Pringao, eres un pringao ¿de dónde viene esta expresión?

Palabras

Unos 'pringaos'son los protagonistas de 'Cadena perpetua', la película más valorada de la historia del cine y una de las más demandadas cada mes en las plataformas

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Tim Robbins y Morgan Freeman en 'Cadena perpetua'
Tim Robbins y Morgan Freeman en 'Cadena perpetua'
Santi Rojas

21 de junio 2024 - 12:08

El término “pringao” está relacionado con los reclusos, con los delincuentes. Es una acepción nacida en el mundo de los forajidos ya en tiempos medievales. Un 'pringao' era alguien que ya había sido capturado por la policía. Cadena perpetua, la película más valorada de la historia del cine y que es de las más descargadas cada mes en streaming, ahora Prime Video o Max, es la película carcelaria por excelencia, con Morgan Freeman y Tim Robbins, sublimes. Una película de pringaos. Es un término coloquial que está cayendo en desuso pero que suele describir día de hoy a un individuo poco avezado o que suele ser un metepatas allá donde va.

Pero, como decíamos, no estamos hablando de una palabra relacionada con la rica pringá de los pucheros o potajes. Es un vocablo más emparentado con la “pringá” de nuestros casi desaparecidos juegos callejeros. Es decir, la pringá era el castigo al perdedor o a quien no acepta las reglas de juego, la patada que se endiña al rival por ser simplemente el “pringao” al que se derrota.

Todo esto viene, efectivamente, del término de "pringue" , del sebo, de la grasa de baja calidad que por su incontinencia se desparrama o deposita por alguna parte. La pringue del castigo no tiene relación gastronómica o culinaria sino que tiene un origen judicial. El pringao era aquel que estaba marcado por “la pringue” dictada por el juez. En aquellos tiempos de hace seis, cinco, cuatro siglos y menos, quel que cometía una fechoría recibía en su piel un chorrillo de aceite o manteca caliente para que quedara marcado para toda la vida. Para que así se ‘anotara’ que tenía antecedentes cuando fuera otra vez detenido allá donde estuviera huido.

Sobre este “pringar” hablamos así de largos siglos en que no se llevaba documentación encima. Los jueces seguían con los malhechores y reclusos dos métodos de identificación: el corte triangular en las orejas o incluso la sección completa del pabellón auditivo, o los hilos de pringue señalados en la espalda que dejaban una imborrable cicatriz (que solía sumarse a las de los latigazos). Según el número de antecedentes, de chorros de pringue que habían abrasado la piel, así se agravaban las penas posteriores. También entre delincuentes se distinguían así entre quiénes eran unos 'pringaos'.

Cuando era difícil la comunicación entre archivos se tomaban estas medidas expeditivas, aunque precisamente las Cortes de Cádiz vinieron en España a erradicar martirios innecesarios como este tirar pringue espalda abajo a los deteniods. El castigo añadido de la pringá fue desapareciendo pero se mantuvo el término ese término de “pringao”, que aludía a los infortunados y pícaros que recibían la dolorosa medida de control. Haber estado en prisión era sinónimo de ser pringao. Casi de tonto, por no haber sabido burlar la justicia.

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