El lío político en que se encuentra RTVE explicado con sencillez

Análisis

El decreto-ley presentado por el Gobierno acopla a su interés el funcionamiento del consejo y del presidente de la corporación, al que le amplía el poder para hacer y deshacer

Se aplaza a otra reunión quién va a presidir RTVE

La cúpula de RTVE estalla con el doble cese encadenado de la directora interina y del director de contenidos

La presidenta interina de RTVE, Concepción Cascajosa
La presidenta interina de RTVE, Concepción Cascajosa
Francisco Andrés Gallardo - Jefe de sección de Vitally

27 de octubre 2024 - 08:59

No se líen entre todos los nombres que van a caer como catarata para explicar la historia reciente de la historia reciente de RTVE. El resumen va en este primer párrafo. El Gobierno cambia por decreto-ley que aprobará el Congreso el funcionamiento del consejo de administración de RTVE y amplía las competencias de su presidente (que sería José Pablo López, hasta la primavera, director de contenidos), para que a modo de gran productor ejecutivo haga y deshaga sobre los contenidos de las cadenas, emisoras y soportes, con una directiva nombrada por él. El consejo, con mayoría del Congreso y reduciendo la representación del Senado (con mayoría del PP), se limita a asentir. ¿Por qué se toma esta decisión? No es nada nuevo, el Gobierno siempre quiere tener cerca y domesticada a la cadena pública. Y da igual cuándo leas esto.

Una cadena pública, aunque sea sin público, es una parcela segura de influencia y poder, donde lanzar el mensaje y donde colocar a periodistas y productores afectos. Es cuestionable, por lo político y por lo ético, y sobre todo por el cortoplacismo, lo que ha anunciado el Gobierno en esta semana para el futuro inmediato de RTVE. Pero no dista lo que ya hizo el PP en 2012 para sacar del atolladero a una corporación audiovisual en manos de un consejo interino en el que parecía que todos se bloqueaban a todos. Se optó por cambiar la ley de 2006 con un decreto que rebajaba la elección de los miembros por mayoría de consenso, tres quintos de las cámaras, por la mayoría que ostentaba el PP.

El Gobierno quiere controlar al dedillo RTVE con vistas a atajar la sangría de perspectiva de voto, pero como el PP andaluz sujeta con bridas a Canal Sur, esa casa que durante los años socialistas siempre era tan leal a la causa. Y como el PP madrileño controla Telemadrid. Informativos tutelados por el poder y productores premiados con contrataciones sin son de la causa. Echen un vistazo a la programación, a la parrilla y a las noticias. La diferencia de la RTVA con RTVE es que el gobierno que las rige goza de mayoría absoluta. Esa mayoría absoluta permite en Málaga y en Madrid justificar siempre, por ejemplo, los datos de audiencia de ambas cadenas autonómicas sin hacer ni un atisbo de autocrítica en contenidos y escaletas de informativos.

El actual director general de Telemadrid, José Antonio Sánchez, fue en parte responsable indirecto de la campaña de descrédito que sufrió el presidente Mariano Rajoy y que desembocó en la moción de censura frankenstein de la que salió victorioso Pedro Sánchez. Las protestas de los trabajadores de informativos de RTVE llegaron hasta Bruselas sobre la línea sesgada de los Telediarios, nada nuevo, como siempre, pero en este caso el Sánchez de RTVE pensaba que apretando fuerte no iba a pasar nada. Díaz Ayuso le compensó ese período extremista en RTVE (por ejemplo se suprimió de la programación toda alusión a la Guerra Civil y a la Segunda República) entregándole Telemadrid, que ya había dirigido firme con ERE de 800 trabajadores incluido. Sánchez relevó en Telemadrid a José Pablo López, ex director de Trece, que salió respondón y que ahora dirigiría la RTVE relevando a la interina Concepción Cascajosa. Podría ser este 28 de octubre, cuando RTVE cumpla 68 años y nació como un juguete del que recelaba el propio Franco. A los pocos años le pilló el gustillo de ver en pantalla que todo lo tenía bajo control.

Y es lo que siempre han deseado los presidentes del Gobierno, unos más que otros. Fue Rodríguez Zapatero quien en 2006, tras su inesperada victoria electoral de 2004, alumbraba una RTVE saneada y autogestionada sin interferencia política. En la anterior legislatura se habían sucedido la criticas sobre los Telediarios (la época de Urdaci y el "ce cé o ó" tras la huelga general de la que se informó sesgadamente, según la justicia) y además del descontrol financiero, iniciada en época socialista en el declive de Felipe González, se sumaba el imparable desprestigio editorial de la cadena pública, derrotada por las privadas en todos los aspectos. ¿Quién era el director general de RTVE nombrado entonces por el PP? José Antonio Sánchez.

Toda esta veterana historia de controles abusivos en Prado del Rey y Torrespaña data por supuesto desde el Paseo de la Habana, en 1956. A su vez, en el seno de la corporación, sobre todo en los informativos, se ha ido gestando históricamente un enfrentamiento interno perpetuo, con represalias, exclusiones y gente apartada según el partido que esté en el poder. Es difícil trabajar dentro de RTVE con comodidad y sin ataduras sin tener una navaja en la espalda. Da igual cuándo y sobre quién leas esto.

