"El caso de La Manada cambió la percepción social sobre la violencia sexual contra las mujeres"
Almudena Carracedo y Robert Bahar | Directores de 'No estás sola'
Netflix estrena este viernes 'No estás sola', un documental firmado por Almudena Carracedo y Robert Bahar que propone un análisis riguroso del considerado como el #MeToo español
Netflix anuncia 'No estás sola: La lucha contra la Manada'
Netflix estrena este viernes No estás sola: La lucha contra La Manada, una película documental firmada por Almudena Carracedo y Robert Bahar (autores de la multipremiada El silencio de otros).
A través de las historias de tres mujeres (las víctimas de La Manada en los Sanfermines y en Pozoblanco y la asesinada en 2008 Nagore Laffage) y la explosión colectiva que supusieron las movilizaciones en las calles (con cánticos como el "hermana, yo sí te creo") y en las redes sociales (con el #Cuéntalo) los realizadores proponen una reflexión sobre cómo ha evolucionado en este tiempo la percepción social y mediática de la violencia (sexual, pero no solo sexual) sobre las mujeres y la responsabilidad que todos tenemos, como sociedad, colectivos e individuos para que ese cambio de percepción lleve a una transformación social más profunda y sin duda necesaria.
-Al recibir la información sobre el documental, lo primero que me llamó la atención fue que lo hayan rodado en secreto, durante tres años y medio. ¿Por qué ese secreto y, sobre todo, ¿cómo se mantiene una producción de este tipo durante tanto tiempo en secreto?
-Almudena Carracedo: Nos dimos cuenta de que teníamos que hacerlo así. Había sido una noticia con tanto ruido mediático y en las redes que necesitábamos ese secreto para poder trabajar a nuestro ritmo. Le damos a los procesos el tiempo que merecen y necesitan. Además, era clave para proteger a los participantes y a las víctimas de toda esa posible especulación durante tanto tiempo desde el principio. Que no se haya sabido nada hasta ahora da fe de la profesionalidad de las personas que han participado y del respeto profundísimo hacia las víctimas en este compromiso. Hemos rodado en palacios de Justicia, en comisarías, con un equipo muy grande. Ni siquiera nadie en nuestras familias lo sabía.
-¿Por qué La Manada?
-Carracedo: Veníamos de nuestro documental anterior, El silencio de otros, y habíamos estado dos años viajando y difundiendo ese trabajo. Nos gusta mucho trabajar las conversaciones públicas con nuestras películas y, tras esos dos años, llegó la pandemia. No se podía grabar y nos sirvió para pensar en qué había ocurrido (en pasado, puesto que no se podía rodar en presente) que tuviera un componente social que nos pudiera abrir una puerta para explorar otras muchas cosas. Este tema lo habíamos vivido, estaba muy reciente en la memoria colectiva y, al investigarlo, nos dimos cuenta de que, a pesar de toda la cobertura mediática y precisamente por ese ruido, había permanecido una versión muy difusa, muy confusa. No es que no se conociera la verdad, porque estaba todo ahí, y los hechos probados son públicos, y sin embargo estaba todo muy difuso. Nos pareció que podía ser muy interesante hacer una película documental para tratar todo eso de manera completa pero sobre todo poniendo el foco en las víctimas, pensada desde el punto de vista de las víctimas y de los participantes en el proceso que estuvieron muy cercanos a los hechos y que acompañaron a las víctimas. No se trata de aportar otra versión, estamos hablando siempre de los hechos probados, la versión avalada por el Tribunal Supremo.
-Hablan de película documental pero no de documental a secas.
-Robert Bahar: Nuestro planteamiento era hacerlo como una película documental. Por el lado de una película, pensamos en algo potente a nivel de imágenes, con una estructura narrativa como la de un largometraje de cine, con todas sus herramientas, con una música, con una banda sonora original compuesta para la película [Firmada por Leo Heiblum y Jacobo Lieberman]. Por el lado del documental, tenía que ser una obra muy rigurosa. Había que comprobarlo todo muchas veces. Al final trabajamos con 60 horas de entrevistas, rodamos 50 horas de material original, incluyendo tomas en los Sanfermines de 2022, casi 1.000 horas de material de archivo de medios que habían cubierto entonces el juicio y después. Con todo ese material, pudimos tener una especie de vista de pájaro y verlo todo de otra manera, especialmente con las entrevistas inéditas. Necesitamos casi 14 meses de montaje para poco a poco construir el mosaico que tenemos aquí.
-Carracedo: No queríamos solo retratar el caso. Desde el principio, teníamos la premisa de, por un lado, contarlo de manera respetuosa, sin morbo [“No hay ningún tipo de sensacionalismo”, añade él]. A través de las tres historias que contamos, entretejidas con las historias de miles de mujeres, queríamos arrojar luz sobre una verdad muchísimo más grande, más universal, y sobre una serie de temas que salían de manera orgánica de todo el caso. En cada esquina que doblabas encontrabas temas que tratar: la culpabilización de las víctimas; el tratamiento de los agresores como mártires del proceso; la idea de que los agresores son algo externo a nosotros, esa lacra de la que se habla que vive por ahí, en otro sitio, que no son nuestras familias; el porno... Todo eso nos ayudaba a tratar estos temas en un contexto mucho mayor de un problema estructural y universal.
