“Estoy curado de espanto: soy actor, bético y de izquierdas”
Entrevista
El actor José Manuel Seda es uno de los fichajes de la nueva temporada de 'La casa de papel' y ahora grabará la segunda temporada de 'Toy Boy'
Conocido por el gran público por los seriales vespertinos Yo soy Bea o Amar es para siempre, el sevillano José Manuel Seda (1968) se ha curtido en el teatro y ahora ultima su aparición en la nueva temporada de La casa de papel, serie de Netflix que es uno de los grandes éxitos internacionales de la plataforma. El siguiente proyecto es la segunda temporada de Toy Boy, de Atresmedia.
–¿La casa de papel es la gran superproducción española en la que todo el mundo quiere estar?
–Es un prestigio para la producción que se hace en España. Estoy terminando mi papel de esta nueva temporada de la que poco se puede saber por ahora. Yo vi la primera temporada de una sentada y entendí el gran éxito internacional que tuvo. Cuando he estado en los decorados del Banco de España comprendo el carácter de superproducción que tiene. Es una locomotora a la que me he debido de subir en marcha. He compartido escenas con todos.
–¿Cómo son esas instalaciones de una serie tan venerada?
–Son dos estudios, unos decorados están en Colmenar Viejo y otros en los estudios de Secuoya.
–Señalar a buenos y malos en La casa de papel siempre es difícil de aclarar.
–Y es complicado definir mi papel en esta serie. Ya sabemos que no se pueden distinguir buenos de malos como en una historia típica. Se supone que en La casa de papel los buenos siempre han sido los delincuentes. Los actores nos cuidamos de adelantar cualquier detalle. Cuelgas una foto en las redes y te la amplían hasta barajar suposiciones de cualquier detalle. Los fans de esta serie son increíbles.
–¿Su aparición en esta serie ha tenido que ver con Toy Boy, que también ha funcionado muy bien en Netflix?
–Toy Boy tenía todos los ingredientes para funcionar en Netflix. Ahora en la segunda temporada que ha comenzado a grabarse parto desde la cárcel.
–¿Hemos aprendido en España, por tanto, a hacer historias de acción?
–Sí. En La casa de papel por ejemplo hemos estado grabando escenas de una locura que te arrastra. Veías una escena así en una película de Tom Cruise y te la creías. Eso lo hemos conseguido aquí. Es una acción verosímil. Es una manera de rodar en la que tú eres una pieza de un puzzle técnico. Le puedes poner más o menos pasión a un persoanje pero aquí formas parte de un universo.
–¿Qué está haciendo en el teatro?
–Ahora hago un clásico de Calderón y mi personaje es sevillano en El médico de su honra. Nos ponemos en la tesitura de la métrica por la pronunciación sevillana. Hacemos el montaje de la versión con Adolfo Marsillach con la que se inauguró la Compañia Nacional de Teatro Clásico en 1986. Es una creación de GG Distribución y Producciones del Teatro del Canal. Abrirá el Festival de Teatro Clásico de Alcalá de Henares y esperemos que la pandemia nos permita estrenarlo en las mejores condiciones de público.
–¿Cómo fue trabajar de nuevo en una serie diaria como Amar es para siempre?
–Un ritmo difícil. No se puede hacer por muchos años. Todos los días debes memorizas treinta páginas y prácticamente no puedes hacer otra cosa. Estando en Granada, el día de mi cumpleaños, surgió la propuesta de La casa de papel.
–¿Y hay proyectos que se quedaron por el camino?
–Estoy curado de espanto:soy actor, bético y de izquierda. Sé que no te puedes ilusionar en la vida más de la cuenta, así que todo lo que sucede lo debo dar por bueno y en esas vienen los del rival de la ciudad y te enseñan los seis paragüeros...
–Su pasión bética la llevó precisamente a Amar es para siempre.
–Se ambientaba en 1977 así que debía aprovecharlo. Mi personaje iba a la final de la Copa del Rey con un amigo vasco. Qué noche la de aquel Betis-Athletic. Yo era niño y la vi por televisión. Ygracias a la serie me salí con la mía de ir al Vicente Calderón.
–¿Cómo se vivió la interrupción el pasado año en esta serie?
–Se quedó el trabajo a la mitad. Teníamos un colchón de capítulos grabados y cuando volvimos tuvimos que multiplicar las páginas de rodaje con todas las medidas de seguridad. Todo se encarecía, con pruebas PCR todas las semanas. En este trabajo vivimos de rachas y nunca te puedes quejar.
–Cuando llegó a Yo soy Bea ya tenía bastante experiencia en el ritmo diario del serial.
–Contaba con el bagaje de Plaza Alta y Arrayán, en Canal Sur. Ylo agradezco a día de hoy. Casi todos los actores andaluces han pasado por ahí. Yo soy Bea fue un fenómeno interesante porque éramos un puñado de intérpretes desconocidos que en unos meses pasamos a ser los más queridos por la audiencia.
–¿Le sorprende aún el éxito que tuvo una historia tan previsible?
–Yo creo que el éxito de Bea eran unos guiones fantásticos y unos actores que supieron encajar sus papeles. Las condiciones de trabajo eran muy duras, un ritmo agotador. La desgracia de esa serie es que murió de éxito. Se cerró cuando aún funcionaba y tenía un veintitantos de share.
–¿Un momento de la historia que le gustaría llevar a una serie?
–Me gustaría vivir el ascenso del Betis a Segunda tras los años de condena en Tercera en 1952. Ese partido definitivo en Utrera, con los coches como en una romería...
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