El complejo que hemos tenido con el flamenco: de Remedios Amaya a Blanca Paloma

Eurovisión 2023

Lo sucedido Eurovisión hace 40 años había generado durante mucho tiempo una sensación de fracaso que desmerecía al potencial de las señas de identidad españolas en el festival

Cuando Lola Flores predijo la victoria de Blanca Paloma en 1984

Ha ganado el flamenco: las bulerías de Blanca Paloma nos representarán en Eurovisión 2023

Blanca Paloma alza este domingo el Micrófono de Bronce como ganadora del Benidorm Fest
Blanca Paloma alza este domingo el Micrófono de Bronce como ganadora del Benidorm Fest / RTVE

Vaya por delante ya mismo: no hay que hacer caso a esas opiniones que ya están diciendo que "vamos a quedar últimos en Eurovisión". Ya sabemos de sobra qué es quedar últimos con cantantes que lanzan un gallo en el escenario y sabemos por experiencia de años que hay una fórmula para recibir pocos puntos en Eurovisión: llevar temas trillados, cantantes mediocres, puestas en escena inapetentes y planear la actuación con resignación, indiferencia e incluso ayuna de talento e ilusión.

España ha sido experta en quedar mal pero también es un país con recursos y señas de identidad para nunca dejar indiferente al público. El pasado año con Chanel y SloMo lo demostró con los ritmos y el estilo latino. Y en esta edición, con la ganadora del Benidorm Fest, con el flamenco. Con una revisión del flamenco (a lo que también se le puede tildar de "flamenco fusión") y manteniendo la esencia de las bulerías. Blanca Paloma es de Elche y criada en una familia apasionada por la música en general y por el flamenco en particular, con decisión para homenajear a su abuela Carmen, que es el halo con que se planteado la canción y la puesta en escena (con los flecos rojos de su mantoncillo de feria, el corazón donde reposa la cabeza de su nieta).

Con un buen tema de flamenco, actual y revisado, España no puede acabar en la vida última, ni por la cola, en el actual Festival de Eurovisión. De hecho en estos momentos se puede atisbar que España debería de entrar en el Top 10 y por la calidad de lo propuesto por Blanca Paloma estar mucho más arriba. La influencia de Rosalía es inevitable y ha sido crucial para comprobar la buena acogida más allá de nuestras fronteras de lo que entendemos por flamenco, o su inspiración.

Lo importante que tiene esta victoria del Benidorm Fest ha sido cambiar totalmente de registro con la canción ganadora y estar en condiciones de sorprender de nuevo al público europeo que en mayo contemple la gala final. Por número musical y voz Blanca Paloma no va a pasar desapercibida.

¿Y por qué sigue prendiendo este complejo de inferioridad del flamenco respecto a Eurovisión? En la memoria colectiva sigue pesando el clamoroso último puesto de Remedios Amaya en 1983. Otro contexto histórico, otra posición de España en Europa (todo el mundo viajaba mucho menos entonces) y una interpretación musical que fue mejor de lo que recordamos aunque precisamente era muy mejorable.

Los cero puntos, rechazo total, hace 40 años dejaron huella en los recuerdos y durante unos años se cargaron la carrera de una prometedora cantaora sevillana que regresó con los años recuperando su lugar.

Han tenido que pasar 40 años para que el flamenco, sin complejos, vuelva al festival. Lo hace una joven de Elche, que hasta hace unos años no se dedicaba profesionalmente a la música (su hermana Sara Ramos fue aspirante en Eurovisión Junior en 2003), que en 2022 ya mostró sus cristalinas cualidades vocales con Secreto del agua y que ha dado en el clavo al repetir en Benidorm en 2023 (fue la única en repetir y acertó).

Como en otros folclores nacionales que han participado con éxito en Eurovisión (las abuelas rusas de Buranovskiye Babushki fueron segundas con el canturreo de su pop étnico en 2012), apelar a las señas de identidad es una buena muestra de confianza. Y el flamenco, además, es un folclore querido y con seguidores en todo el mundo. El Eaea de Blanca Paloma era necesario y ha sido bien acogido a las pocas horas de su lanzamiento como canción ganadora.

