El mejor capítulo de 'Aquí no hay quien viva' se hizo sobre la marcha, sin tener previsto el final
Proeza
Uno de los episodios que más gustan al público de la serie que cumple 20 años se tuvo que escribir a contrarreloj al echarse el tiempo encima
La imagen de Gemma Cuervo, a sus 86 años, con su hija Cayetana
Belén López Vázquez de 'Aquí no hay quien viva' es la musa del nuevo proyecto de Movistar Plus+
El arrollador éxito de Aquí no hay quien viva, en principio en las noches de los domingos de Antena 3 de hace veinte años, obligaba a la productora de José Luis Moreno, Miramon Mendi, a trabajar a destajo, solucionando problemas sobre la marcha y contribuyendo a que unos actores en estado de gracia se siguieran volcando en un proyecto donde todo parecía ir sincronizado pero que en el fondo era un fascinante caos.
Los principales creadores de la serie, Alberto (al frente de los guiones) y Laura Caballero (en la realización en el plató), sobrinos del entonces productor ejecutivo, tuvieron su grado universitario en este sensacional triunfo de la comedia televisiva en España y a partir de ahí prosiguieron con la factoría: La que se avecina, El Pueblo, Machos Alfa o la próxima, Muertos S.L., para Movistar Plus+.
Como lo que sucede, conviene, el talento de los hermanos Caballero se puso a prueba cuando tuvieron que sacrificar Aquí no hay quien viva cuando la productora de Moreno quedó absorbida por Telecinco. Y a partir de ahí crear un remedo del edificio en el que en principio no confiaban, La que se avecina, que pareció llegar con calzador a las noches de Telecinco. En la segunda temporada el proyecto se iba a pique pero finalmente la reposiciones en Factoría de Ficción comenzaron a funcionar y dieron alas a los capítulos de estreno.
Los capítulos de Aquí no hay quien viva eran de los que duraban más de hora y media. Eran auténticas películas para llenar todo el prime time. Entre lo que exigían los directivos de Antena 3 y las reglas del juego de aquellas parrillas de 2003 era una proeza para los creativos y guionistas desarrollar episodios tan largos. La demanda del público obligaba a trabajar a destajo y el plazo de tiempo se acortaba más.
El capítulo 7 de la segunda temporada se estaba produciendo con la fecha de emisión encima, en mayo de 2004. No estaba termina el guion de Érase una vez una huelga. Se había escrito que ante los problemas de la instalación eléctrica los vecinos aprovechaban para estropear los electrodomésticos y así aprovechar el cobro del seguro. ¿Y?... Entre el bloqueo y la premura se fue improvisando sobre la marcha el resto de la hora del capítulo, escribiendo los guiones al momento y con todos los actores esperando sus frases.
Alberto Caballero destacó en el pasado FesTVal de Vitoria que pese a que Érase una huelga llega a ser considerado una obra maestra por parte de los fans, se fue escribiendo y grabando a contrarreloj con el tiempo encima, montando en el mismo día de emisión, llevando el capítulo en moto para entregar minutos antes de la hora prevista en el control de continuidad de Antena 3. Aquello sucedió el 12 de mayo de 2004, ante casi 5,5 millones de espectadores, que aguantaban los intermedios largos, un 28% de cuota.
Hay escenas de ese episodio que se grabaron cuando ya había previsto otro diálogos por lo que hubo que rectificar los guiones sobre lo ya rodado en el plató. En tiempo real era una locura, el resultado, una vodevil con crítica social. La compañía se niega a pagarles por el mal estado de la instalación, los vecinos se ponen en huelga de hambre, la mayoría de ellos suben a casa para comer y romper con el ayuno, los informativos de toda España se ponen ante el edificio a seguir la huelga y un periodista, que es secuestrado, se da cuenta de la estafa. Todo ello sobre la marcha, cambiando la estructura del episodio en horas.
Aquí no hay quien viva es la muestra de cuando confluyen los astros para que algo funcione, entre creadores, técnicos y actores, no hay desafío que obstaculice que las cosas salgan bien.
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