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El suceso italiano que dio a conocer a Manolo el del Bombo

Historias de la selección

La popularidad del hincha más famoso de España surgió de manera imprevista cuando entre los estadios vacíos de la Eurocopa 80 las cámaras enfocaban al aficionado más animoso

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Manolo el del Bombo besa el césped del Nuevo Arcángel en un partido de la selección sub 21
Francisco Andrés Gallardo

26 de noviembre 2022 - 19:41

Eurocopa 1980. Los estadios están prácticamente vacíos. ¿Qué pueden hacer los cámaras en esos momentos en los que no hay demasiado que contar? Ah, hay por ahí un aficionado de la selección española con un sombrero extraño que de forma incansable le pega a la maza.

Cada cinco minutos, entre jugadores lesionados, pelotas que tardan en recuperarse (no existía el recambio inmediato de hoy) y lanzamientos de córner que se hacen eternos, la RAI italiana capta a ese hombre del bombo que no para de dar la brasa al graderío desangelado.

Se hizo famoso. Ahí nació la leyenda de Manolo el del Bombo, sufrido percusionista que padeció en primera persona todas las decepciones de cuartos, y aún peores, con todas esas eliminaciones, penaltis y pifias que durante años jalonaron de forma fatalista el destino de la selección. Y también vivió la buena época, al fin. En el Mundial de Sudáfrica estuvo enfermo pero logró colarse para estar en Johannesburgo. Por ahora no estará en Qatar por no contar con alojamiento.

Esperaba estar este pasado domingo para animar en el partido ante Alemania, pero no pudo ser. Aún podría intentarlo en días venideros.

No estuvo frente a Alemania pero cuando Manolo el del Bombo empezaba a zamarrear el instrumento con carácter juvenil existían la RFA separada de la RDA o Yugoslavia, esos países que se cruzaban por el camino.

Manolo el del Bombo en 2017 en una entrevista en su bar

Manolo Cáceres es de un pueblo de Ciudad Real y siempre ha lucido la típica txapela vasca, vivía en Zaragoza cuando las cámaras de la RAI lo convirtieron en famoso y ahora tiene un bar en Valencia. A sus 73 años lleva por tanto más de media vida siguiendo a la selección, endeudándose con los desplazamientos y haciendo amigos entre todos los directivos posibles para entrar en los estadios.

Cuando el público no iba con las camisetas de sus colores, ni bufandas, y lo más colorido en las gradas eran las pancartas y las banderolas con palos versátiles, lo de Manolo con su bombo era un detalle pintoresco que convirtió ya en personaje y en presencia imprescindible al animador jartible.

¿Por qué estaban vacíos los estadios italianos de 1980 como para perseguir a Manolo para que hiciera reír a los espectadores de todo el continente con su animosa presencia? Por las quinielas clandestinas del Totonero, los partidos amañados que generaban cuantiosos beneficios a los apostadores y a los jugadores que acordaban el resultado. El Lazio y el Milan bajaron sancionados a la Serie B, a Segunda, por un encuentro acordado. El portero Albertosi fue inhabilitado y el delantero Paolo Rossi (fallecido en 2020), pese a que era la esperanza de la selección italiana, fue condenado durante tres años sin jugar. Regresó a lo justo para el Mundial 82 que precisamente consiguió Italia.

Un joven Manolo el del Bombo en el graderío del España-Bélgica de 1980, las cámaras lo enfocaban como recurso repetitivo

La popularidad de Manolo el del Bombo gracias a la Eurocopa de cemento (los aficionados italianos estaban decepcionados con el sistema, boicotearon la celebración en su país) le animó a seguir en su empeño como hincha y al resto del personal, a jalearle.

Con el Mundial 82 en casa ya Manolo era inevitable. Así lo entendió él mismo, que se hizo en forofo profesional. Ya vendrían tifos y montajes más espectaculares. En México 86 apareció la ola, que hacía partícipe a todo el estadio, y a partir de los montajes cariocas de la torcida con Brasil muchos otros aficionados han ido buscando su segundo de gloria televisivo. A las retransmisiones les viene bien toda nota estridente. Y ahora hay de sobra. España desde 1980 (bueno, en concreto desde el decisivo partido de clasificación ante Chipre, en Nicosia, en 1979) tiene al menos en las gradas la presencia de carácter cansino del bueno de Manolo, que debería de estar aterrizando ya mismo por Qatar.

El aficionado número 12 (llevaba ese número en la camiseta desde hace 42 años) estuvo a punto de ser víctima de un robo de su bombo en 2004, en Bosnia, y alguien se lo birló en Murcia, en 2017, y a las pocas horas apareció el símbolo musical de La Roja junto a un cuartel madrileño. Lo de aquel robo fue como si alguien se llevara Las Meninas del Museo del Prado.

La inspiración del bombo de Manolo, por cierto, no fue por generación espontánea. El argentino El Tula lleva desde el Mundial de Alemania de 1974 con su bombo. Y en Qatar, a sus 81 años, sigue también dando la brasa, en este caso a favor de los de Messi.

El bombo de Argentina, El Tula

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