Nos hemos cargado el Benidorm Fest
Nueva edición
La polémica del pasado año con la ganadora, Chanel, ha pesado en la ausencia de sonoros nombres de cara a 2023
'Quiero arder', ' Ea ea', 'Aire', 'Sayonara', las canciones del Benidorm Fest ya están aquí
La presentación del Benidorm Fest destroza a casi todos los candidatos
Veníamos de Voy a quedarme y Universo de Blas Cantó (Universo no participó pero olía a desastre); de Miki Núñez con La venda; del merengue de Tu canción con Amaia y Alfred; y del gallo de Manel Navarro con Do it for your lover. Menudo lustro. El mejor puesto en Eurovisión, el 22º; el mismo que consiguió Barei en 2016 y uno por debajo del de Edurne en 2015. Si hubiéramos hecho una melodía con los cubiertos que se nos caen en el almuerzo habría podido conseguir más votos.
Veníamos de la peor tendencia que ha podido tener un país participante en toda la historia del festival así que o se hacía algo que estimulara desde dentro para llamar la atención afuera o cualquier otro empeño por rutina se habría descalabrado. Y no tanto por la calidad en sí sino porque el Festival de Eurovisión en parte se mueve por expectativas y prejuicios. Suecia, por muy endeble que sea su aspirante siempre andará por la zona alta; y España (o el Reino Unido, como pasó este año) tienen que esforzarse mucho más para conseguir el mismo resultado.
Y se obtuvo. TVE y el mundo musical español está en deuda con Chanel, no sólo por el tercer puesto conseguido (primero de no haber sido por la guerra en Ucrania) sino por la paciencia y el carácter asertivo de una aspirante que tras ganar el Benidorm Fest fue sacudida desde todos los frentes.
El Benidorm Fest llegaba como un salvavidas para la representación española y cualquiera de las canciones que se oyeron este enero, desde el Postureo de Azúcar Moreno al Ay, mamá de Rigoberta Bandini (sí, era el tema de más calidad pero no el más eurovisivo), hubieran quedado mucho mejor que cualquier participante de la anterior década.
Se había asfaltado el camino y se organizaron tres galas llamativas y que recibieron la atención del continente. La ganadora era la más adecuada para enviar a Eurovisión. Era la mejor por muchas razones pero todo el país, con asombro por parte de los políticos y los analistas de los programas políticos, que se convirtieron en expertos eurofans, criticaron a la vencedora poniendo en cuestión el televoto masivo lanzado desde Galicia para apoyar a la Tanxugueiras. El jurado profesional acertó.
Aquella selección eurovisiva fue un éxito, en principio. Pero el prolongado eco polémico vino a dañar el trabajo hecho por todos los integrantes. En esta nueva edición no hay nombres consagrados y aunque hay representantes con garantías para haber presentado una actuación que tenga visos de triunfar en todo el continente, queda la duda, la desazón, de si todo el ruido contra Chanel ha venido a perjudicar a su sucesor.
Nadie de primera fila ha querido arriesgar y entre los que han dado el paso hay sensación de que no están preparados para un reto mayor y más exigente de lo que parece.
Aquella intención de respeto hacia el resultado antes de que la música sonara no se respetó. Por unos días parecimos Brasil. Qué enfado con un resultado justo.
Cuando termine enero veremos cómo ha sido el desenlace de estos 18 aspirantes de los que sólo se puede pedir en estos momentos que trabajen duro de la mano de la cadena y los realizadores del programa (tras el desastre de la precipitada gala del pasado sábado) y que factores externos, como las intrigas políticas, se alejen del encuentro de 2023. Y si los catalanes Siderland, en catalán, presentan la mejor canción, que sean los elegidos, pero que nadie patelee si el jurado piensa que no son los mejores, como pasó con Tanxugueiras y su televoto sugestionado.
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