¿Por qué hay 'edredoning' en 'Supervivientes' cuando no debería haberlo?
Retozos caribeños
Las condiciones extremas del 'reality' de Telecinco no invitan al arrumaco tropical, pero sin embargo Hugo Sierra e Ivana Icardi, enlace 'urguasho'-argentino, tienen las hormonas encendidas
Mucho antes de que Fani retozara por el resort y de que Isabel Pantoja se cayera de un guindo en forma de helicóptero al formato de Supervivientes iba gente que se exponía sin más a las penurias, tipos rocosos pero desconocidos que se ponían a prueba, personajes en potencia que se iban descubriendo con el paso de los días. La selva de los famosos vino a cambiar las reglas.
Hace 19 años, al recuelo de Gran Hermano, Supervivientes (que era un formato antecesor a ese primer reality puro de la casa) aparecía en la parrilla nocturna de Telecinco pero sin la presencia viral de ahora, ni las ínfulas de sus participantes. Y las galas no eran en completo al directo. La convivencia en la playa no tenía efectos secundarios, era supervivencia, abrasión y agobio. Por tanto, en circunstancias donde pesa el hambre y el ahorro de energías los participantes estaban centrados en las calorías, las proteínas y la contención, no en los goces de la reproducción. El edredoning o su variante arenera no estaba en las agendas de aquellos supervivientes televisivos de los primeros tiempos, otro tiempo en la televisión.
Entre aquellos primeros concursantes tostados al sol y a la exposición cansina de las cámaras, en la segunda edición, figuraba el gaditano Joaquín López 'El Kaky'. Sólo un año antes su paisano Ismael Beiro había contribuido a aupar aún más el incipente fenómeno de Gran Hermano. En Mediaset confiaban en aquel motero para que secundara a su vecino de Loreto, pero las intrigas de los demás lo expulsaron antes de tiempo. Ya por entonces aquel concursante resumía lo que era Supervivientes en su esencia. Frente a lo que había allí en los manglares fangosos (aquella edición se producía en las índicas e idílicas Seychelles) Los de GH parecían tener "todas las comodidades" del mundo frente a ellos. "En la isla, por ejemplo, no hay ambiente para el sexo. No teníamos música, que hace mucho: amansa a las fieras", exponía Kaky ya en el año 2001, dando las claves de este programa.
"Cuando hay hambre el sexo lo olvidas", resumía sabiamente el gaditano, que guardaba en la maleta un pendón local, por si vencía, "para clavarlo en la playa, como hizo Cristóbal Colón". Aquel Supervivientes tenía mucho de proeza deportiva, de conquista y superación. Todos esos rasgos se mantienen, pero con la personalidad de los famosos seleccionados se buscan las tramas constantes, con conflictos basados en enfrentamientos muy anteriores a la aventura o las peleas añadidas de los defensores en el plató, también deseoso de ajustar las cuentas.
Por eso es llamativo que en las ediciones con famosos haya margen para el edredoning, el retozo desinhibido aunque sepan que las cámaras están en el cogote. Habrá hambre (cada vez más, según transcurren los días, se apagan las hogueras...
...Se agotan las latas y los camarones y otros bichillos hipocalóricos son siempre difíciles de pillar sin el aparejo adecuado) pero también hay ganas de expandir la juventud.
Desde los primeros días de esta edición en Cayo Cochinos Hugo Sierra e Ivana Icardi han dejado margen a la alegría nocturna. Él es el ex de Adara, una habitante mediática de GH, que parecía deseoso de integrarse en el grupo de los mortales para estar cerca de Ivana. Ella, argentina, es hermana de un futbolista del PSG que ya traía desde Italia su estela de participantes proactiva.
Entre los contertulios del programa unos lo tildan de montaje y otros hablan de euforia caribeña, de hormonas desatadas. Otro superviviente, el polemista nato José Antonio Avilés, está ronco de decir que esto es un apaño interesado. Vale.
Sin duda están siendo unos encuentros sexuales tempraneros y en otras circunstancias aún más adversas bastante improbables. Pero ahí está la primera pareja de Supervivientes, ("te doy más fuerte, eh", es la frase que pasará a la posteridad de lo efímero) deseosa de aprovechar las horas que tengan en la intimidad entre cangrejos, cámaras infrarrojas y unos compañeros calculando su gasto energético. En la era del coronavirus siempre nos quedará tiempo para la ternura y el edredoning.
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