi personaje en los primeros meses. Iba por la calle, paseando a mi perrita, giro una esquina y me tropiezo con dos hombres cincuentones diciéndose "esta noche, merengue, merengue". Era la primera vez que oía una de mis frases en la calle, y además con los gestos y todo. No falta el día en que me griten "Amador, Espartaco", "pinchito", "te voy a dar mandanga". Y por supuesto si voy a una charcutería siempre me regalan el salami. Yo pido chopped, por ejemplo, y al final me acaban metiendo el salami, ja, ja...

-Usted causa fascinación en los niños.

-Y me dicen que de mayor quieren ser como Amador. Les digo que no me han entendido. Yo les insisto en que es un personaje de broma, que es un perdedor, un gañán, que no puede ser ejemplo para nadie. Pero será que resulta entrañable que hay gente que quiere ser como Amador. Mi personaje tiene el cerebro de un niño de 5 años, tal vez por eso gusta entre los niños.

-¿Cómo le ha surgido este programa para La 2?

-Había terminado en el teatro y yo quería hacer otras cosas además de La que se avecina. Me imaginaba algo de cine, pero nunca algo así. Quería cambiar de aires y es un cambio de registro total. En El paisano soy yo mismo.

-¿Cómo será su experiencia en esos pueblos que visite?

-Convivo con los vecinos 48 horas. Ellos me van a ir contando sus historias, sus vidas. Yo me he de buscar dónde dormir y dónde comer, así que dependo de la buena voluntad del pueblo. Después de la convivencia yo me retiro y escribo un monólogo de humor con un resumen de todas las impresiones que he tenido. He de sacar la parte cómica de lo que me han contado.

-Aunque tenga que buscarse la vida en esos pueblos, a usted le deben de conocer los vecinos...

-Con eso cuento. Espero. Pensaron en mí por eso. La cadena buscaba a alguien que fuera reconocido y querido. Si no es por Chiapella, al menos Amador cae bien.

-¿Dejaría la serie para centrarse en otros proyectos como este de La 2?

-En principio no. De hecho si surge algo más como presentador lo tendría que estudiar. Yo no quieron alejarme de la interpretación. Me gustaría hacer buen cine y buen teatro.

-¿Y Amador podría tener su propia serie?

-En algún momento se ha comentado. Pero cualquier otro personaje de La que se avecina tiene su spin off. En la próxima temporada se anima mucho la vida en Villa Borderline. Voy a tener muchas aventuras con mi hermano Ernesto Sevilla.

-¿Cómo se lleva con Eva Isanta, su esposa en la ficción?

-Muy bien. Nos divierte preparar las discusiones. Nos une tantos años de trabajo. Y mis hijos en la ficción son una familia. Son mis colegas, porque siempre planteamos la serie como un juego. Comencé con 28 años, tengo 40 y ahora en la vida real tengo una niña de dos años. Temo el día en que vaya al colegio y le hablen de mí.

-¿Y si tuviera que abandonar a Amador, cerrar esta etapa?

-Sería como abandonar a un hijo. Un hijo tonto, en este caso.

-Usted hacía de malo antes de La que se avecina.

-En el teatro y en las series yo hacía más bien de cabroncete. Daba el tipo. Pero la comedia se instaló en mí y ahí sigo.

-Y en La 2 ya apareció, con Muchachada Nui.

-Antes de Muchachada hice Al filo de la ley, con Leonardo Sbaraglia y Natalia Verbeke. Fuera de control fue mi primera serie completa, con Loles León, Amparo Larrañaga...

-¿Sus compañeros de Magisterio no le han pedido que vaya a verles a clase?

-Sí, pero no tengo tiempo. Y antes está mi hermana, que es profesora de instituto. Ya iré, ya iré, le digo.

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