Carlos Navarro Antolín
La pascua de los idiotas
Arranca la cuarta semana de convivencia en la academia de OTOT y, a falta de los datos de audiencia de la tercera gala, emitida anoche, el calificativo de esta undécima edición del talent show de La 1 es estabilidad. Los registros que arroja Sofres sobre su seguimiento no son para tirar cohetes, pero tampoco para echar por tierra un formato que a lo largo de su larga trayectoria ha solventado distintos altibajos. Hasta ahora, el concurso de Gestmusic ha promediado 1.829.000 televidentes, sin embargo, la cuota media de pantalla del 12,7% está muy lejos del 17,6% del año pasado y del 16,8% de 2017. Todavía no se ha producido ese revulsivo en el escenario o en la convivencia que haya despertado la atención de esos espectadores que simpatizan con el programa, pero que no se consideran seguidores acérrimos.
Desde dentro lo saben muy bien y la semana pasada el staff de mentores leyó la cartilla a los triunfitos por su actitud en los ensayos de las actuaciones grupales, esas con las que suelen arrancar las galas dominicales y que provocan la curiosidad por ver qué más se cuece en las dos horas largas de emisión.
Hoy por hoy, la gran protagonista de esta entrega es Noemí Galera (directora) y sus broncas, reprimendas por la falta de respecto en la convivencia, por comentarios homófobos y machistas o por su limitada implicación en la causa. Pero solo de rapapolvos no subsiste un espacio que tiene por delante más de diez de semanas de emisión y la competencia de las privadas no da tregua.
Noemí riñe a los concursantes tras la canción grupal Noemí riñe a los concursantes tras la canción grupal
Es clave la naturalidad y espontaneidad de sus protagonistas, carne de cañón para generar contenido viral en redes sociales; las relaciones de amistad y de algo más (que ya las hay) para el deleite de los carpeteros/as, pero su evolución es primordial para que la audiencia empatice y, en ese sentido, parece que la gran mayoría se encuentra en un punto muerto.
Y, por supuesto, se echa en falta ese momentazo o actuación que, como Alfred y Amaia y su City of Stars (por encima de su historia de amor), ponga los pelos como escarpias e invite a los que están al otro lado del televisor a disfrutar de su talento hasta la gran final.
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