"Los espíritus que habitan en las drogas" y Miguel Bosé
Programa en La Sexta
La entrevista de Jordi Évole al cantante ha sido una lluvia de titulares, reconociendo que estuvo enganchado a todo tipo de sustancias durante más de 25 años y que ahora es un "padre soltero amoroso" con sus hijos
Cuando se ve en el espejo ve a su padre, Luis Miguel Dominguín, al que echa de menos aunque se llevó muy mal con él
Un desamor, en 1989, fue la causa por la que pidió a unos amigos que le acompañaran en una noche de juerga en la que se tomó una raya de cocaína cuyos efectos "le duraron varios días". Miguel Bosé se había arrojado en el abismo sabiendo de su peligro y de él no salió hasta, más o menos, el año 2015, cuando en un ensayo, y con el representante con todo listo para drogarse un día más, decidió que se iniciaba una nueva etapa en su vida. Había dado rienda al lado oscuro, "a la vida salvaje", con "droga, sexo a lo bestia, tabaco, sustancias, hampa... todo por un desamor.
Toda esta confesión ha sido de pie, en un despacho en México, en una entrevista con Jordi Évole, Lo de Évole, este domingo por la noche en La Sexta, que ha sido una sucesión continua de titualres. Un programa de impacto porque ha sido una charla de calado en la que el artista de 65 años ha mirado a fondo su pasado, ha intentado explicarse en su presente, tras muchos años sin ser llamado para un encuentro así en una cadena española.
A lo lago de esos años de drogas Miguel lo admite: "me pasé, estuve muy enganchado". Tuvo una "depedencia diaria", dos gramos diarios de maría, de extásis.
Al principio ese consumo le inspiraba, le beneficiaba, para convertirse en un hábito tóxico, cuando "los espíritus que habitan en las drogas dejan de ser aliados y se convierten en enemigos", explicó.
Lo ha dejado atrás sin terapias. "Las fuerzas que te hacen dejar estas cosas vienen de dentro", y de la mente, como añadió, ya sentado frente a frente ante su interlocutor. El entendimiento entre Bosé y Évole llegaba de años atrás. El periodista catalán subió a cantar (mal) al escenario en un recital del intérprete en el Palau Sant Jordi barcelonés.
El sabroso programa ha concluido hasta la semana que viene con un Bosé vehemente, insistiendo en que es "negacionista", y augura que se actuará contra la "sarta de cretinos, asesinos", donde engloba a políticos, farmacéuticas y médico.
A lo largo de la primera hora ha habido para mucho más, como las palabras hacia su padre Luis Miguel Dominguín, al que se parece mucho y al que echa de menos aunque tuvo tiranteces muy dramáticas. "Cuando me miro al espejo veo a mi padre", "desde hace muchos años", signo de hacerse mayor.
Tras su sepración de su pareja durante tantos años, Nacho Palau, y con dos de los cuatro hijos bajo su custodia, se define como "un padre soltero", "soy padre y su madre" de los pequeños, "amoroso y autoritario" cuando es preciso. Siguiendo las directivces vividas en su familia.
De su relación con su padre, "que quería un heredero" taurino, de ahí su frustración cuando se subió al escenario ("sólo hay alguien con más cojones que yo, Miguel", relata el hijo), la peor experiencia fue con la caza. Siendo niño al ser disparada una cierva el pequeño se horrorizó cuando al descuartizarla en el campo observó el cervatillo del que estaba preñada la pieza abatida. Decidió no ir de cacería nunca más, después de que Luis Miguel Dominguín le abroncara por ser cobarde y llorica.
Su madre, Lucía Bosé, fallecida hace un año en el inicio de la pandemia (el hijo asegura que no fue por coronavirus), fue de una total entrega hacia él y sus dos hermanas, una familia feliz y creativa. "Ha tenido una vida fantástica, única, con un marido al que amó hasta el último momento y con tres hijos que le han hecho sentirse muy orgullosa", resumió Bosé con México D.F. a su pies en el acristalado despacho donde se desarrolló la entrevista.
En el recuerdo a su debut en Esta noche... fiesta, programa de José María Ïñigo, en el verano de 1977, las mesas del Florida Park estaban llenas de amigos de la familia, incluida la esposa del dictador indonesio Sukarno. Miguel Bosé se estrenó cantando Mi libertad. En 2021 se entiende más que nunca que era un desafío directo a su padre y madre, ya separada por tantos años de desavenencias e infidelidades, emocionada.
Ante la voz rota, casi ahogada, que ha lucido en los últimos años, Bosé culpa al estrés. "La voz viene y va", y que todo esta situación nerviosa procede de su separación. Una ruptura vivida al cabo de los años cuando el "enamoramiento ha desaparecido y se pierde la admiración". Siente que su vida ahora está tranquila y encarrillada, centrada en su hijos, y que todas esas noches de excesos quedaron atrás, "jamás he vuelto a tener necesidad". Prefiere ser "Miguel", su yo centrado, frente a "Bosé", del que no se fía, porque es "un demente, un pirado". Él cree que ha ganado "Miguel".
Alejado por ahora de los escenarios, en tierras mexicanas se encuentra como coach de La Voz en dicho país. Recuerda con cierta añoranza a sus amantes, a los que siempre ha tratado con grandes regalos, "sobre todo a las mujeres". Una vida donde también ha exisitido mucha felicidad a la que ahora quiere dirigirse desde la sencillez de un padre soltero enfocado en sus hijos, de los que no quiere que sean cantantes ni vinculados al mundo artístico. Quién sabe si ingenieros robóticos.
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