"En el caso Wanninkhof-Carabantes falló el sistema y las consecuencias fueron trágicas"
Tània Balló | Directora de 'El caso Wanninkhof-Carabantes'
Netflix estrena 'El caso Wanninkhof-Carabantes', un documental que repasa los asesinatos de las dos jóvenes en la Costa de Sol hace dos décadas y todo lo que entonces los rodeó
Tània Balló (Barcelona, 1977), es escritora y directora. Netflix estrena este miércoles su último trabajo, El caso Wanninkhof-Carabantes, un documental que repasa los asesinatos de las dos jóvenes en la Costa de Sol hace dos décadas y todo lo que entonces los rodeó. Desde la condena a Dolores Vázquez a la detención de Tony King, el largometraje combina la perspectiva policial, judicial, mediática y sociológica, para tratar de responder a una pregunta: ¿qué falló?
-¿Por qué se decidió a abordar este caso?
-Tenía la necesidad de plantear la revisión de un fallo del sistema. Yo fui entonces espectadora del caso, con aquella imagen de la detención de Dolores Vázquez, que me impactó, y había algo que me perturbaba. Unos años después ocurre lo de Sonia Carabantes, se encuentra a Tony King y estalla todo. Todo eso me fue acompañando durante años, con la idea de trabajar esta historia. Era entonces un género difícil de producir en la industria española; tenía claro desde qué punto de vista quería contarlo y para mí eso era irrenunciable. Luego llegarían Netflix y la productora Brutal Media, que hicieron posible lo que yo quería: una propuesta reflexiva y analítica pero siempre desde un inmenso respeto a las víctimas trágicas de esta historia, Rocío, Sonia, sus familias y Dolores Vázquez.
-¿Cómo llegó el impulso definitivo al proyecto?
-Aunque obviamente no tiene nada que ver este caso con esas otras historias, trabajar en Las Sinsombrero hizo que volviese a un primer plano mi interés por el caso de Rocío y Sonia. Las Sinsombrero tiene más que ver con la historiografía, con cómo se ha ocupado la Historia de las mujeres, de sus relatos personales. Sin que tenga que ver nada un proyecto con el otro, creo que ambos reflejan esa necesidad personal mía de dar a las mujeres, en este caso a las víctimas, el lugar que les corresponde. En un momento del documental, una de las víctimas de Tony King en Inglaterra llega a decir "qué poco importa la vida de las mujeres" Puede parecer un posicionamiento extremo, fruto de su dolorosa experiencia personal, pero se puede extraer de ahí cierta reflexión.
-Se da la circunstancia de que hasta hace nada las historias de las mujeres las contaban los hombres, en una suerte de adaptación del dicho "la Historia la escriben los vencedores".
-Exacto. Es un espacio que las mujeres deben recuperar, por mucho que no sea el término más apropiado, porque no se puede recuperar lo que nunca se ha tenido.
-Mejor "conquistar", ¿no?
-Sí, las mujeres debemos conquistar ese espacio, apropiarnos de él. Es necesario que las mujeres cuenten sus historias. Con ello no quiero obviar a todos esos hombres que, desde el respeto y con sensibilidad, han abordado estos asuntos, pero sin duda las mujeres deben empezar a ocupar esos espacios y abordar esas historias, sus historias, desde una perspectiva de género.
-El estilo del documental es muy sobrio, con una narración casi invisible. Deja que sean los protagonistas los que conduzcan la historia.
-No me habría imaginado otra forma de hacerlo. Tengo tan presentes a las víctimas que no me era posible hacerlo desde el otro lado, y tampoco me interesaba. Ahora está muy de moda el true crime (del que soy seguidora), pero no me siento cómoda ahí. Formalmente he tenido una ventaja importante: al ser un caso cerrado, no tenía voluntad alguna de investigar, de ejercer de detective, y me he alejado de esa línea y de toda imagen escabrosa. Quería escuchar a otras voces que ya han hablado de este tema, para analizar qué pasó y por qué se cometieron esos errores.
-¿Qué falló?
-Falló el sistema y las consecuencias fueron trágicas, no sólo porque no se respetó la presunción de inocencia de Dolores Vázquez y por su linchamiento mediático. La consecuencia más trágica fue el asesinato de Sonia Carabantes.
-¿Cómo se analiza hoy algo que ocurrió hace 20 años?
-Hay que pensar en cómo eran la España y la Europa del año 2000, e incluso anterior, porque Tony King llega a España en el 97, casado y con una hija. No había protocolos para controlar a los delincuentes sexuales una vez cumpliesen su condena, no había una base de ADN común para Policía y Guardia Civil... Pero también fallaron otras cosas en las que no se debía haber fallado. Al menos ahora a los crímenes pasionales se los llama como lo que son: crímenes machistas. Los asesinatos de Rocío y Sonia son asesinatos machistas, son crímenes por motivos de género.
-A Dolores Vázquez se la condena sin pruebas, sólo con indicios.
-El corte de la rueda de prensa que ella da a la puerta de su casa es tremendo, cuando dice que puede entender que se la detenga como sospechosa (desde el momento en que se concibe como un mal llamado crimen pasional, se presupone que la víctima conoce a su agresor). Pero a partir de ahí ella dice que le contaron todo lo que le iba a pasar, y se cumplió. Ahí te das cuenta de que se necesitaba ese relato, ves cómo actuaron todos los agentes necesarios para lograr el convencimiento de la opinión pública. Descartaron otras líneas de investigación y eso llevó a otra tragedia.
-¿Alicia Hornos [madre de Rocío Wanninkhof] fue uno de esos agentes?
