"'La princesa' está basada en la historia de unos personajes claves"

Pedro Casablanc. Mateo Vázquez en 'La princesa de Éboli'

El actor sevillano, un nombre reconocido en el teatro actual, interpreta en la miniserie al ambicioso secretario de Felipe II, rival de la princesa y de su amante, Antonio Pérez.

Pedro Casablanc en 'La princesa de Éboli'.
Pedro Casablanc en 'La princesa de Éboli'.
F. A. Gallardo/Madrid

18 de octubre 2010 - 05:00

Su cara y sus rictus son de esos que no se olvidan. Fue Fernando en Hospital Central y ha sido un secundario impagable en El pantano, Motivos personales o Los hombres de Paco, pero cuenta sobre todo con una intensa trayectoria teatral, forjada desde Andalucía. El actor sevillano Pedro Casablanc interpreta en la miniserie La princesa de Éboli, que esta noche estrena Antena 3, a un religioso sibilino y conspirador, Mateo Vázquez, secretario del rey Felipe II y enemigo acérrimo de la princesa (Belén Rueda) y de su amante, Antonio Pérez (Hugo Silva). Casablanc-Vázquez es el gran villano de la historia producida por Notro y dirigida por Belén Macías.

-¿Le marca hacer de un personaje tan siniestro como este paisano sevillano?

-Se disfruta creando un personaje así. Lo más interesante es construir una personalidad como la de Vázquez en una corte de tantas intrigas y en la que giran las influencias entre tanto poder. Mateo Vázquez debía de encontrarse también tan a gusto entre tantas intrigas...

-¿Pone acento andaluz a ese secretario del rey tan inquietante?

-No he tenido que forzar un acento. Me dejo llevar por mi forma de pronunciar natural, pero sin estridencias. No es un acento cerrado, pero el espectador sí se percata de su procedencia andaluza, sin caricaturizarlo en ningún momento, por supuesto.

-Su personaje es de esos malos sin margen a cualquier otra interpretación...

-Es un personaje que por tener todo el poder en sus manos se presta a todo, con sus métodos, y manteniéndose muy alerta, porque es inevitable en su posición. Aprovecha los errores de sus rivales para ir escalando en la corte.

-En su caso parece para Mateo Vázquez no ha tenido que esconderse tras una caracterización...

-Efectivamente, voy a cara descubierta. No he tenido que someterme a nada especial en maquillaje o peluquería.

-¿Estamos ante una superproducción con La princesa de Éboli?

-No se podría calificar de superproducción. Es una miniserie en la que se ha trabajado mucho la documentación histórica y en la que no se ha pretendido crear escenas espectaculares. La princesa de Éboli es una historia que está basada en unos personajes claves. Es una historia de personajes, más que de escenas de grandes masas o de efectos especiales.

-¿Se ha solventado la ambientación del siglo XVI, ahora que las producciones audiovisuales tienen que atenerse a unos costes muy ajustados?

-Creo que sí. Se ha aprovechado la ambientación de escenarios reales y la puesta en escena es notable, como podrán comprobar los espectadores. Pueden surgir los comentarios de que hay escenas que podrían tener más figurantes, pero todos estamos más que satisfechos con el resultado.

-Se lo preguntarán todos ¿qué tal su relación con Belén Rueda, Hugo Silva, Eduard Fernández...?

-Es necesario que en la grabación de una serie haya entendimiento entre todos nosotros y ya había coincidido en otras ocasiones con casi todo el reparto. No existen divismos cuando nos ponemos a trabajar a fondo.

-A sus 47 años lleva más de media vida como actor desde aquellos años en La Jácara...

-En Sevilla conservo muchos amigos de aquellos inicios. Mi vocación de actor era muy fuerte, aunque estudié Bellas Artes, en la calle Laraña. Pero desde muy pequeño lo tenía claro, quería ser actor, así que he cumplido ya bastantes sueños, pero lo mejor siempre está por llegar. Con La Jácara di el salto y después de varios montajes del CAT recalé en Madrid en el Teatro de la Abadía.

-¿Prefiere el teatro sobre el cine o la televisión?

-Prefiero trabajos que me estimulen y en el teatro he encontrado muchos. Lo que tengo claro es que la fama, por salir en el cine o en la tele, no me deslumbra.

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