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Buscan a una banda de ladrones de viviendas que actúa en el Aljarafe

La ironía de Hugo Silva: ojalá 'Marbella' fuera sólo una ficción

Opinión

La nueva ficción propia de Movistar Plus + es un crudo retrato de las redes mafiosas que operan en la Costa del Sol

'Marbella', " la ONU del crimen organizado"

La serie 'Bellas artes' ¿y si un museo es motivo de pitorreo?

Hugo Silva como el abogado César en la serie 'Marbella'

05 de mayo 2024 - 10:16

Dani de la Torre y Alberto Marini ya habían levantado dos temporadas de La unidad, La unidad,la élite de la policía española frente al terrorismo yihadista, para Movistar Plus +. El dúo de creadores ahora destila más ironía y humor negro para retratar las mafias que se pavonean por la Costa del Sol. Marbella tiene un premeditado punto Scorsese que la convierte en cáustica y patética, en la bacanal de las fiestas nocturna, los cochazos ruidosos y las raleas que fluyen con sus pegajosos negocios entre la gente corriente.

Esa pátina descreída de espumillón la va extendiendo por las tramas la narración de César, el abogado que interpreta Hugo Silva, muy y mucho Hugo Silva, que se convierte en la batería sarcástica que da fuelle a ese Porsche descontrolado de los sicarios y sus perros. Un aguafuerte descarnado que llega a inquietar a los propios espectadores. Marbella nos lleva de la mano al envés de nuestros paseos por la playa. Narcos, macarras, usureros, canis poderosos, que campan con la ufanía de sentirse impunes. Yla policía, a verlas venir, con la agente que interpreta Elvira Mínguez, de vuelta. En este caso, el escepticismo, la paciencia. La falta de medios.

La nueva serie de Movistar Plus + llega en plena popularidad de la Mocro Maffia y la huida del capo neerlandés que tiene en jaque a su país y a su familia real. Un lamentable suceso que viene al pelo para prestar atención esta Marbella que sería aún más divertida si fuera una ficción fantástica. Pero no lo es (no es Mano de Hierro). Se sustenta por un reportaje de Nacho Carretero y Arturo Lezcano para El País. Esas decenas de mafias están ahí y aparecen reflejadas en una serie que aún podría ser más cruda y cruel. Hay momentos en que la serie prefiere, con sentido, girar la cámara, mirar de lado. Ya es suficiente impresión meterse en esta orilla cenagosa subterránea que sostiene los casoplones y sus jardines. Micoestados paralelos, que han domesticado la justicia. Ojalá sólo fuera una ficción.

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