Para cortarlos a cachitos
La música alternativa de La 2 salva otra nochevieja de refritos y de masaje a Rajoy
Pedroche, con discurso feminista, lucía mejor con su capa roja
Los medios se debaten perpetuamente entre la tradición y la innovación para atender a una audiencia, a una clientela, que socialmente suele estar por delante de todos los empeños. En el caso de la nochevieja la intención se dirige a la tradición en el concepto más inmovilista y viejuno. Telecinco, al menos, promovió un programa en directo, que evocaba a aquellos que hacía Fernando Navarrete hace 30 años; y La 1, con Eva González y un hombre de primeros auxilios como el imitador Carlos Latre, promovían un especial enlatado de los de costumbre, con aires moreniles de finales de siglo. Y también está la kermesse de los sábados de Les Luthiers con los playback en el teatrito de Canal Sur: televisión de antaño con banda sonora de Canal Fiesta Radio. Feliz 1968.
En cuestión de campanadas la tradición la guía la capa de Ramontxu y la estilizada Igartiburu, con esa elegancia que le sale sin querer cuando quiere, de rojo Lorenzo Caprile (jurado de Maestros de la moda, el masterchef costurero ¿autopromoción sutil?). Cristina Pardo, en La Sexta con el dicharachero Iñaki López, optó por ir de cena con los suegros, formal y reportera, con traje negro y bordados de oro viejo y una chaqueta de hombreras imposibles en pico. En Mediaset se atendía a su particular tradición de oropeles de polígono. Jorge Javier recibió el nuevo año en calzoncillos y despidió 2017 con Belén Esteban. Como paréntesis del fiestón, ante el reloj estaba el surtido estelar de Sálvame, con las presuntamente despedidas Lydia Lozano (lentejuelas) y Terelu (de blanco noventero); Mila (malva y plumas), Kiko Hernández y María Patiño, la cuñada mejor del quinteto con unas transparencias negras de un decenio atrás. La engañosa innovación era las transparencias de Cristina Pedroche. Con su rojo modelo-capa parecía campanuda, habría ganado en el desafío de la noche, pero fue quitarse la prenda y mostrar un mono transparente de bordados similar al de dos años atrás, con el sello Pronovias, que fue un déjà vu. Sí, así de primeras parecía la repetición de la jugada, o la misma impresión que cuandoBoney M se presentó en una tarde de domingo en Aplauso hace 40 años. La de Zapeando se arrancó con un discurso feminista, "que se acabe el juicio sobre nuestro cuerpo", justo quien lleva con Atresmedia cuatro años llamando a la audiencia de nocherevieja con ese mismo reclamo. Estuvo más sensual en su bautizo de braguitas en la Puerta del Sol. Chicote, mentalizado en su misión de acompañante, se puso un "alucino pepinillos" en la espalda del esmoquin. Sí, porque todos ellos fueron con esmoquin (Kiko, Ramón, Iñaki López), inclusive El Cordobés, con ese desparpajo empático del diestro, quien se ha visto envuelto en una polémica exagerada e innecesaria. Estuvo muy bien la pareja de Canal Sur, con una Eva Pedraza escotada de azul eléctrico con bordados sobre nude, en el publirreportaje cordobés de la medianoche. Desde Las Tendillas sonaba el suave rajeao de sus campanadas guitarristas, frente al castillo de fuegos artificiales de la catalana TV3. En la autonómica que escapó al 155 había lo de siempre, mucho ruido y parcas nueces. Las alusiones del tendencioso Quim Masferrer (sin lacito al menos) fueron más bien menores ante una Ruth Jiménez a lo Pedroche y abonada del resfriado. Ahora bien, entre la lacónica austeridad cordobesa y el Montjuich de Disneylandia estaría el término medio deseable para la cadena de Susana Díaz y sus comparaciones con Juego de Tronos en su enlutado discurso. Más bien estamos en las resignadas tinieblas escurialenses de Felipe II. Qué triste es Canal Sur. Y qué entristecida está esta Junta.
En La 1, que es la cadena de Mariano Rajoy, José Mota se empeñaba hasta el retortijón en mostrarnos un presidente más simpático y ocurrente de lo que realmente es. La parodia de Rajoy en Bienvenido Mr. Wan-da está por debajo del muy y mucho presidente que vive en 2015. Un año después daba lástima que se hubiera criticado con tanta dureza a Ande andarán visto su sucesor en el 31 de diciembre, un cansino histórico relato de farolas y chinos que estuvo bien lejos de hacer un retrato con mordiente y sátira del año superado (algo que sí logró en parte el refrito de El intermedio con un Wyoming echando de menos al Reverendo). Mota se centraba en el Rey y en los cuatro líderes, con subrayado cariñoso hacia Rajoy, mire usté, cuando quien se comía al protagonista era el actor Enrique Villén. Por sobresalir, la parodia de Felices los 4. Donde estaba el interés era en sacar punta a Cataluña. Y Puigdemont, en broma de Inocente, inocente, fue lo más conseguido del programa del manchego, junto a otro momento 'catalán' The walking dui, con Javier Gutiérrez. Por cierto, era extraña toda omisión de Atresmedia en la hora de Mota. La imitación de Javier Ruiz relevaba a la más evidente de Ferreras (con cameo en La Sexta). Mota tuvo su momento viral con la entrevista machista a Garbiñe Muguruza. Un gesto en una noche trasnochada de por sí. Jorge Fernández y otra escotadísima Chenoa remendaban sin chispa el repaso de Antena 3.
Una noche donde ya no se brinda ni con cava ni con champán, sino con la marca patrocinadora. Este año hubo cerveza, zarzaparrilla (Coca Cola blindó de anuncios la llegada del nuevo año) y hasta batidos de chocolate en el caso de la autonómica catalana.
Y en esas estaba el refugio, el programa que ha venido salvando a muchos cenadores del 1 de enero que escapan de karaokes sin alma y play backs sin demasiada coordinación. Cachitos optó en el prime time por un falso casting de grupos alternativos que fue una exquisita selección de voces por descubrir en el spotify, nada que ver con La Voz, OT y similares. Vetusta Morla, el gran El Kanka, Ladilla Rusa. Y tras las uvas, la selección del año entre petardos y canciones sublimes. Lo de Virginia Díaz tiene su punto más fuerte en los trinos, en los deliciosos comentarios de las canciones. Sin Cachitos la nochevieja sería un naufragio sin remisión. Con un Mota que pide un relevo y una Telecinco que al menos no se ha resignado a la típica recopilación de escombros, este 31 se habría saldado sólo con victoria textil de Igartiburu sobre Pedroche. Sin Cachitos la nochevieja sería para rebanarla y tirarla a la papelera de la desidia.
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