La ventana
Luis Carlos Peris
Perdidos por la ruta de los belenes
Pase navideño
"Aquí hace falta un rey...", se dice en una de las primeras escenas. La gran familia es un alegato a la monarquía y a la tradición. En cierta medida tenía un punto de disidencia en su retrato perfecto de un Madrid que encara los años 60 con prosperidad luminosa, con dinero a lo justito (como escenifica la madre en el mercado) pero suficiente para darse algún capricho (un verano para todos en una residencia en Tarragona) y tener siempre a la prole bien vestida, aseada y alimentada.
Con un insondable optimismo y un pluriempleo a prueba de infartos el aparejador Carlos Alonso (un Alberto Closas eficiente) es capaz de timonear esta monarquía presidencialista donde la jovial consorte (Amparo Soler Leal no llegaba en la vida real a tener los 30 años) administra con ingenio y cría con paciencia, algo de pasotismo y bastante dejación en las hijas menores. Hubiera sido mucho por entonces que los niños fregaran el suelo e hicieran la comida. Esta amable cinta llena de gags y cierta intención de adoctrinamiento generalista se produjo en plena campaña en pro de la natalidad y el respaldo a las familias numerosas.
Aunque fuera impensable que los niños varones cocinaran entonces, si hay un profeta de MasterChef Junior ese es el 'petardista' Críspulo, peleado con la manga pastelera para adornar su tarta de comunión. A su lado, el comeguindas del abuelo. José Isbert está sublime e inolvidable en este retrato de una feliz España en blanco y negro que La 1 rescata, una Navidad más, en la tarde de esta Nochevieja.
Críspulo lo interpreta Pedro Mari Sánchez, niño prodigio que quiso ser ídolo juvenil cantante y que hacía de malo en Cuéntame cómo pasó. En TVE hizo casi de todo. Aprendió al lado del abuelo Isbert (abuelo a su vez de Carlos Ysbert, el doblador de Homer Simpson). Un abuelo que se dormía en los rodajes y que en la ficción es un niño grande asombroso: fan de la ciencia ficción y del cómic. No está mal para haber sufrido de lleno los rigores de las posguerra. El jubilado de La gran familia barrunta los abuelos de décadas posteriores, los abuelos que ahora son los niños de la película dirigida por Fernando Palacios.
El hijo tarambana del aparejador, "alguno rebelde tenía que salir", lamenta la madre cuando el patriarca está a punto de arrearle, lo interpreta Jaime Blanch, que pese a lo mucho que ha interpretado es para todos nosotros el director de El Ministerio del Tiempo. Su hermano mayor es más formal y disciplinado, futuro arquitecto, que interpreta Carlos Piñar. Este actor canario estaba destinado a ser un galán perpetuo, pero cambió el plató por el cincel para centrarse en su faceta de escultor en México, donde se instalaría poco después de su incipiente éxito juvenil en España. Hasta principios de los 80 protagonizó culebrones y al ser acusado de mantener relaciones homosexuales con un compañero del serial de Televisa en el que trabajaban, Vivir enamorada, se retiró de la interpretación.
La hermana mayor la interpreta María José Alfonso, que dos años después tendría su primer gran papel en el cine con La niña de luto, la llorosa novia de la localidad onubense de Niebla. A tiro de piedra encontró en Pilas a su novio en La gran familia, Paco Valladares, otro de los actores fallecidos de este reparto coral.
No sabemos qué ha sido de uno de los adolescentes, Juanito, el vigoréxico en potencia. El actor rumano Mircha Carven pasó de ser un ejemplar niño español en esta saga producida por Pedro Masó a protagonizar en la década siguiente títulos como Un marido impotente o ¿Quién se acuesta con mi mujer?, películas eróticas que recalaron en los estantes del videoclub.
Su pizpireta hermana Luisa, "la coqueta", que tiene prisa por hacerse mayor, la interpreta Chonette Laurent. En la ficción reúne a los acosadores que la piropean, le rompe el corazón a un catalán, Jorge (no podía ser Jordi entonces), y con él interpretan una serenata de despedida del verano que seguro que inspiró a Antonio Mercero para su serie estival de veinte años después. Laurent(tras Chonette ocultaba su nombre real, María Ascensión) terminaría siendo en la vida real la esposa del niño cantante prodigio Joselito, con el que coincidió en una de sus últimas películas. Esta actriz de origen cartagenero y Joselito tuvieron unos años de felicidad y varios hijos pero aquello acabó con el tiempo.
