Cómo vimos los Juegos Olímpicos (en otros tiempos)

Repaso

¿Tuvo Barcelona 92 la mejor ceremonia de apertura hasta ese momento? Tal vez había sido mejor la de Los Ángeles

La memoria te engaña: la inauguración de Barcelona 92 no la viste en La 1 de TVE

Las casas reales que aspiraron a medalla olímpica

El hombre volador en Los Angeles 1984

Hablar de los Juegos Olímpicos vistos a través de la televisión en España para quienes nacimos en 1962, como es mi caso, es hacerlo de una tele técnicamente arcaica en un mundo cuyos países siempre anduvieron a la greña, con la política de bloques condicionándolo todo. Mi memoria arranca en los de Mexico 68 a través de la portada de Teleprograma, revista que compraba por un duro y conservé desde aquel año. Las emisiones desde entonces fueron racionadas y las coberturas habría que calificarlas de épica.

Nunca olvidaré los de Munich, marcados por los sucesos del 5 de septiembre. Los Juegos no fueron paralizados pese a la brutalidad de los hechos. También recuerdo la portada de TP, que en 1972 había rebasado el millón de ejemplares vendidos. Las retransmisiones en España eran muy limitadas a alguna final de deportes de equipo, atletismo, natación y gimnasia.

Llegamos a Montreal en 1976. Los españoles continuaban con un televisor en blanco y negro en un 95% de hogares. TVE compraba los derechos de pruebas puntuales, que programaba a cuentagotas. El primer canal no iniciaba sus emisiones hasta las 14.00 horas y el UHF pasadas las siete de la tarde, así que un acontecimiento que se celebraba en Canadá se cubría con entusiasmo y en el caso de las informaciones propias, con tortuosas piezas en cine, complicadas de montar.

Pero lo de Moscú 1980 fue mucho peor. El bloqueo ejercido por Occidente hacia la URSS no incidió solamente en los deportistas. También lo acusamos los espectadores. Fue penoso ver a Joaquín Prat, el presentador del programa Cosas, anunciando alguna conexión con Moscú; algo breve, puro trámite. Dejándonos con la miel en los labios. Ni siquiera pudimos ver en directo la medalla de plata conseguid. La sobremesa de los viernes fue la primera en que las tardes no cerraron su programación entre las cinco y las siete.

Puesto que TVE nos privó de ver la ceremonia inaugural moscovita en su integridad, que seguro estuvo militarizada al máximo, no podemos valorarla en su justa medida. Sí podemos puntuar la de Los Ángeles 1984, ofrecida de madrugada. No seremos tan antipatriotas de afirmar que fue mejor que la de Barcelona 92, pero por supuesto que existen argumentos para aseverar que brilló a su misma altura con ocho años de antelación. El marketing y la publicidad por definición, son engañosps. Persuaden. Era el objetivo de EEUU. En ningún caso fue cierto que las ceremonias de la Ciudad Condal marcasen un antes y un después en el modo de entender estos eventos artísticos planetarios.

Los Juegos Olímpicos de Los Ángeles fueron los primeros a los que los espectadores pudimos asomarnos con normalidad, con nutridas horas de emisión en directo. La ceremonia de apertura fue espectacular, concebida como un musical gigantesco, todavía no superado cuarenta años después. Nunca olvidaremos las decenas de pianos de cola interpretando al unísono la Rhapsody in blue de Gerswhin, ni el estadio olímpico convertido en el mapa de los Estados Unidos, adonde iban llegando primero los colonos, después los cantantes de godspell al Mississippi, y finalmente las estrellas del rock. Desde el hombre volador que aterrizó en el podio hasta la impresionante banda sonora que acompañó las tres horas de espectáculo, Los Ángeles 84 pusieron el listón tan alto que ni los saltadores Bubka y Duplantis podrían haberlo superado.

Una de las saltadoras en la piscina Picornell en Barcelona 92 / EFE

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y barriendo para casa, Samaranch y su amplia cohorte supieron orquestar una campaña mediática modélica, que supo vender los Juegos de Barcelona como los mejores de la historia. Qué duda cabe que la capital catalana y nuestros deportistas se beneficiaron de ello; no tanto la lengua española, que nunca iba a contar con un escaparate con semejante proyección mediática, antes de la llegada de las redes sociales que todo lo democratizan y de que la información jerarquizada no valiese demasiado.

Barcelona 92 fue la gran oportunidad perdida para la lengua castellana, para que ese español que ahora cuenta con 600 millones de hablantes se midiese cara a cara con el inglés, lengua franca del planeta. El COI lo soslayó mientras la lengua catalana, con menos de 6 millones de hablantes, pudo sacar pecho. Aprovechando ese impulso internacional, los partidarios del ‘procés’ pisaron el acelerador que nos ha conducido a la situación que todos conocemos. Conozco, respeto y admiro el cine en catalán, el teatro en catalán y la excelente televisión que realizan en Cataluña, pero ello no me impide defender mi parte castellana. Son papá y mamá.

Los Juegos de Barcelona fueron el primer evento olímpico que se pudo seguir durante las 24 horas diarias a través de una televisión casi única (las privadas estaban todavía aterrizando), hace de esto ya 32 años, mientras toda España aplaudía haciendo la ola. El canal Teledeporte llegaría con ocasión de los Juegos de invierno de Lillehammer, Con él se inició una nueva era en la emisión de los Juegos en TVE. Seúl 88, por último, fue un ensayo para Barcelona, pero la diferencia horaria continental hizo que las emisiones fuesen complicadas de seguir. La ceremonia inaugural se diseñó en otra longitud de onda, y la señal en alta definición andaba muy lejos de implantarse. Corolario. Información y opinión. Los datos objetivos y las interpretaciones subjetivas. Es difícil manejar ambas variables, mas no deja de ser honesto intentarlo, lo mismo hoy que hace treinta años.

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