La madrileña Ana gana 'Masterchef 8'
Crónica de la final
En un desafío final a tres bandas, muy competido, la concursante de origen argentino venció con reconocimientos frente a un Andy que presentó tres platos, "Vini", "vidi" y "vinci" (sin vencer) y un Iván sincero y algo áspero al que le faltó algo de mimo en su remate
Y la ganadora sólo podía ser Ana, "una concursante ejemplar". Ha sido una justa ganadora de un Masterchef 8 que anduvo sobrado de controversias y polémicas. Pero ni Saray, que todo el mundo aguardaba a qué podía decir en la final, vino a estropear una, francamente, lucida y entretenida noche. La recta final de esta temporada, cuyos participantes postreros además tuvieron que aguantar el confinamiento sin estar cerca de los suyos, ha tenido más nivel que en otras ocasiones. La cordobesa, por cierto, denunció haber sido suplantada al desvelarse de antemano la clasificación de esta final.
Ana vencía con honores, frente a un Andy que de puro entusiasmo (hoy no lo vamos a tildar de soberbia) se pasó de frenada. Un segundo que pensándolo bien, le supo a justicia.
Iván, que llegaba como favorito por su solvencia sobria, reconocía justo su tercer puesto y agradecía lo vivido. Ha sido el que más intensamente lo ha vivido todo. Lo bueno, para crecer, y lo malo, para crecerse.
La empresaria madrileña ya llevaba puesta la chaquetilla de la semana pasada. Al no tener que lidiar con las cocinas en las dos pruebas previas le permitía llegar al desafío con un tiempo extra de preparación y relajación. Y se notó en ese menú final donde hay que destilar pasado y experiencias en el programa.
En la primera prueba de este lunes Martín Berasategui confeccionaba una ensalada de bogavante y verduras que los aspirantes debían seguir mientras la preparaba. Ya por entonces Luna había dado varios respingos, preguntas y protestas que la eliminaban de antemano por cansina y atropelladoa. La canaria y su amor, Alberto, llegaban a la final como comparsas para el trío que se perfilaba desde el primer momento. El regalo para ellos fue el amor. Y lo demostraron con un beso para alboroto de las redes y revistas.
Andy, pese a un emplatado lejos de un chef que derrocha magisterio y afabilidad, fue reconocido como el mejor. Por autocofianza no iba a ser.
Iván, más meticuloso que la parejita de Luna y Alberto, era el que vencía en El Bohío, el por ahora desangelado local de Pepe Rodríguez en Illescas, que ahora ha de superar los rigores de la crisis del coronavirus y cuyas cocinas albergaron esta clasificación definitiva, que se llevó el gallego.
Y llegados a esa final, con todos los participantes eliminados (José María y su canturreo al pollito) y los famliares, era Joan Roca el que iba a dilucidar vencedor junto al jurado.
La madre de "Andrés" fue en la grada la más preocupada de la final para que a su niño no le llamen "pretencioso" y cosas así. "O cae bien o cae mal", tenía que admitir.
El menú de Iván, que se pasó de áspero en la final, se abría con Bruma de Fisterra. Unas navajas con aliños tipo aguachile de pimientos de Padrón pero que se quedó corto como entrante para ser un aperitivo. Samantha disintió de las críticas de Jordi y Pepe.
De principal, el gallego proponía un salmonete crujiente en sopa thai y aliño de percebes. Otro homenaje a la tierra, con fusión internacional, arriesgado y piropeado por unanimidad del jurado.
Y de postre, una versión de tarta de Santiago, con helado de castañas y crujiente de roble piropeado por el mismisimo Roca.
El menú de Andy, pretencioso hasta el final como le sonrió Ana, presentaba un cesariana oferta. Vini, una emulsión de foie con manzana y aromas. Pepe le recomendó ir a El Celler para aprender de la sencillez, apear el discurso.
El principal, por supuesto llamado Vidi, era un plato más minimalista, presa marinada con puré de mandarina y soja (demasiado reducida) y esferas de boletus.
Y el postre, Vinci, tarta de zanahoria deconstruida, helado de albaricoque crema de ricotta y estragón. Le falló algo en la presentación. Pepe y Samantha le reconocieron sus virtudes por su osadía. Buen trabajo pero tal vez se excedió de confianza. "Te has ganado mi respeto", fue la valoración de Jordi.
Ana abría con un conceptual sutil, Plata y joya como lujo. Ostra entre espumas y caldo de jamón. "Poquitos defectos", le apreció Jordi, mostrando el reconocimiento a una presentación elaborada de primer nivel.
Su plato principal acudía a la memoria con un plato de carne en salsa evocando a la infancia, con un pichón con muslo confitado y cremoso de sus interiores. Fantástico en un emplatado que antecedía a la degustación. Joan Roca lo resumió: tres estrellas Michelin.
De postre, Capricho, un recuerdo a la familia, a Argentina, un alfajor por partes, dulce de leche y chocolate. "Crecer, ser generosas y un menú sin un pega", resumió Jordi. El jurado vaticinaba en su valoración una victoria que saltaba a la vista.
Jimmy, el padre de la vencedora, estaba emocinado de manera justificada.
Ana no sólo venció por pericia y talento con los productos, también su victoria en Masterchef 8 ha sido por la generosidad y el talante. Su saber estar entre bastantes compañeros que pusieron la crispación en un listón demasiado alto. Finalmente ganó la buena mano, la cocina y los moditos.
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