El drama personal de Óscar Díaz, el triunfo en 'Pasapalabra', su madre y su mujer
Entrevista
El concursante madrileño decidió irse al paro hace dos años y ese día comenzaba a ganar el bote que le ha reportado 1,8 millones de euros
¿Por qué Moisés Laguardia no puede seguir en 'Pasapalabra' tras el bote de Óscar Díaz?
Óscar Díaz es el ganador del bote de 'Pasapalabra' con 1,8 millones de euros
"Es mi sustento", insiste este polifacético concursante que ha logrado un bote de 1,8 millones de euros en Pasapalabra este miércoles. Óscar Díaz tiene 52 años, el concurso ha sido para él "un paréntesis, una liberación", y su mujer, Patricia, y su madre, Conchi, son quienes le fijan al suelo y a la vida. Por eso son "su sustento".
El padre de Óscar falleció cuando él tenía 6 años así que su madre, que salió adelante y le dio dos hermanas de un siguiente matrimonio, lo es todo. A ella llamaron primero y fue cuando el ganador del concurso le reveló que le había dado por responder todas las preguntas del bote. Hay un desconocido arquitecto alemán de entreguerras, Emil Fahrenkamp, que ha entrado en la historia de la televisión en España. "Le tengo que devolver todo lo que me ha dado", promete sobre su madre.
Conchi ha sido necesaria para ese triunfo de este tenaz, tanto como bonachón, participante de Pasapalabra. De su rival, Moisés Laguardia, sólo tiene buenas palabras, por su compañerismo durante estos nueve meses de duelos, y su empaque cuando también ha debido marcharse. "No sé si yo hubiera tenido su misma actitud si el que hubiera perdido hubiera sido yo", recalca a este periódico. Por supuesto que hubiera sido así. "Tengo buen perder, pero no lo he tenido que demostrar", admite con cierta ironía.
Sus sobrinos pequeños ya han podido contar con el colegio que su tío ha ganado el premio. El círculo familiar más cercano lo sabía, y se mordía la lengua, a vecinos y amigos "había que darles capotazos".
Tras tantas mañanas despertándose a las siete para devorar datos imposibles y memorizarlos, con el bote apenas ha podido dormir. Y en la noche de emisión, tras tres semanas en espera, la pasó en vela entre los miles de mensajes. Pero ahora "ya puede leer", relajarse, vivir más. Lo sabe la sonriente Patricia, su mujer, con la que lleva casado hace siete años, pero con la que vive desde el año 2000. Por aquel entonces tenia "mofletes de hámster" cuando aparecía en el primer Pasapalabra con Silvia Jato. A su esposa la conoció en 1997 a través de unos amigos, "mi mujer para toda la vida y lo que quede". Con el bote, ya lo dijo en el plató, van a vivir más tranquilos y pagarán la hipoteca que tiene pendiente, después de muchos años de aqluiler. Se dio cuenta de lo que había logrado cuando en la parada de la grabación, para hacer las llamadas, contemplaba el confeti sobre la mesa, esa misma mesa que es cadalso de las repuesta y sobre la que se postró al decir el endemoniado apellido alemán. "Se te vienen las lágrimas a la cabeza", admite.
Óscar ha sido decisiones imprevistas para forzar los giros en su vida. Un ímpetu con el que no le ha ido nada mal, aunque nunca se sabe, claro. "Pero con 29 años dejé un trabajo fijo para toda la vida, con quince pagas, de funcionario porque no me llenaba". La traducción era su vocación. Y también aparecieron los concursos, y tras pasar por ¡Boom! decidió parar. Irse directamente al paro. "Había estado desde los 19 a los 50 años sin parar de trabajar. Con la preparación de Pasapalabra encontré una rutina que me divertía. El bote lo empecé a ganar el día que me fui al paro. Me entretuve haciendo roscos, viendo programas", revela. Su trabajo esporádico en estos años ha sido el de comunicación de torneos de golf. Cumplirá los compromisos que tiene pendiente en esta temporada y a partir de entonces ya verá.
Hacienda, que somos todos, se lleva casi la mitad de la fortuna. "Me parece bien, aunque sea fruto del concurso tengo que tributar como cualquier trabajador", zanja con calma.
Se ha divertido con Moisés de rival y con los famosos. "Están para ayudarte, conseguir segundos depende del propio concursante", aclara cuando ha visto a muchos invitados muy preocupados por quedar bien y que no se rían de sus respuestas en las redes sociales. "Eso se olvida", aconsejaba a famosos, ahora algunos ya amigos, cuando estaban atenazados por las preguntas de Roberto Leal, otro hermano a estas alturas.
Y en todas partes le insisten, ¿cómo se consigue alcanzar ese grado de experto en Pasapalabra y aspirar de verdad al gran premio? "Haciendo muchos roscos, ver muchos programas, ponerse en el papel real del concursante, hacer muchas listas, aprenderse muchas definiciones, palabras y nombres propios....", una preparación opositora a notario. O aún más difícil. "Hay que apuntarlo todo, las difíciles y las fáciles", aconseja, aunque no se siente un gurú como para crear fórmulas infalibles.
El arquitecto alemán o la provincia ecuatoriana de Sucumbíos, los dos términos imposibles que resolvió en su ros ganador, pertenecen a esas listas de nombres amontonados. Provincias, ríos o arquitectos. Sólo se acordaba de un arquitecto alemán con la letra efe. El que le ha dado 1,8 millones.
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