-¿Cómo decidieron la estructura, cómo querían organizar la investigación y el hilo narrativo, la edición...? ¿Fue todo eso un trabajo previo o fue surgiendo conforme avanzaban?
-Bahar: Antes de rodar escribimos un tratamiento previo de unas 15 páginas y, al leerlo después, comprobamos que la película es bastante fiel a ese tratamiento.
-Carracedo: Eso da fe de que la investigación había sido ya muy profunda cuando lo escribimos.
-Bahar: Justo. Ese tratamiento lo hicimos después de casi un año de investigación y de búsqueda de material de archivo, y ya sabíamos a quién entrevistar y qué material existía para contar la historia. Eso no nos evitó esos 14 meses de montaje, porque rodamos entrevistas largas, de entre tres y cinco horas. Llegamos a la conclusión de que cada persona tenía que contar su capítulo. Estamos con la agente de policía que atendió a la víctima de Pamplona en el banco en el primer momento, después con la trabajadora social que la atendió, la fiscal que llevó el caso, personas que estuvieron con ella. Eso fue importante en el montaje, esa idea de que cada una de estas personas contase con su capítulo.
-Carracedo: Teníamos claro, desde ese primer tratamiento, que la estructura iba a ser lineal desde el punto temporal. Eso añade dificultad a la hora de ir hilando esos temas de los que estamos hablando y entretejer las historias de estas tres… No nos gusta llamarlas casos, preferimos decir historias, porque detrás de cada una de estas tragedias hay personas. Queríamos hilar todos estos temas con estas historias de una manera coherente y llevar al espectador de la mano. Eso es lo difícil y lo complicado del montaje. Si ves la película de principio a fin y no te das cuenta de las costuras es porque hay muchísimo trabajo detrás de montaje, postproducción, diseño de sonido... Es una mezcla entre todo esto y el documental más riguroso, porque luego viene todo el proceso de verificar minuciosamente 10 veces cada una de las cosas que decimos.
-¿Cómo se les ocurrió esa idea de contar con actrices para interpretar a las protagonistas de estos casos? ¿Por qué pensaron que podía funcionar?
-Carracedo: Cuando al principio nos aproximamos a la familia de la víctima de Sanfermines, porque nos parecía muy importante pedir permiso antes de empezar, entendimos que, pese a la respuesta positiva, ella no iba a participar y lo respetamos por completo. Pero teníamos la responsabilidad de que fuera una persona. Porque no era la chica de los Sanfermines, como dice una de las participantes. Era una persona con su vida que además fue revictimizada por todo el ruido, mediático y en redes. Pero tenía que tener una voz y un nombre, aunque fuera ficticio. Así podemos referirnos a ella con un nombre, no una inicial o una X, y proporcionar una voz (la de Natalia de Molina) la dotaba también de humanidad.
-Bahar: Sus palabras vienen de las declaraciones judiciales, que reproducimos textualmente, y de dos cartas que ella envió a los medios durante el proceso. Trabajamos con esos materiales para construir su relato desde su punto de vista.
-Carracedo: La víctima de la agresión en Pozoblanco sí quiso dar su punto de vista y grabamos con ella una entrevista presencial de voz. Al igual que con la otra víctima, nos pareció importante también darle una voz, anonimizada por supuesto, pero no con los filtros propios de la delincuencia, sino con la voz de una mujer. Porque eso es lo que es, una persona como nosotras podríamos haber sido. A ella le da voz Carolina Yuste y estas dos actrices maravillosas consiguen transmitirnos cómo vive una víctima el proceso desde el principio hasta el final. Hay una tercera víctima que desgraciadamente no puede hablar, Nagore Laffage, pero contamos con su madre, que es un ser extraordinario. Luego hilamos estas historias, cuando llegamos al #Cuéntalo, con las de miles y miles de mujeres que narran sus experiencias de violencia sexual.
-Hay momentos especialmente duros en el documental, extraídos del juicio. Algunas de las preguntas y comentarios tanto de los abogados de los acusados como del juez son, me van a permitir, una barbaridad.
-Bahar: Lo que aparece en el documental son palabras textuales de la transcripción del juicio.
-Carracedo: Queríamos mostrar algo que además no son por desgracia hechos aislados. Por eso tenían que pasar muchas mujeres. Ahora, con la nueva legislación, estas preguntas no están permitidas en los juicios, pero entonces era bastante común en el proceso para muchas mujeres en muchos procesos judiciales.
