¿Se equivoca la Academia de TV al premiar a su presidenta como mejor presentadora del año?

Institución en la polémica

Los pareceres de los académicos sólo hacen emborronar el prestigio de los Iris justo cuando se ha retirado la candidatura rival de Casado, Mayte Pascual

María Casado se derrumba por los datos de su programa

María Casado, sorprendida en un gazapo matinal

Maria Casado con la llave de su programa en TVE, 'Las tres puertas' / RTVE

Seamos razonables y neutrales. Si nos dieran a elegir como mejor presentador/a de un programa entre Susanna Griso, Alfonso Arús, Roberto Leal, Mercedes Milá, Andreu Buenafuente y María Casado es bastante improbable que alguien diera como favorita a esta última. Se le podrá tener consideración, respeto y cariño, pero un espectador que ve la tele (a fin de cuentas los espectadores son los jefes que deberían mandar en la televisión, hay que pensar en la gente) no daría como ganadora a la presidenta de la Academia de TV. Los académicos sí. Los profesionales englobados en este colectivo hacen lobby y dan como merecedora del Iris de la Academia a María Casado. También habría que recordarles a esos mismos académicos y a su presidenta que después no pueden quejarse del prestigio o reconocimiento que puedan tener, o no, sus galardones.

María Casado en su entrevista con Pedro Ruiz

Nadie pone en cuestión la profesionalidad de la periodista catalana, forjada en las mañanas de La 1 y que Antonio Banderas le dio una imprevista y valiosa oportunidad convirtiéndola en mano derecha para sus proyectos en la productora Soho TV. Pero su programa de entrevistas de Las tres puertas no consiguió calar en el público, como indican los datos de audiencia, y el desarrollo del formato tuvo sus carencias entre las grandes figuras que pasaron por el espacio. No es cuestión de insistir en algo tan evidente: fue un formato fallido y su conductora no tuvo un trabajo tan lucido como para imponerse al resto de nominados. Lo que hay que insistir es que una institución profesional como la Academia de TV arroja dudas sobre su funcionamiento interno cuando premia tan frívolamente a su presidenta y a los allegados de turno.

Este premio de tintes interesados emborrona al resto, con esa predilección de los académicos por distinguir a TVE, cuyos trabajadores son mayoría en este colectivo. No le hacen una favor ni a su casa, ni a la academia ni a los premios que quieren reconocer a todo el gremio, un gremio diverso, competitivo y con nombres para descubrir y honrar. Está claro que su presidenta se podría haber evitado premiarse a sí misma.

Es una de las objeciones de su rival en las elecciones, Mayte Pascual, veterana de RTVE, que ha retirado su candidatura. La Academia bajo María Casado, que seguirá otro período, más que decepcionar nos hace recelar de su funcionamiento, utilidad y utilización de sus influencias. Nos hace recelar mucho. Esa Academia no parece representar a la Televisión (y sus profesionales) que se hace en España.

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