Hablábamos del verano azul de Luisa y Jorge. Aunque relacionamos a esta familia numerosa con la Navidad, la parte más divertida de la película transcurre en el estío, momento de autoafirmación de la plebe cuando apoya al hermano que ha sacado malas notas y escenas de expansión para hacer piña, trastadas al aire libre y glotonería para desesperación de las camareras de Reus.
Este verano que enlaza con la Navidad tiene la cara de Chencho. ¿Quién interpretaba a Chencho? Alfredo Garrido, hijo de un comisario de policía que tuvo que dejar su labor profesional por una tuberculosis. Su esposa decidió llevar a sus fotogénicos hijos a todos los castings posibles. Con dos años Alfredo se convirtió en Chencho, el benjamín varón de la familia que se pierde en la Plaza Mayor. "Chenchooo". Todos los niños españoles desde entonces han temido convertirse en el niño perdido de la familia teniendo presente al inconsolable Alfredo Garrido. Su hermano menor, Gerardo, nacido cuatro años después del estreno de La gran familia, se convertiría en un personaje popular en todo el país. El hermano de Chencho sería elegido en 1979 para hacer de Quique en la serie Verano Azul. De "Chenchoo" a escuchar "Chanquete ha muerto". Una hermana de Chencho, "la traductora", interpretada por Maribel Martín, disfrutaría de su mayor éxito televisivo casi coetáneo con la serie de Mercera, la adaptación de Fortunata y Jacinta, junto a Ana Belén.
Y en el verano de 1962 el padrino de la familia, mecenas y alimentador de azúcares a la panda de mocosos,. encontró también el amor en la profesora del hijo abonado a los cates. La palabra "padrino", antes de que la tomaran Coppola y Marlon Brando, la tenemos ligada al enfurruñado confitero interpretado por José Luis Vázquez, el que mejor ensalza su arquetipo, el que estira más que nadie la comedia en esta película. Un veterano de la Guerra Civil, solterón que ha depositado parte de sus beneficios en asistir a sus ahijados (ya sean de bautizo o no), tan enamoradizo que recibe el flechazo instantáneo en la profesora que interpreta Paula Martel ("cha-chacha-chá", es su petición de mano) y que en la secuela encarnará Elena María Tejeiro.
Sólo hay otro personaje que ahora podría disputar al padrino ser el personaje favorito de la película: el del portero del edificio, a cargo de Erasmo Pascual. Es un hallazgo del equipo de Pedro Masó que entronca con el humor de Miguel Mihura: un abnegado operario que le da una trascendencia inventada a las palabras: "el ascensor no funciona, cosas del señorito Críspulo, que ha hecho un barbarismo... a too el que le toca le da calambre, uséase, electrolisis". "El señorito Críspulo ha hecho otro barbarismo, ha preponderado los cajetines de la corresponsalía... Es supositorio que haya sido él, pero muy aproximativo". "Perdonen el incomodismo, ha habido una disconfusión. Los que ha traído la cesta se ha preponderado... Si se han de llevar la cesta me es indiferente uséase, inverosímil". Erasmo Pascual era pareja de Rafaela Aparicio pero ella no pudo casarse con él, que falleció en 1975, porque ella había estado casada anteriormente.
Ya en La familia y uno más, con la esposa fallecida por expreso deseo de Amparo Soler Leal, el aparejador Carlos Alonso se verá tentado por una compañera de trabajo a cargo Julia Gutiérrez Caba, la misma actriz que en La gran familia es la esposa del matrimonio que halla a Chencho y que pretendía quedarse con el pequeño sin dar aviso a nadie. Si esa tentación aparece en la película no nos extrañan que hubiera tantos bebés robados por entonces.
Pero Chencho vuelve a casa. Gracias a la televisión. Al auxilio que piden los padres y el padrino. TVE, haz tu magia. La idea procedía del vecino con televisor. José María Caffarel apenas aparece unos segundos en el arranque de la historia cuando con la persiana tapa a la familia mirona que quería ver la película tras el Telediario: un pionero de la decodificación y la antipiratería por las cuentas compartidas de Netflix. Su hija en la vida real, Carmen Caffarel, fue la última directora general de RTVE y la que tuvo que afrontar un ERTE de carácter multimillonario para sanear la corporación que hoy emite Cine de barrio.
Si ya has llegado hasta aquí, lo recordamos: el rey que hace falta en La gran familia es Herodes, por supuesto, tras sufrir la vecindad un petardo del señorito Críspulo. Pero hay otras referencias a doña Sofía, nupcial y por entonces sin saber qué sería de su destino junto a su marido don Juan Carlos, como alusiones monárquicas de una película de 1962 que dibuja el desarrollismo con el que España iba lanzada para salir del hoyo de la posguerra.
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