-Bahar: Trabajamos en la idea del cuestionamiento siempre de la víctima. Por eso mostramos lo que pasó en el juicio de este caso y escuchamos las palabras de la madre de Nagore, sobre la única pregunta que le hizo el jurado popular en el juicio por el crimen de su hija. Hay un vínculo con lo que vemos a veces en redes sociales, volver a cuestionar siempre a las víctimas.
-En ese cuestionamiento participan periodistas, y lo hicieron en su momento periodistas muy notorios.
-Carracero: Obviamente, esa distorsión tiene mucho que ver con las tertulias televisivas y con filtraciones interesadas. En la película hay una secuencia que resume en un par de minutos lo que ocurrió durante todo un año, y ahí ves la evolución del relato de la defensa reflejado en las redes y en el tratamiento mediático, un relato de cuestionamiento de la víctima. Nos parecía importante también hacer ese análisis y poner un espejo a ciertos sectores de la prensa, sobre todo de la televisión, que en esa necesidad permanente de imágenes rápidas a veces incurren o acaban generando una revictimización de las víctimas.
-Uno entiende que hay que llenar muchas horas de televisión, páginas de periódicos, pero solamente se daba voz a una parte.
-Bahar: Había gente que no podía hablar en ese momento, claro. Y si la única persona que está disponible para una entrevista es alguien que va a contar algo probablemente interesado...
-Carracedo: Se podría haber aprovechado para arrojar luz, que es lo que queríamos hacer aquí, sobre la violencia sexual. Lo que ocurrió es que había tanto énfasis en el cómo que se perdió una oportunidad importante para hablar del porqué. Ese porqué es el que nosotros queríamos trabajar.
-En todo aquel ruido mediático, ¿se hizo algo bien en los medios o todos nos comportamos igual de mal?
-Carracedo: Por lo que hemos visto, y sin ser expertos, esa distorsión estuvo sobre todo en ciertos programas de televisión. Creo que hay una reflexión que hacer por parte de los medios de cuál es el objetivo de esta información.
-Bahar: Por eso volvemos a la idea de no ver eso como un suceso, de pensarlo dentro de un marco de violencia de género, de un análisis de por qué ocurre, cuáles son los patrones y cómo podemos evitarlo, sin centrarse siempre en el suceso truculento.
-En este proceso, ¿han descubierto o averiguado que no esperaban encontrar?
-Bahar: Cuando llegas al momento del Cuéntalo, entiendes la universalidad del problema. He aprendido mucho y esta película es también para hombres. No pensaba que iba a cambiarme de esta manera.
-Carracedo: A mí me ha pasado un poco igual. Siempre he estado muy concienciada sobre estos temas, pero no había entendido la magnitud de lo que estábamos tratando. Para trabajar el Cuéntalo analizamos miles de mensajes. Es una experiencia que te rompe. Estamos hablando de todas las edades y todos los ámbitos. Probablemente haya sido la parte más dura. Queríamos que se entendiera la magnitud, pero sin romper al espectador. Porque hay esperanza. Creo firmemente en la esperanza y de hecho el título alude a la esperanza.
-Cuando empezó el Cuéntalo, recuerdo leer mensajes y mensajes, y era abrumador. Y no solo eso, recuerdas cosas que te han pasado a ti (no tan graves como los Sanfermines, claro), que has visto, en casa y en la calle. Y que no has contado a nadie.
-Carracedo: En ese momento, muchas hicimos esa lista. Y descubrías cosas que habías dejado pasar porque las bloqueas y olvidas. De hecho, uno de los Cuéntalo que aparece en el documental es mío. Ese fue el momento de contarlo, porque ahora ya sí nos creemos. Ese “hermana, yo sí te creo” era para todas también. Fue un momento de cambio. Las movilizaciones fueron catalizadas por el caso, pero venían de un hartazgo generalizado de sentencias judiciales de asesinatos, de cuestionamiento de la víctima. Regresar ahora años después puede contribuir a que la nueva generación también pueda reflexionar. Nos gusta hablar de espejo, que las películas pueden ser un espejo en el que te veas reflejado y puedas desde la emoción llegar a la reflexión sobre cuál es nuestra responsabilidad individual y colectiva.
-Aparte de la ley del solo sí es sí, que es algo muy concreto que tiene que ver con el aspecto judicial y legal, ¿ha cambiado en este tiempo cómo nos comportamos como sociedad, como colectivos o como individuos?
-Carracedo: Las sociedades cambian muy lentamente. La sensación colectiva es que el caso sí dejó una percepción en la sociedad diferente sobre la violencia sexual contra las mujeres. Era algo de lo que no se hablaba y de lo que ahora sí se habla. Se dice que vemos un auge de agresiones sexuales, pero a lo mejor lo que ha crecido es la visibilización de esas violencias sexuales, que era precisamente nuestro objetivo, contribuir a la visibilización de un problema estructural sistémico y universal, aquí y en cualquier ciudad del planeta. Hemos avanzado porque hay una reacción, pero queda mucho por hacer.
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