OBITUARIO
Muere Teresa Barrio, madre de Alberto Jiménez Becerril

Yo doy gracias a la tele

Opinión

Portada de 'Teleprograma' con 'Los chiripitifláuticos'
Antonio Sempere

13 de julio 2024 - 18:32

Cuando murió Franco, David Trueba (1969) estaba en primero de EGB. Cuando murió Franco, Sergio del Molino (1979) todavía no había nacido. Aunque escriben sobre la televisión que se emitía en vida del dictador, de las carteleras de cine e incluso de las parrillas televisivas que tuvimos la ocasión de ver los españoles que sí nos asomábamos a la pequeña pantalla en aquellos años postreros de la dictadura, como si hubiesen estado allí.

Recuerdo perfectamente, con pelos y señales, todas las horas de televisión que consumí entre 1969 y 1979. Fue la que abarcó una etapa fundamental en mi vida, la que comprendió entre mis 7 y mis 17 años. Víctima de una familia desestructurada, zambullirme en lo que se cocía en la pequeña pantalla me salvó de muchos males, tal vez de los peores.

Compraba el Teleprograma, que costaba cinco pesetas, como un ritual sagrado. No diré que con él aprendí a leer, puesto que ya venía aprendido del colegio de párvulos, pero sí puedo asegurar que fue en esas páginas donde comencé a vivir y a proyectar mis ilusiones. Cuando cada jueves me zambullía en las parrillas de la programación de la primera cadena y del segundo canal, cuyos contenidos se intercalaban entonces en la revista, escapaba hacia el mundo en el que siempre deseé habitar. 

Fue una pena quedarme a mitad de camino. Desde 1984 (han pasado cuarenta años de esto) arranqué mis colaboraciones en la prensa provincial ejerciendo el rol que más ansiaba: el de crítico televisivo. Pero tuvo que pasar casi una década para poner una pica en Flandes, dar el salto a la capital, y desde la agencia Fax Press de Madrid a partir de 1993 llegar a lectores de toda España (también a vosotros, los lectores andaluces del Grupo Joly). Llegaron las crisis, todas las crisis, la del papel, la de las formas de consumir prensa, incluso las cornadas que da la salud. Pero ahí seguimos. Con ganas de plasmar en un ensayo las memorias de un espectador para quien la televisión fue un salvavidas. Gracias eternas por seguir ahí. 

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último