-Alicia Hornos también es una víctima, se la utilizó y nadie la protegió. Se la lanzó sin piedad a un circo porque era una voz necesaria para terminar de convencer de ese relato que se estaba construyendo. A ella se le contó una historia, no fue ella quien señaló o denunció a Dolores Vázquez.
-¿Ha hablado con ellas dos?
-Alicia Hornos pasa por un momento delicado de salud y ha preferido no aparecer en el documental. Además dice, acertadamente, que todo lo que pudo decir ya está grabado, para qué volver a ponerse delante de una cámara. En cuanto a Dolores Vázquez, también hablamos con ella, pero sabíamos que no la íbamos a tener. Es interesante que, por motivos distintos, en el documental aparezcan solamente a través de imágenes de archivo esas dos mujeres tan importantes en esta historia. En mi opinión no importa tanto lo que piensen hoy día como qué lugar ocuparon en su momento.
-La investigación les llevó a Inglaterra, a rastrear las víctimas de Tony King antes de venir a España.
-La idea era dejar claro que esto no era simplemente el caso Wanninkhof, que iba mucho más allá. King era un sujeto que arrastraba otras víctimas que también tenían que tener voz. Todos estos casos son crímenes de género, víctimas de un agresor sexual que al final acaba matando. Tenía claro que no quería revictimizarlas y tuve la suerte de encontrar a mujeres serenas, muy fuertes, que trabajan para superar su trauma y que quisieron hablar porque tenían ganas de contar su historia. Con generosidad pusieron su confianza en nosotros para hacerlo, y les hemos correspondido con absoluto respeto, dejando que fuesen ellas las que decidieran cómo querían hacerlo, sin buscar el llanto o el dolor. Debemos aprender que esa intimidad no nos pertenece.
-¿Qué papel ocupamos en toda esta historia los espectadores, los ciudadanos?
-Debemos reflexionar y ser todos mucho más críticos con el lugar desde el que nos posicionamos como espectadores. Por eso evito toda imagen escabrosa. No quiero que me alimenten con imágenes que no necesito ver, que no me aportan y sólo sirven para hacer más profundo el dolor. Esa exposición hace que de algún modo el espectador sienta que esa intimidad le pertenece, y no es así. Hay información, claro, pero llega un punto en que tanto el medio como el consumidor deben darse cuenta de cuándo la información pasa a ser manipulación de la opinión pública. No soy periodista y no quiero dar lecciones de periodismo; hablo como ciudadana, y como ciudadanos también tenemos responsabilidad sobre a qué damos audiencia.
-¿Qué reacción querría despertar en el espectador con su documental?
-Ante todo he querido ser honesta conmigo misma. Pongo una herramienta más encima de la mesa, un granito de arena para que reflexionemos, para impulsar el pensamiento crítico ante cosas que suceden, para denunciar la violencia machista y de género, sin victimizar a estas mujeres, sin culpabilizarlas, atacando el problema de frente. Como sociedad, debemos proteger a las víctimas. Y no podemos permitirnos vulnerar la presunción de inocencia, porque eso implica vulnerar otros muchos derechos más. Las instituciones deben proteger ese derecho, los medios no deben traspasar esa línea roja y la sociedad debe ser muy crítica cuando se vulnera.
-Aparte de los protocolos policiales y judiciales, ¿qué ha cambiado en estos 20 años?
-Creo que un relato tan homófobo no sería posible hoy en día, pero en cuanto a todo lo demás, la cosa sigue. Debemos seguir luchando contra la violencia machista y, en cuanto al punto de vista mediático, espero que un día se deje de alimentar ese tipo de tratamientos, esa apropiación de la intimidad ajena, como les ocurrió a Alicia Hornos y Dolores Vázquez, cuya vida privada pasó de repente a ser de dominio público.
-¿Qué le gustaría conseguir con este documental?
Para mí el éxito sería que evitemos que vuelva a pasar algo así, pero esos gestos de responsabilidad individual cuestan mucho. Todos nos lo creímos entonces, poníamos la tele y lo veíamos. Reflexionemos, intentemos que no vuelva a suceder.
Tània Balló y la producción de 'El caso Wanninkhof-Carabantes'
Tanto las películas como las obras literarias de Tània Balló tienen como ejes temáticos la memoria (histórica y democrática) y la denuncia social y cultural desde la perspectiva de género. Sus dos documentales más reconocidos son la codirección de Las Sinsombrero (2015) un proyecto transmedia coproducido por TVE y, en 2019 Milicianas y Ocultas e impecables, Las Sinsombrero 2.
Es autora, hasta la fecha, de tres libros: Las Sinsombrero, sin ellas la historia no está completa (2016); Querido diario, hoy ha empezado la guerra (2017), y Ocultas e impecables, Las Sinsombrero 2 (2018).
Para la producción de El caso Wanninkhof-Carabantes se ha entrevistado a más de 60 personas relacionadas con el caso, lo que dio como resultado 50 horas de entrevistas grabadas. A lo largo de las diferentes fases del proyecto han trabajado 45 personas en el documental, cuyo periodo de investigación ha durado dos años.
Por lo que se refiere al material judicial, se han revisado sentencias, actas, sumarios, informes... en total más de 20 tomos y casi 5.000 páginas de información. Durante la fase de documentación, se revisó toda la prensa española nacional y regional entre 1999 y 2006, así cómo la prensa británica entre 1985 y 1991. Se han visionado más de 300 horas de material de archivo de todas las cadenas de televisión españolas y británicas.
El libro de la política Beatriz Gimeno La construcción de la lesbiana perversa ha sido clave en la base teórica del documental.
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