En TVE todo cuesta más hacerlo y producirlo respecto a las cadenas privadas, que no tienen obligaciones contractuales de servicio público donde hay que invertir mucho y gastar a mansalva. Pero queda también mucho margen de los 1.100 millones de euros anuales ("una montaña de dinero", protestaba el ex mandamás de Mediaset, Paolo Vasile, con su ahora fallido modelo de parrilla) para hacer otras cosas. Las productoras se arriman y las programaciones de RTVE dependen de la buena voluntad de esas producciones externas, y al menos una parte de esas contrataciones se quedan en compañías amigas. José Luis Moreno consiguió de José Antonio Sánchez un despropósito llamado Reinas, período de despropósitos.

José Pablo López parece haber acertado con los 28 millones por dos años de La Revuelta de Broncano (¿de cuánta audiencia estaríamos hablando dentro de un año de costumbre en antena?) y esa operación, tras haber sufrido como mártir, le va a permitir a este directivo malagueño a regresar a RTVE, como presidente o como ejecutivo fundamental para seguir siendo quien controle la programación. Falló en costosos y estratégicos proyectos en prime time como El Conquistador, Baila como puedas, Bake Off. Pero precisamente el pasado mes de abril fue despedido como director de contenidos por apostar por su apenas único acierto, el de Broncano. La hasta entonces directora general interina, Elena Sánchez Caballero, le cesó por empeñarse con este programa (con recortar en 20 minutos el Telediario 2), y a su vez el consejo de administración, entre fuego amigo y el PP, la cesaron a continuación. Estas escenitas son las que han hecho perder la paciencia a la Moncloa, en un consejo de presidencia rotatoria donde los populares tienen su parcela de control, y ante los buenos vientos de una corporación controlada mediante decreto-ley, esperan sacar rédito electoral. Y de buena imagen para el Gobierno y para los repartidos socios.

Habíamos dejado antes RTVE esquilmada en 2004 y con una dirección que había llevado al desprestigio a la casa. Zapatero vio una oportunidad de levantar una nueva corporación, limpia de deudas y también de enfrentamientos internos. Una cadena audiovisual de potencia democrática, con un consejo de consenso. A Carmen Caffarel le tocó hacer el ERE y a Luis Fernández, primer presidente, esa primera etapa de pretendido prestigio, a partir de 2007. Si había que hablar bien del Gobierno socialista ya están ahí dos cadenas privadas, Cuatro (ex Canal +, como cadena en abierto de Prisa, que quiere volver a tener una señal en la TDT) y La Sexta (dirigida por José Miguel Contreras, ahora persona clave para José Pablo López). Ambas terminarían siendo absorbidas por Mediaset y por Atresmedia un lustro después. No era tan fácil asentarse en el mando. No era cuestión de millones.

La RTVE de consenso se convirtió en entelequia y al poco el fuego político, entre partidos y sindicatos, la arrasaba por dentro. El anciano Alberto Oliart, ex ministro con Suárez, había sucedido al poco a Luis Fernández, cuando el Gobierno de Zapatero cambió de planes en 2009 para que la corporación púbica dejara de tener anuncios y en parte se sufragara con tasas a canales privados y empresas de telecomunicación. Oliart dejaría también poco después en la interinidad, y el caos entre consejeros, a RTVE mientras Mariano Rajoy vencía en las elecciones de 2011. Al Gobierno popular no le gustó eso del consenso y ponerse de acuerdo con Rubalcaba y por 'decretazo', como ahora, creó un organigrama a su disposición. Un bisoño Leopoldo González-Echenique duró también poco. El cargo era para un halcón como Sánchez.

Y José Antonio Sánchez agotó los seis años cuando llegaba la moción de censura y tras meses de protestas y viernes negros que escenificaban un Torrespaña como la jungla de Vietnam. A Sánchez, el presidente Pedro Sánchez, se le ocurrió una figura sin ataduras en RTVE: la administadora única, Rosa María Mateo, jubilada veterana de la casa. ¿Cómo le fue a TVE manos únicas? Fatal en todos los aspectos. Una decepción. Y el Tribunal Constitucional declaró que fue un nombramiento ilegal.

Por muy interina que fuera, Mateo y su etapa complaciente con Podemos, se extendió de 2018 a 2021, mucho más que otros presidentes nombrados para seis años. En ese lapso de la administradora las autoridades europeas (que ahora observan con recelo el nuevo decreto-ley) animaron a buscar una fórmula de consenso que tampoco funcionó. Se decidió un consejo de administración por méritos, mediante concurso, una lista paritaria. Muy complejo de resolver. Incluso la profesional mejor puntuada, Alicia Gómez Montano, falleció en 2020 antes de ver cristalizada la elección. El presidente, en 2021, fue un trabajador de la casa que impartía clases en la universidad, el director de La aventura del saber, José Manuel Pérez Tornero. A su lado, nueve consejeros, repartidos según el Congreso posterior a la moción de censura, que son los que han ido tirando de los pelos hasta el otro día, sin renovarse y sin ponerse de acuerdo en nada.

Tornero dimitió en septiembre de 2022, con acusaciones subterráneas desde la Moncloa de favorecer al PP, relevándole Elena Sánchez que a su vez cesó a José Pablo López. A estas alturas cualquiera entiende que RTVE es una casa de locos. Y entre tanta locura el PSOE por la vía del decreto-ley quiere que el timón de la nave y todo ese dinero del botín de a bordo sea para su control y de quienes Moncloa decida. Siempre, a toda costa. Esta serie ya la hemos visto.

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