Si comparamos lo enviado y presentado en Eurovisión 1983, con Quién maneja mi barca, y lo que acudirá en 2023 con Eaea salta a la vista que entre una propuesta y otro hay mucha distancia no sólo en el tiempo sino en el planteamiento musical y la acogida de ese mismo público al que va dirigida la canción.

En 1983 la gala de Eurovisión se desarrollaba con una orquesta en vivo. Adoptar una melodía flamenca a una orquesta sinfónica es complicado y más cuando había cierto recelo y desconocimiento hacia la propuesta española.

Remedios Amaya, una joven sevillana de 21 años entonces, iba vestida con el mismo kaftán, poco vistoso, que en el del videoclip y descalza, como insistirá en varios planos el realizador. Empieza muy tímida, sin creerse su papel y sin conexión con los músicos. Le sale el arranque flamenco y va ganando confianza, pero sin brillar con su canción.

La delegación española ya había sufrido varios desplantes de la organización alemana. Se hizo cambiar el vestido previsto porque se confundía con el feo escenario de luces, todo con un mal tono que 'arrugó' a la joven cantaora. Lo de los pies descalzos, un rasgo de quitarse complejos, terminó siendo una burla. La propuesta valiente y exótica con que se proponía de TVE terminó siendo castigada por los jurados de los países (grupos elitistas, dejados llevar todos por ínfulas, simpatías nacionales y guiados por clichés y prejudicios de todo lo que era "festivalero", es decir, políticamente correcto).

Y ya hasta entraríamos en aspectos de racismo, con la primera intérprete gitana en Eurovisión. Por ejemplo en la España de entonces Pastora Vega era noticia porque ser "la primera presentadora gitana" que había tenido TVE. Además, en ese contexto, España, era un país con una democracia incipiente y que no había ingresado en la Comunidad Económica Europea. Llevar una canción flamenco a Eurovisión se interpretaba incluso como un signo de atraso.

Lola Flores ya diseccionó lo ocurrido en su ahora célebre intervención en La Clave cuando dijo que había que llevar a Eurovisión "una canción española". La jerezana ya comentó en 1984 que Remedios debió tener a su lado "diez palmeros y diez guitarristas", en lugar de ir al compás de una orquesta desanimada.

Cuarenta años después, Blanca Paloma se prepara ir a Liverpool con un número musical que asombra y engancha, bien preparado, y entre otros detalles escoltada por un coro de cinco bailaoras que complementan el mensaje de nana y desgarro sentimental de Eaea. Si Remedios Amaya hubiera tenido en 1983 cinco bailaoras a su vera la percepción hubiera mejorado ante el público internacional aunque los jurados hubieran llevado a cuestas sus prejuicios.

Con el televoto del público europeo las reglas de lo políticamente correcto en Eurovisión cambiaron. Fue el motor para que las delegaciones cambiaran el concepto y los planteamientos de las actuaciones de lo que es el programa musical más visto cada año en el mundo. Pese a las afinidades de cada país, un tema de calidad es reconocido tanto por el voto popular como con los actuales jurados. Ya se comprobó con SloMo.

Un flamenco bien pensado y sentido como el de Blanca Paloma, que ha fascinado a los eurofans al primer momento, barrunta un buen papel. Y algo importante: la intérprete de Elche, de ascendencia sevillana, comprende del valor que tuvo Remedios Amaya entonces y ahora. Va a redimir su recuerdo y su valentía 40 años después.

En la noche de la victoria del Benidorm Fest así recordó el equipo de Eaea el valor y vigencia de Remedios Amaya y Quién maneja mi barca. Es un valor añadido por parte de Blanca Paloma: reconocer el valor de su antecesora y convertirse en la mejor revancha posible.

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