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El sorprendente huevo que decidió la eliminación de 'MasterChef'

Crónica del lunes 13

Los concursantes de la prueba eliminatoria, a la que se sumó Jordi Cruz, no pudieron hacer el sofisticado plato tradicional francés que debían elaborar

Sobrevive Luismi, un caso sin parangón en este programa

El plato que anoche había que elaborar en 'MasterChef' en la prueba final / RTVE

¿Es un ser de Cocoon? ¿A qué animal pertenecía el huevo con aspecto venoso que este lunes destaparon en MasterChef? "Lamparita de noche", fue definido por Florentino Fernández invitado a ese desafío final como jurado ya que Jordi Cruz se fue a los fogons. No era un huevo ni nada parecido, el plato más extraño que se ha presentado en este año en MasterChef era un espectaculo formado por un Poulet de Bresse en vessie, es decir un pollo de la zona de Bresse, en Francia, macerado en los vapores de la cámara que forma su vejiga, con trufa bajo su piel y salsa de jugo y foie.

La rescatada receta francesa fue una presentación con toda sorpresa a cargo de Albert Boronat, chef de Ambassade, de Llivia, el término gerundense enclavado en pleno territorio francés. Una curiosidad geográfica para un asombro gastronómico.

La prueba definitiva fue para lucimiento de Jordi, que horneó el pollo en su jugo con arroz basmati y mantequilla de hierbas. Ha sido el pollo más jugoso que se ha visto en año. El barcelonés ha bordado la propuesta. Una exhibición con jactancia.

La versión de María Lo, la chiclanera que participa en esta edición, hizo su versión llamada Pollo al rojo vivo, con trozo entre verduras glaseadas y salsa de foie. El jurado la aprobó y respaldó su mérito porque de puertas para afuera parecía que se marchaba, por el caos entre las cacerolas. Fue salvada con justicia por el jurado.

Al belga Yannick se le explotó la vejiga, la de su pollo, e hizo su pollo sueco, en homenaje a la empresa para la que trabaja. "Has hecho bien tu homenaje porque todos los elementos están por encajar", ironizó Pepe Rodríguez. Jordi, tan avezado con su pollo, notó que estaba "sobrecocido" con una salsa de mostaza fuerte. Los fallos se pagan. En el caso del cantarín vendedor de Ikea fue fatal.

La siempre sobrada Verónica, es su sello, no quiso renunciar a su pin de inmunidad y confió en su plato, su visión minimalista llamada Eutimio, con una ración rácana, con patatitas y verduritas. Todo "ito". "Está bonito pero le falta indentidad", apreció Jordi. "Minimalismo inexpresivo" riño Samantha con la soberbia publicitaria ya entre la llantina de no reconocer lo sucedido.

Entre los dos estuvo el duelo final. Y Yannick se marchó, canturreando, frente a una Verónica, que aguantó el pin y algún día, más adelante, su soberbia le pasará la factura que se merece.

Claudia, última en presentar, llevó su pollo sin apenas salsa. Lo llamó Koala, por llamarlo de alguna manera. Otro desastre minimalista, sin poder hacerlo serio, que es lo que se pedía. Muy mejorable, pero aun así sigue adelante. Como Luismi, imposible, que cayó en el equipo bueno donde los jurados guiaron a ciegas. 50 sombras de Cruz.

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