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"La dirección de TVE ante la falta de acuerdo con el comité intercentros ha decidido emitir la programación anunciadam a excepción, si es el caso, de los programas en directo, que tendrán una emisión alternativa. No se emitirá publicidad, ya que no se considera como un servicio mínimo esencial. Y en cuanto a los inform...". La imagen se quedó congelada y se truncó la voz de Manolo Portillo (terminó su trabajo en TVE en Pueblo de Dios).
Ángel Larroca, un simple técnico de sonido, dio al off desde Torrespaña, secundando por el resto del equipo de control. Era medianoche y las dos cadenas se iban a la carta de ajuste. El apagón se seguía en el vestíbulo del Pirulí en una cuenta atrás ideada por el realizador José María Fraguas Pirracas, hermano del dibujante Forges. El 14 de diciembre de 1988, jornada de huelga general convocada por los sindicatos por las medidas laborales del Gobierno de Felipe González, comenzaba con un subidón debido al impacto causaba en más de una decena de millones de espectadores esa interrupción por las bravas del Telediario 3, dejando a la guapa presentadora Olga Barrio con la palabra en la boca. En el centro emisor de Navacerrada también estaba destacado un piquete de técnicos para confirmar el apagón. "Qué huevos", piropeaban a uno de los huelguistas junto a la antena, José María Fernández. En aquella jornada fue la única ocasión en la que los españoles percibieron muy de cerca un día sin televisión. En la medianoche del 14 la emisión regresó para programar el espacio religioso Testimonio y la señal se restauró a las ocho y media de la mañana para un apresurado informativo. Tras un acuerdo de la cúpula de RTVE con los sindicatos, se ofreció un Telediario a las tres de la tarde, narrando el éxito de la huelga y la programación llegó pasadas las seis, sin la emisión de anuncios, otro impacto soviético, a unos meses de la caída del Muro.
La imagen de TVE fue el vivo retrato de lo que estaba sucediendo en la calle. Las tres autonómicas que existían entonces, la vasca, la catalana y la gallega, también secundaron el paro, ofreciendo sólo una reducida programación informativa.
La huelga coincidía con una grave crisis política en el seno de RTVE, lo que fue decisivo. La directora general, Pilar Miró, estaba pendiente de una demanda judicial por la compra de vestuario (caso del que fue absuelta años después). El 16 de enero del 89 era sustituida por Luis Solana. El presidente del Gobierno, buen amigo de Miró, casi se enteró por la prensa. Fue el último en saberlo.
La directora de TVE vivía un pulso con el vicepresidente Alfonso Guerra (que se ufanaba de controlar el invento), lo que desembocaría en el desgaste de ambos. Guerra opinaba que "alguien" debía de haber estado en el botón necesario para impedir el apagón. Los operarios de aquel 'off' recibieron una carta de despido que finalmente no llegó a producirse.
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