Cuarenta años del decisivo gol en la Eurocopa que se quedaron sin ver los andaluces
Fallo en la red
Fue evidencia del retraso en Andalucía. La señal de los dos canales de TVE se desvanecieron en la noche en la que España se clasificaba de forma milagrosa a las semifinales de la Eurocopa 1984
España y el Mundial 1982: Naranjito invertebrado
8 millones de espectadores en el España-Italia
TVE solía funcionar entonces entre el surrealismo y lo imprevisible, remediando el disparate. Aún sólo había dos canales y apenas 20 horas de emisión al día entre la Primera y el UHF, la Segunda Cadena. Pues por el UHF, en la tarde del 21 de junio de hace 40 años, en desconexión para Andalucía, apareció la sonrisa de disculpa de José Luis Garrido Bustamante, padre del actor Antonio Garrido y flamante Medalla de Sevilla, para que los paisanos vieran el segundo tiempo del España-RFA (la Alemania Occidental, Alemania para los amigos) en el que de forma asombrosa la selección había logrado la clasificación para las semifinales de la Eurocopoa 1984. Los andaluces se quedaron sin ver la mitad de aquel partido. No era un problema del televisor, por mucho que en las casas se empezaran a tocar todos los botones (en el mismo cacharro, no había mando a distancia). No iba a regresar la señal por un buen rato para desesperación futbolera, que tuvo que ir al transistor a que Héctor del Mar en la SER, o el equipo de José María García en Antena 3 Radio, les contara qué demonios estaba pasando en el Parque de los Príncipes. El estadio parisino.
En Andalucía nos habíamos quedado sin ver la resolución de aquel partido el día antes, 20 de junio de 1984, donde se produjo el segundo milagro del seleccionador Miguel Muñoz, lo que ya le daría para ser al menos beatificado. Tras el 12-1 de Malta llegó el gol del sportinguista Maceda en el último minuto después de cuatro palos al guardameta español, Arconada, en un asedio germano extrañamente infructuoso. El presidente de la Federación, Pablo Porta, hablaba de la flor en la retaguardia de Muñoz. Si Sevilla fue sede de la goleada maltesa, Sevilla y el resto de Andalucía se perdieron la proeza angustiosa de la selección. La compensación a esa larga hora de agüilla en el televisor fue esta reemisión un día después, como si un vecino nos hubiera prestado una cinta de vídeo VHS, ya sin emoción alguna. Pero había sido un éxito excepcional y al público no le importó verlo en diferido, ya nos habíamos cabreado en comunidad la tarde antes.
Fue un éxito deportivo que hubo que vivir a ciegas, agitando el transistor. Portugal ganaba en Nantes a Rumanía, equipos con los que había empatado de forma angustiosa España, y la selección tras el naufragio del 82 parecía resignada a repetir desencantos. Pero en esas Señor, gol de Señor, centraba al defensa Maceda para que aportara otro de esos goles imposibles de La Roja cuando nadie la llamaba La Roja, sino la Furia (Luis Aragonés explicó bien aquel cambio, "los cojones se quedan fuera con gente que juega muy bien"). Pero decíamos, aquel gol que en Andalucía nadie vio en directo hace 40 años fue el de la primera clasificación de la selección en una fase final de grupos desde 1950 y a su vez la primera eliminación alemana a las primeras de cambio en su historia. Con la RFA de Rumennigge y Schumacher que parecía imbatible. Qué cosas.
Una epopeya frustrada así, sin poder verse, ponía a Andalucía en el sitio que estaba: en el último confín de Europa, con la sensación de ser una tierra olvidada. Una anécdota televisiva y futbolera evidenciaba el retraso de servicios e infraestructura de una comunidad autónoma que apenas había echado a andar tras decenios de retraso endémico y siglos de guerra. Se había producido un fallo de suministro eléctrico en la antena de Guadalcanal, terraza sevillana de Sierra Morena, que era el enlace televisivo de Andalucía con la Meseta. Desde Guadalcanal se enviaba la señal a prácticamente todo el Valle del Guadalquivir, valle de lágrimas y de más de una fiesta. Y hace 40 años aún de muchas carencias. La televisión hizo evidente nuestra deuda histórica cuando TVE desapareció por un buen rato en una noche en la que el resto de España disfrutó de lo lindo.
Por entonces, casi dos años después de la primera victoria del PSOE de Felipe González, en el seno de RTVE se estaba gestando un cambio integral de funcionamiento y contenidos, disolviendo tics de otros tiempos pero con el error de seguir editorializando y marcando pautas a criterio del Gobierno. José María Calviño era el director general con los dictados de Alfonso Guerra, quienes no perdonarían que en la silla de Prado del Rey se sentara a continuación una leal felipisita como Pilar Miró. RTVE estaba cambiando la muda y el alma pero también debía modernizar el cuerpo, las infraestructuras. Antes de este apagón futbolero en 1981 la unidad móvil se veía impotente para enviar la señal en directo desde el Gran Teatro Falla para ofrecer la final del Carnaval 1981. La emisión tuvo que grabarse en diferido mandándose una unidad de vídeo a toma mecha por la autopista desde Sevilla. El centro territorial, en la Palmera, era todo precariedad y así fue durante toda la década, evolucionando a pedales, hasta atisbar las nuevas instalaciones y la competencia de Canal Sur y el resto de privadas.
Además de la noche de Maceda, la antena de Guadalcanal siguió dando algún disgusto de desconexión cuando arreciaban vientos y tormentas (llegaba a aparecer una carta de ajuste con el nombre del pueblo sevillano, que se hizo célebre) aunque seguiría prestando sus servicios durante unos lustros más. El apagón definitivo de aquel centro emisor traicionero en 1984 se produjo con el apagón analógico de 2010. La antena que nos privó del gol de Maceda aún sigue en pie, como monumento en sí misma. En 1961 fue la que llevó la tele a los televisores andaluces. Seamos generosos, gracias a ella también pasamos muy buenos ratos.
Temas relacionados
No hay comentarios