¿Quién era el extraño invitado en primera fila en la boda de Joaquín y Susana Saborido?
Anécdotas nupciales
'La penúltima y me voy', docuserie sobre el capitán bético, dedica su entrega de esta semana a su tumultuosa boda en la Iglesia Mayor de El Puerto de Santa María
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Joaquín Sánchez y Susana Saborido evocan su boda en El Puerto de Santa María en julio de 2005 como una cosa parecida a lo vivido por Lolita y Lola Flores veinte años antes en Marbella. "Si me queréis, irse", acuñó la Faraona en el tumulto que convirtió el templo en un absoluto caos. Al menos el futbolista y su esposa, que ya se encaminan a los veinte años de matrimonio, pudieron celebrar la ceremonia religiosa en el altar de la Iglesia Mayor portuense.
La docuserie de Antena 3 sobre la trayectoria de Joaquín y su familia, La penúltima y me voy, dedica su entrega de esta semana a la boda. Cómo se conoció la pareja, cómo prepararon aquella celebración y todo lo que ocurrió en torno a ella. Hay muchas risas y anécdotas y algún recuerdo que se torna triste al cabo de los años, como verán los espectadores del episodio.
Pero en general, y como corresponde a todo lo generado en torno al capitán bético, hay buen rollo y carcajadas.
Joaquín recordará en familia viendo el vídeo de la boda algunas de sus vivencias en torno a una experiencia nupcial que pudo ser traumática. Como ha evocado en otras ocasiones aquel día de julio El Puerto se despertó inquieto a la boda y aunque él creía que todo iba a ir tranquilo, desde primera hora de la mañana había vecinos guardando cola en el templo y hasta tomando posiciones en la nave para estar presente en la celebración y estar cerca de los famosos. Ya lo avisó un hermano del futbolista cuando fue a comprar churros a la plaza de abastos.
El entonces párroco de la Prioral portuense, Diego Valle, ya comunicó a la pareja que la casa de Dios estaba abierta siempre y que no podía organizar un acontecimiento privado con motivo de la boda. "Pero en la casa de Dios no va a haber sitio para todos", ya le observó el contrayente.
Y efectivamente la tarde de la boda rozó el cataclismo y los policías locales tuvieron que fajarse para controlar con vallas y cordones de agentes al público espontáneo. Joaquín y la novia entraron y saliendo en volandas, escoltados y empujados. Ya se lo podían imaginar, pero la realidad fue aún más caótica. La novia perdió parte del vestido en el forcejeo.
Las naves del primer templo de El Puerto se vieron anegadas de curiosos en aquella tarde, mientras el presidente del Betis, Manuel Ruiz de Lopera, se encargaba de depositar la Copa del Rey conseguida días antes junto a los contrayentes. Algún compañero de la plantilla, como Juanito, ríe a día de hoy por la ocurrencia del entonces directivo bético.
Joaquín no veía llegar a la novia y de improviso la tenía al lado. Es ya legendario el gesto de alivio que mostró cuando Susana le dio el sí.
Viendo las imágenes la pareja aún no se explica cómo pudieron estar los invitados entre tanto espontáneo que no conocían pero que se instalaron en la iglesia para asistir al enlace.
En primera fila aparece un adolescente con camiseta blanca sin mangas que sonríe todo el rato por su buena ubicación para seguir la ceremonia
"¿Pero quién carajo es ese?" se sigue preguntando a día de hoy Joaquín. No lo habia visto en su vida y no sabe si ahora podría reconocerlo alguien para identificarlo. Por el gusto de saber quién era ese 'colado' con desparpajo, sonrisa y sobacos al aire.
Ese espontáneo, a fuerza de verlo en el vídeo, ya es de la familia, pero nadie tiene ni idea de quién es. Como tampoco el niño lleno de arena de la playa que se escapó hasta el centro de El Puerto para ponerse al lado de los novios.
Lo rocambolesco que fue aquella ceremonia saca carcajadas a la pareja y a sus hijas. Nunca se vivió en El Puerto una boda tan tumultosa.
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